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Paul McCartney: “A veces, cuando duermo, sueño que Los Beatles volvemos a estar juntos”

Cerca de cumplir 80 años, afirma vivir el presente y reedita el álbum 'Flaming Pie' con varias ediciones, una de ellas de lujo, llenas de bonus tracks, grabaciones caseras y material inédito

A Paul McCartney le faltan dos añitos para cumplir los 80, “aunque por el momento, me centro en el presente. Sé que esas cosas pasan y tampoco le doy demasiada importancia. Cuando sea tiempo de marchar, habrá que hacerlo. Sin más”, no se cansa de repetir.

Pero a este señor que afirma viajar en metro con sus nietos, y al que conocen las nuevas generaciones por sus trabajos con Kanye West – o eso dice él -, alabado por su naturalidad y falta de divismo -menor cuanto mayor-, que fuera el más apuesto de los cuatro de Liverpool, y Caballero del Imperio Británico con título de Sir, es imposible que se le escape el luto en que se sumirá el mundo cuando llegue el momento, cuanto más tardío mejor, de su último adiós.

A fin de cuentas, sus cifras apabullan. Más de cien millones de álbumes vendidos y otros tantos sencillos solo o en compañía de otros: Beatles y Wings, claro. Su Yesterday se ha convertido en la canción de la que se han realizado más versiones en toda la historia de la música popular. Mull of Kintyre es uno de los sencillos más vendidos de todos los tiempos en el Reino Unido. Ha sido incluido dos veces en el Salón de la Fama del Rock.

Décadas de éxito

McCartney ha escrito, de nuevo solo o en compañía de otros, más de treinta canciones que han alcanzado el número uno en USA y más de 20 premios Grammy le adornan las estanterías. Los últimos por la destacada labor de reedición de sus álbumes clásicos en lujosos encartes a los que no les falta detalle. Flaming Pie, su exitoso trabajo de 1997, producido por el mítico George Martin y por Jeff Lynne, cabeza visible de la ELO (Electric Light Orchestra), y en el que colaboraron, entre otros, Steve Miller, Ringo Starr, su fallecida esposa Linda McCartney y el hijo de ambos, James, será el último de ellos. Aparecerá en varias ediciones, llenas de bonus tracks, con grabaciones caseras y material inédito audiovisual y artístico, siendo la más completa la de lujo, limitada y numerada, que incluye cinco CD y dos DVD en caja de tela.

Paul McCartney y Jeff Lyne en 1997 cuando salió la primera edición de 'Flaming Pie'

Paul McCartney y Jeff Lynne en 1997 cuando salió la primera edición de ‘Flaming Pie’

 

Pues con todo y con ello, con esa inmensa mochila de méritos propios – tiene hasta chistes sobre esa extraña alquimia entre su espesa masa capilar a tan provecta edad y su aniñado rostro que le hacen parecer, según se afirma con guasa, “una señora”-, a McCartney le gusta tanto hablar de los tiempos de los Beatles – “a veces, cuando estoy dormido sueño que volvemos a estar juntos”, como de Donald Trump, al que considera “lo peor de lo peor, fruto de esa manía del tiempo de establecer ciclos que se repiten de forma que a un periodo de buenos y pacíficos años, le siga siempre una época turbia. Aunque la actual esté resultando la más oscura de las últimas décadas, porque nos ha pillado por sorpresa”.

‘Flaming pie’ me salió con mucho más sabor Beatle del que esperaba. Siempre hay ecos de ello en mi música y siempre los habrá. Es algo inevitable”

No oculta que, detrás de ese esfuerzo por preservar su legado y el de los músicos que lo han rodeado, se esconde su placer por recuperar además, como ha comentado a menudo, los tiempos inocentes de la infancia, que para mí fueron estupendos, salvo por el fallecimiento de mi madre. Tuve una buena familia. O aquellos jóvenes días en los que pateábamos Liverpool con las guitarras colgadas a la espalda. Flaming Pie tiene mucho de ejercicio nostálgico”.

“De hecho, se llama así en recuerdo a una de las Lennonadas de John. Nos bautizó como Los Beatles porque en un acto para un periódico musical local llamado Mersey Beat, alguien apareció con un pastel en llamas. Tuvo una visión, unió los dos conceptos, y surgieron los Beatles. Me hizo gracia pensar que mi carrera proviene de una tarta flambeada. A quien se lo cuento siempre le aparece una sonrisa en la cara. John está en medio de todo ese proceso, por lo que es un buen recuerdo para mí. La verdad es que nos currábamos mucho esas cosas: los títulos de las canciones, de los álbumes… ¿Hay algo más elaborado que The Sergeant Pepper’s Lonely-Hearts Club Band?, prosigue Paul McCartney.

