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Otro paso hacia la ruptura de España

«El abandono de España del Rey Juan Carlos es la mayor victoria de quienes quieren acabar con la unidad de España. Porque saben que esa unidad es mucho más difícil de poner en cuestión con la Monarquía. Y la Monarquía está mucho más debilitada hoy que ayer»

Es un día muy triste en la historia de España. Se ha condenado sin juicio a uno de los más grandes Reyes de la historia de España. Un cuarteto formado por Carlos I, Felipe II, Carlos III y Juan Carlos I. Este último no ha tenido, no ya un juicio, no ha tenido ni una imputación formal por parte de las autoridades judiciales. Todos sabemos hoy que la II República llegó por unas elecciones municipales en las que obtuvieron más votos los candidatos monárquicos que los republicanos. Pero cierta élite propagó que el voto de las ciudades era de mayor valor que el de los municipios menores y se hizo ver como un gran triunfo de los republicanos.

Alfonso XIII fue animado a exiliarse por algunos de sus ministros con el fin de evitar una confrontación entre españoles. Conocemos, demasiado bien, que aquello no valió para nada. Hubo una guerra civil que dejó a España ensangrentada y que hoy todavía es revivida cada día por este Gobierno que ahora ha hecho todo lo posible por sacar al Rey Juan Carlos de España. Y lo ha conseguido.

Habrá quien crea que es una medida para afianzar la Corona. Dicen que el propio Rey lo piensa. Ojalá me equivoque, pero no creo que afiance nada. Mis mayores me enseñaron que la lealtad consiste en decir lo que se piensa aún cuando no sea lo que quiere oír el regio interlocutor. A lo largo de los últimos seis años hemos ido viendo cómo la Familia Real, en el sentido restringido que se le ha dado en este reinado, ha quedado reducida a la mínima expresión. Yo alabé el que el Rey apartase a la Infanta Cristina. Su marido y ella estaban procesados y ella actuó con especial deslealtad a su hermano el Rey. Pero en el mismo acto se apartó a la Infanta Elena, sin ninguna necesidad para ello. Hoy la Familia Real queda reducida, en la práctica, a los Reyes y a sus dos hijas, que tienen una edad en la que la representación de la Familia Real que pueden realizar es muy limitada. En un momento en que España necesita más que nunca saber que su Real Familia sigue encarnándola, ésta ha quedado reducida a dos personas que, las más de las veces, acuden juntos a los actos en lugar de dividirse el trabajo. No es lo más efectivo.

La forma en que se ha tratado al Rey Juan Carlos es inverosímil. Que un comisario encarcelado por corrupción y los medios de comunicación en los que sus peones intervienen hayan conseguido dar este golpe al Estado es verdaderamente un éxito de desestabilización al sistema que era difícil de creer que pudiera suceder. Que una amante despechada haya conseguido establecer una alianza tan fructífera con un delincuente dice muy poco de la seguridad de nuestro Estado. Y de las gestiones realizadas por el jefe del CNI que fue el interlocutor que encontró esa mujer en España una vez consumada la ruptura de la relación. No puede uno menos que preguntarse en qué manos estamos.

Desde la instauración borbónica en España en 1700 con Felipe V, sólo ha habido dos Monarcas que no han venido de fuera o han acabado partiendo al exilio. No es una nómina para estar orgullosos, porque dice mucho de nuestra inestabilidad. Me decía un amigo de infancia del Rey Juan Carlos que habló con él el 26 de julio y le encontró tan apagado, su voz tan débil, que le creyó definitivamente derrotado. Pensó que era la última vez que hablaba con él. Habrá que ver qué vida puede llevar un hombre de 82 años, prácticamente inválido, fuera del que ha sido su hogar durante más de medio siglo.

Ayer fue un día muy grave para España como Estado de Derecho. Se primó las informaciones de interés bastardo a los actos judiciales ante los que todos tenemos que rendirnos. Lo peor de ello es que demuestra la deslealtad del actual Gobierno. Como ya tengo dicho, la última vez que hubo en Europa una Monarquía con un Gobierno en el que había comunistas fue en Rumanía tras la Segunda Guerra Mundial. Aquello acabó, no por un procedimiento constitucional, sino con un ministro comunista apuntando a la sien del Rey Miguel mientras firmaba su abdicación. Afortunadamente los padres de la Constitución española -entre los que había un comunista y un socialista, por cierto- dejaron muy bien atadas las defensas de la Corona contra intentos espurios de derrocarla. Pero no era posible impedir que fuese minada por quienes juran lealtad al Rey. El presidente del Gobierno que padecemos afirma constantemente que él no desea cambiar de sistema y que respalda «la jefatura del Estado» -jamás dice que respalda al Rey o la Monarquía-. Dada la relación que tienen los discursos de Sánchez con la verdad, es evidente que pretende exactamente lo contrario de lo que dice. En esta salida de España del Rey Juan Carlos hemos visto cómo él ha empujado para conseguirla porque le importan más los votos de Esquerra Republicana para sus presupuestos, que la estabilidad institucional de España a medio y largo plazo. Sánchez llegó al poder gracias a una coalición parlamentaria de partidos cuyo objetivo era la destrucción de España como unidad política y territorial. El abandono de España del Rey Juan Carlos es la mayor victoria de quienes quieren acabar con la unidad de España. Porque saben que esa unidad es mucho más difícil de poner en cuestión con la Monarquía. Y la Monarquía está mucho más debilitada hoy que ayer. Aunque haya quien quiera no verlo.

 

 

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