Periscopio La Habana: Puentes de amor…
Llevo meses intentando entender la lógica que respalda la desesperada construcción de habitaciones hoteleras en Cuba. Un país que atraviesa una crisis brutal en cuanto a suministros y para qué hablar sobre la propuesta de vida que está planteada para sus habitantes que por último ni quejarse pueden. Pero intento abstraerme de estos argumentos que son tan obvios, y voy a plantearme entender este desarrollo turístico grandilocuente, con hoteles de lujos ubicados en sitios muy bien escogidos en cuanto al valor de la tierra definido por sus ubicaciones, no al valor actual de la tierra que es una caricatura grotesca de lo que suele ocurrir en el mundo real.
Hace unos días un querido amigo me comparte tres imágenes de la “evolución” del Puente de Boca Ciega o como también le llaman, el Puente de Guanabo. Confieso que al ver la imagen actual donde solo existen las columnas o pilotes de madera que lo soportaron durante décadas. Comienzo a preguntar y resulta que por el año 2010 se le ocurrió a alguien la idea de desmontar la estructura que aún perduraba, con la excusa de que se haría una reparación capital o, más bien, una reconstrucción, sobre la cual la imagen actual del 2022 habla por si sola.
Recuerdo que para los años 90 ya se habían tomado precauciones con los límites de peso de los vehículos que podrían circular sobre el puente y cuando decidíamos cruzarlo en carro íbamos todos con los dedos cruzados dentro del automóvil rezando por no ser nosotros la causa del colapso.
Pero regresemos a la visión de turismo y de los atractivos que se le pueden ofrecer a un turista si vemos las sumas millonarias invertidas en inmuebles, sí en inmuebles, porque eso es lo que es un hotel, un inmueble, algo perfectamente canjeable, algo que se puede utilizar como prenda financiera, algo que es propiedad de una sociedad mercantil en especifico, en fin, todo lo que significa y encierra un inmueble.
Dentro de la visión nacional del turismo al parecer se traerá a los turistas para que se queden en la habitación gozando el esplendor del “inmueble”, ya que la infraestructura urbana no tiene nada que envidiar a la suerte que corre el puente de Boca Ciega, el cual, por cierto, forma parte de la flamante vía costanera que va desde Tarara pasando por Santa María, llegando a Boca Ciega, donde se conecta con Guanabo y termina en Celimar; Sin duda toda una experiencia para el turista que decida conocer las playas de Este de La Habana, que en definitiva son las playas de que valen la pena en la ciudad capital.
Pues no, esto no es prioridad, ni para el anhelado turista que traerá divisas al país, ni para el lugareño que le han canjeado un recorrido de 50 metros (extensión del puente original) por hasta 15 kilómetros de recorrido para llegar al mismo lugar, algo que podría hacer si estuviera el puente, recuerden que periplo actual sería por la antológica Vía Blanca y demás vías alternas que funcionan como alternativa para viajar de Boca Ciega a Guanabo, o sea que el destino es lidiar con los catetos ya que se ha perdido la hipotenusa.
¿Cómo se puede explicar que todo el dinero se concentre en habitaciones hoteleras, mucho más cuando la ocupación cada vez es menor? Con niveles insostenibles donde no da ni para cubrir la propia operación de los hoteles, ¿por qué tanta ansiedad y apremio?, ¿por qué imaginar que sería atractivo traer un turismo encapsulado dentro de un inmueble, y al que le dará pavor, vergüenza y hasta temor, salir a pasear por las calles? ¿qué interacción imaginable existirá entre la población y los turistas?
Yo solo quiero entender para cuál etapa de Cuba son estos hoteles que hoy crecen como chichones y no tengo manera de imaginar a qué responden, ya que no recuerdo a nadie que coleccione hoteles vacíos y estos les produzcan beneficio alguno; por el momento y hasta dilucidar una justificación tan compleja, ¿podrían hacer algo por el Puente de Boca Ciega? Solo son 50 metros en la desembocadura del río Itabo, ¿cuánto puede significar eso para quienes multiplican las habitaciones como panes y peces..?