El ex beatle en una imagen promocional de la reedición de Flaming Pie, que sale esta semana

El ex beatle en una imagen promocional de la reedición de Flaming Pie, que sale esta semana

 

La estela del legendario cuarteto podía haber estado mucho más presente en el trabajo que ahora publica con todos los honores. “Acababa de dedicarle cinco años a The Beatles Anthology, recopilando material sonoro y visual para editar tres álbumes con mucho inédito, un documental de ocho entregas y para lo que Ringo, George y yo acoplamos nuestras voces a la pregrabada por John, ya fallecido, y volvimos a unirnos de ese modo para lanzar Free as a bird, nuestro primer single en décadas. The Anthology me entusiasmó porque me recordó cómo hacíamos las cosas; actualizó recuerdos en los que no había tenido ningún motivo para pensar durante mucho tiempo. Fue un periodo muy alegre lleno de conversaciones con Ringo y George sobre lo que habíamos recorrido juntos. Recordando los viejos chistes, las viejas canciones. Las pequeñas cosas que me unían especialmente a George, mi amiguito de la infancia a quien convencí para que se uniera a la banda”.

John nos bautizó como Los Beatles porque en un acto para un periódico local llamado Mersey Beat, alguien apareció con un pastel en llamas. Tuvo una visión, unió los dos conceptos, y surgieron los Beatles. Me hizo gracia pensar que mi carrera proviene de una tarta flambeada”

Quién sabe si fue el empacho del “mundo Beatles” lo que le aclaró las cosas para saber por donde debería encaminarse su carrera desde ese momento, “pero, para ir abriendo boca, hice lo que solíamos cuando estábamos juntos. Tocar completo el último álbum, antes de pasar al siguiente, tratando de escucharlo como si no fuera yo; como si fuera el mejor fan. Es un método muy recomendable; te sitúa en el punto en el que estás; desde donde puedes evolucionar. Es algo que sigo haciendo. Pero, al final, Flaming pie me salió con mucho más sabor Beatle del que esperaba. Siempre hay ecos de ello en mi música y siempre los habrá. Es algo inevitable”.

En el álbum, como en toda la carrera de McCartney tras la separación de los Beatles, la presencia de su esposa Linda se evidencia, pese a que el cáncer que acabaría con su vida en 1998, avanzaba ya sin remedio. Integrante de Wings –a Paul se le ocurrió el nombre mientras rezaba para que el difícil parto de su hija, la futura diseñadora Stella McCartney, llegara a buen puerto -, la fotógrafa, instrumentista, compositora, activista social y escritora de libros de cocina vegetariana, fue considerada por su marido como su mejor musa. “Aunque las canciones pueden venir de cualquier parte. Recuerdo que una tarde llevé a Linda a una sesión de fotos. Sabía que tardaría un par de horas por lo menos, así que busqué un lugar tranquilo, y me inventé una pequeña fantasía sobre ella para una canción. Pero me reté a mí mismo a componerla en ese tiempo y así lo hice. Cuando llegó la hora de volver, me preguntó que había hecho ese rato, que si me había aburrido. Y me pude dar el gusto de decirle “He escrito una canción, ¿quieres escucharla? John y yo solíamos hacer esto a menudo, jugar a este juego, y ninguno tardó mas de tres horas en conseguirlo”.

Sir Paul McCartney and his daughters Mary (left) and Stella (right) McCartney attend the launch of the new food campaign Meat Free Monday at Inn The Park, St. James Park, London. (Photo by Carl Court - PA Images/PA Images via Getty Images)

Paul McCartney con sus hijas Mary (a la izquierda) y Stella)

 

Aunque la crítica se entusiasmó con el álbum, hubo quien destacó, tal vez entreviendo suficiencia, el ejercicio de trabajo unipersonal del músico que, en algunos temas, llegó a interpretar todos los instrumentos, “pero la realidad es que son cosas que ni me planteo. No tengo un método de trabajo y es un lujo por el que doy gracias. Pero siempre enreda lo que llamo un “disparador”, que puede surgir de la espontaneidad que tenían las viejas canciones de los Beatles, de alguno de mis antiguos discos o de cosas que recuerdo que quise hacer y desestimé. Curiosamente, ese desencadenante fue Jeff Lynne, que era alguien que no era yo. Jeff, no hay más que seguir su carrera con la ELO, es muy bueno con las armonías y es muy fácil trabajar con él. Es divertido y tampoco lee música, como yo. Tenemos una no-educación musical similar. Así que nos dejamos llevar. No somos técnicos. Escuchamos, absorbemos, y cuando sabemos que lo tenemos, lo tocamos. Inventamos. Y trabajamos como locos”.

