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Palabras, palabros, elecciones

 

Desolada estoy al ver que uno de los caballos de batalla de ese partido del que usted me habla es el lenguaje políticamente correcto, lo mismito que me pasa a mí. Menos mal que leí en algún lugar que es de personas  inteligentes vivir con contradicciones ¡Qué suerte! Comprendo que sea irritante para otros si lo es para mí, aun estando en las antípodas del pensamiento. Pero no son los únicos, qué va. Hoy mismo escuché en la radio a una portavoz de Podemos decir con rotundidad: “Si Iñigo quiere confrontar, desde luego lo puede conseguir”. Entiendo que quiere decir si quiere enfrentamiento, pelea, o enfrentarse (al partido, a la dirección), pero, ¿confrontar? ¿No sabe que ese verbo carece de sentido usado así, como si fuera intransitivo, como si dijera, por ejemplo, desertar, que sí tendría sentido; que hay especificar qué es lo que el sujeto confronta con qué? Item más, usan confrontar en el sentido de “enfrentarse”, pese a que el primer sentido de confrontar es cotejar, poner al lado para comparar…

El mismo uso lo han establecido estos y otros actores de la opinión publicada con “conciliar”. ¿Conciliar qué con qué? ¿A qué se deben estas carencias? Quizás a una enseñanza deficiente de las Letras, o a que el hablante quiere a toda costa innovar para dar impresión de ser moderno, cosmopolita; lo curioso es que las innovaciones se reproducen a gran velocidad, la misma a la que se expanden los refranes cambiados, las frases hechas trastocadas…

Un  meteorólogo intenta explicar (en la radio también) las tormentas de agua del pasado otoño: “No es posible prever, con el estado del arte actual, la aparición de estos fenómenos”. ¡Vaya, hombre! ¿Para qué molestarse en acudir a tu propio idioma (“con los avances técnicos actuales”, por ejemplo) para trasladar al sufrido oyente la frase que te ha parecido tan guay, the state of the art? ¿Es posible que se haya apoderado de buena parte de la población con acceso a micrófonos una enfermedad idiomática, a la vez que una enfermedad del carácter? ¿De verdad somos así de tarados?

Y ya puestos, las palabras también sirven a ciertas costumbres incívicas que padecemos, que se enardecen (y ahora también viralizan) en tiempos electorales. Tengo ante mis ojos dos ejemplos de aquélla forma endémica de hacer política que infecta a todos en distintos grados. Uno es una octavilla de Ciudadanos que proclama Carmena te sube el IBI, y se refiere en concreto al distrito madrileño de Tetuán, colindante al de Chamartín, donde vivo. Da unas cifras por barrios, todos ellos afectados en diferentes porcentajes por la subida. La verdad es que, aunque no sean falsas esas cifras, si averiguamos toda la verdadese argumentario es políticamente deshonesto.

Esas subidas, donde se dan, son el resultado de la actualización de los valores catastrales hecha en 2012 por Hacienda, cuando en el Ayuntamiento no gobernaba el actual equipo, actualización completamente legal (si no obligatoria). Sobre los valores catastrales actualizados se aplica un coeficiente que da como resultado la cantidad a pagar por el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) de cada vivienda, que en Madrid  (escribo de memoria) tiene un rango entre el 0,40  y el 1,30 por ciento. A más a más, el actual equipo municipal redujo el coeficiente del 0,58, que tenía Madrid en 2015,  al 0,51 por ciento. Así que podemos discutir el alcance de la subida catastral (para toda España) y otras muchas cosas, pero decir sin filtros que Carmena ha subido el IBI y que nosotros lo vamos a bajar, no es verdad, y….tú lo sabes, Marcelino.

Otro ejemplo de  comunicación política “ventajista” la encontré en el diario ABC, que  hace unas semanas informaba en doble página central de la nueva ley riojana de Protección Animal, aprobada por PSOE, Podemos y Ciudadanos.. Dos ejemplos en los que el contenido del texto desmiente el del título: Autopsia obligatoria para certificar la muerte animal. El texto dice que la muerte de una mascota deberá ser acreditada por un informe del veterinario “a modo de autopsia que avale que el animal no ha sufrido malos tratos que le hayan causado la muerte. Otro titular destacado: El animal no podrá estar más de 48 horas solo. Pero el texto se refiere a  los animales que se dejan en “fincas, naves, solares…” etc., supongo que para evitar los frecuentísimos casos de abandono y malos, malísimos tratos que sufren a manos de dueños que hoy prefiero no calificar.

 

 

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