Democracia y Política

Patricio Navia: Sin mayoría en el Congreso no se puede

Es verdad que no hay intento de diálogo que sirva si la oposición mantiene una postura intransigente, pero el gobierno equivoca el camino al creer que la gente va a castigarla por bloquear sus iniciativas legislativas. Tendría mucho más sentido que el gobierno se dedicara a hacer política, en el sentido más descarnado del término, y saliera a buscar los votos que necesita para lograr que sus propuestas de ley logren ir avanzando en el Congreso.

Independientemente de qué tan fuerte y claro hable el gobierno, hay una barrera infranqueable para el éxito de su agenda legislativa. Si se niega a aceptar que es minoría en el Congreso, difícilmente el Presidente Piñera logrará tener éxito en avanzar sus reformas más emblemáticas. Es verdad que no hay intento de diálogo que sirva si la oposición mantiene una postura intransigente, pero el gobierno equivoca el camino al creer que la gente va a castigarla por bloquear sus iniciativas legislativas. Después de todo, es imposible que la aprobación a los partidos políticos o a los parlamentarios pueda caer más bajo. Si Piñera no es capaz de construir espacios de negociación con la oposición, pasará a la historia como un presidente fracasado.

En noviembre de 2017, Chile Vamos obtuvo 72 de los 155 escaños en la Cámara de Diputados, y 19 de los 43 en el Senado. Ya que la coalición de derecha solo obtuvo un 38.6% de los votos, el 46.5% de los escaños que obtuvo en la Cámara se explican por las distorsiones que tiene el nuevo sistema electoral —el método de asignación de escaños D’Hondt premia a la coalición que tiene la primera mayoría relativa. Luego, aunque en segunda vuelta arrasó Piñera, en la primera quedó claro que Chile Vamos estuvo lejos de ser mayoría en el Congreso. Por eso, la actitud de querer imponer su postura por sobre lo que soberanamente decidió el electorado —una mayoría de votos y escaños para la centroizquierda en el Congreso— constituye solo un acto de negación de la realidad.

La actitud obstruccionista de una buena parte de la izquierda también constituye un acto de negación de la realidad. Después de todo, Piñera ganó cómodamente en segunda vuelta. Por lo que no se puede desconocer que una amplia mayoría de los chilenos optó por la hoja de ruta que ofrecía el Presidente de la coalición de centro derecha. Bloquear y frenar las iniciativas del gobierno constituye también un acto que desoye la voluntad popular.

Tendría mucho más sentido que el gobierno se dedicara a hacer política, en el sentido más descarnado del término, y saliera a buscar los votos que necesita para lograr que sus propuestas de ley logren ir avanzando en el Congreso.

Pero, lamentablemente para La Moneda, el costo de no poder avanzar lo paga más el gobierno que la oposición. Primero, porque ésta controla el Congreso, una de las instituciones políticas con menores niveles de aprobación. Mantener una estrategia de obstrucción le sale gratis. Si la gente ya los rechaza, portarse mal no empeorará su situación. Segundo, porque los legisladores, especialmente a partir de la adopción del nuevo sistema electoral, solo necesitan el apoyo de minorías bien organizadas para mantener sus escaños. A diferencia de los candidatos presidenciales, que deben buscar un apoyo mayoritario para poder llegar a La Moneda, los candidatos a diputados y senadores pueden ganar escaños hablándole solo a sus bases de militantes. Eso hace que las posiciones extremas se vean beneficiadas en el Congreso, mientras que las voces moderadas que buscan el diálogo y la cooperación terminan enfureciendo a sus bases. Además, como Chile tiene un sistema fuertemente presidencialista, la gente culpa al gobierno cuando las cosas no resultan. Es más, aún si quisieran culpar a la oposición, no sabrían a cuál de todas las oposiciones culpar.

Por eso, la cancha no aparece muy favorable para el gobierno. Si la oposición quiere seguir bloqueando, la estrategia, le sale casi gratis. Pretender, como parece creer el gobierno, que la gente los va a castigar es caer en el error del wishfull thinkingTendría mucho más sentido que el gobierno se dedicara a hacer política, en el sentido más descarnado del término, y saliera a buscar los votos que necesita para lograr que sus propuestas de ley logren ir avanzando en el Congreso. Para eso, La Moneda necesita tener ministros que entiendan que las leyes se pasan porque se cuentan y suman votos, uno a uno, no porque haya mejores argumentos o se logre construir presión popular a favor de alguna reforma. Lamentablemente, después del cambio de gabinete, el gobierno del Presidente Piñera quedó igual que antes en lo que respecta a la capacidad de hacer política y sumar votos en el Congreso.

La Moneda parece haberse decidido por una estrategia más confrontacional, emplazando a los legisladores de oposición. Esta estrategia pudiera ser electoralm ente efectiva, en tanto logre aglutinar sus bases de apoyo de cara a las elecciones municipales y regionales de 2020. Pero el efecto será menos auspicioso en la arena de éxitos legislativos. Si sigue polarizando el debate con el Congreso, se seguirá reduciendo la posibilidad de que los dos principales proyectos emblemáticos vean la luz antes de que termine este año.

 

 

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