A Steve Miller, que llegó al número uno con su banda con temas como The joker o Fly like an eagle, lo conoció en una de las últimas grabaciones de Beatles, “cuando asomó la cabeza por la puerta del estudio pidiendo permiso para ‘mangarnos’ el estéreo. Nos caímos muy bien, y acabé haciendo el loco con la batería en uno de sus álbumes de los 70. Lo llamé para trabajar de nuevo juntos, y grabamos parte del álbum en el estudio de su casa de Sun Valley, en medio de un paisaje nevado y con un maravilloso cielo azul. Me pasé horas haciendo algo parecido a virguerías con un piano Steinway espectacular”.

En 2019, Ringo se subió al escenario a tocar ‘Helter Skelter’ en un concierto mío en Los Angeles y me vino la imagen de aquel chaval que ‘aporreaba tambores’ hace décadas y vi pasar muchos de los momentos que hemos compartido”

Y de ahí salió la versión definitiva del tema más conocido del álbum, Young boy, que escribió inicialmente “en lo que le llevó a Linda preparar un almuerzo a base de sopa de verduras, cazuela de berenjena y pastel de compota de manzana”.

El que faltaba era Ringo para que el lazo saliera perfecto. “Es una de esas cosas que siempre dices que vas a hacer y nunca haces. Le había estado diciendo durante años que sería genial hacer algo juntos de nuevo y de pronto surgió la oportunidad de que colaborara en Beautiful night y enseguida me di cuenta de que todo era como en los viejos tiempos. Que todo era cómodo y lo que nos unía seguía estando ahí. Acabamos haciendo una “jam”, yo con el bajo, él a la batería y Jeff Lynne con la guitarra. Y cumplí ese sueño de todo cantante de hacer con la voz lo que le salga, cantar cualquier cosa, pero para eso tienes que despejar tu mente, olvidar todo, y dejar que tu cabeza vaya a algún lugar místico. Simplemente improvisando. Cuando lo reprodujimos, había magia. Y cariño de amigos de verdad. Hace poco, en 2019, en uno de mis últimos conciertos en Los Ángeles, Ringo se subió al escenario a tocar Helter Skelter y, en un momento determinado, lo miré y me vino la imagen de aquel chaval que ‘aporreaba tambores’, hace décadas y vi pasar muchos de los momentos que hemos compartido. Son instantes muy intensos.

onstage during the 30th Annual Rock And Roll Hall Of Fame Induction Ceremony at Public Hall on April 18, 2015 in Cleveland, Ohio.

McCartney y el también exbeatle Ringo Starr, amigos de infancia, en un concierto en 2018 – Kevin Kane

 

Que quizá ahora se permite rememorar sin complejos, habiendo superado ya esa fase en la que, según se decía, se escondía tras algún subterfugio cuando decidía escribir sobre algo que le había emocionado, tomado de la vida real…

“Es verdad. Incluso si es algo muy específico, lo disimulo. No sé por qué. Es mi manera de hacerlo y cómo me he desarrollado como compositor. Si quiero escribir sobre la soledad, me invento a Eleanor Rigby. Para hablar de la fragilidad de la vida creé la historia de Little Willow, aunque, en realidad sufría por la muerte de una amiga muy próxima. Prefiero evocar alguna historia o cuento, o usar la imaginación en torno a ello, porque entonces puedo sacar mis emociones, pero no de un modo crudo y así es más fácil que los demás empaticen y se identifiquen con ellas”.

Me temo que el que era más romántico de Los Beatles era John, y no yo”

Curioso. Siempre se pensó que McCartney era el sentimental del cuarteto de Liverpool. “Pues lo disimulaba muy bien, pero me temo que el que era más romántico era John”.

Si es que la nostalgia ya no es lo que era.

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