Pedro Campos: La Ley de Ajuste Cubano no es la causa principal
El Gobierno colombiano califica de «perversa» la Ley de Ajuste Cubano (LAC) y llama a otros gobiernos latinoamericanos afectados por el flujo migratorio de la Isla a presionar a Washington para que la derogue.
Sin duda alguna, los países más cercanos a Cuba están siendo receptores y víctimas de la amplia ola de emigrantes cubanos que buscan ir a EE UU y se han visto obligados a enfrentar situaciones complejas, en las que han estado en peligro las vidas de miles de personas, a las que han tenido que dar abrigo, atención médica y otros servicios, de paso, sin la más mínima ayuda del Gobierno de Cuba, siempre solidario en casos de crisis humanitarias por doquier.
Sin embargo, no es la LAC la culpable principal de esta ola. El verdadero responsable es el sistema populista autoritario, de tipo estatal-asalariado, que ya agotó todas sus posibilidades y avanza irremediablemente a su fase terminal empobreciendo cada día más a su población y cerrando toda perspectiva de desarrollo y bienestar a las mayorías, dada su negativa a democratizar el sistema político y la economía.
La Ley de Ajuste Cubano, aunque no deja de ser un cierto estímulo para el éxodo, está concebida para brindar ayuda a los cubanos que salen huyendo del régimen y, si bien es cierto que muchos de los que llegan a EE UU en Cuba no le han «tirado un hollejo» al Gobierno, no es falso que todos van en busca de las libertades y posibilidades que no pueden encontrar en Cuba.
El pueblo cubano está cansado ya de soportar tantas absurdas regulaciones sobre su vida y su manera de organizar su subsistencia y reproducción, mediada siempre por un estado todopoderoso y tododecisor que se abroga todos los derechos sobre los ciudadanos, expropió todos los negocios y fábricas grandes, medianas y pequeñas de los cubanos, no les paga por el valor de su fuerza de trabajo, les coarta sus posibilidades de desarrollo y les impone cómo y para quién trabajar y con qué ingresos.
Los gobiernos latinoamericanos, preocupados y afectados por esta situación, dispuestos a presionar a EE UU para que cambie sus leyes, también deberían mostrar la misma disposición para presionar al Gobierno cubano
La represión contra el movimiento opositor es abusiva, pues sistemáticamente se violan todas las libertades y derechos civiles y políticos de los ciudadanos. La gente no puede elegir otros gobernantes. Los socialistas democráticos, que hemos tenido una posición de no enfrentamiento y de búsqueda de un entendimiento, también hemos sido reprimidos en diversas formas.
Ciertamente el Ajuste Cubano brinda algunos privilegios a los cubanos que llegan a EE UU, pero si fuera suspendida, si esos privilegios no existieran, muy probablemente los cubanos seguirían llegando a las costas y fronteras norteamericanas y estarían dispuestos a vivir allí ilegalmente, como cientos de miles de latinos, hasta que puedan legalizar su situación, mientras en Cuba no se arreglen las cosas y no alcancemos un sistema democrático de Gobierno y un modelo próspero de economía.
Las prebendas que actualmente disfrutan los cubanos, por medio de la Ley de Ajuste, están dadas precisamente por el tipo de Gobierno que existe en la Isla, el que, a pesar del acercamiento y los cambios en la política de EE UU, sigue parado en sus trece y no da señal alguna de disposición a cambios en su modelo autoritario.
Los gobiernos latinoamericanos, preocupados y afectados por esta situación, dispuestos a presionar a EE UU para que cambie sus leyes, también deberían mostrar la misma disposición para presionar al Gobierno cubano a que cambien las suyas, que impiden la democratización del sistema y traban el desarrollo económico del país.
Si el Gobierno instaurado en Cuba decidiera, por el bien de su pueblo y de su propia historia, iniciar un proceso de democratización de la vista política del país y empezara a desestatizar realmente la economía entregándosela a la sociedad, a los trabajadores, a los empresarios y a los emprendedores, seguramente la mayoría de los cubanos que están pensando en irse, se quedarían, y muchos de los que se han ido estarían dispuestos a regresar y a invertir en su tierra directa o indirectamente los capitales que han ido forjando fuera del país.