Pilar Molina: Gabriel Boric, el resucitador
El que llegó a la política a reemplazar a la Concertación buscó resucitarla para competir todos unidos, desde el PC a la DC, en la elección de consejeros constitucionales.
Se le han visto tantas volteretas, pero esta es la más olímpica de todas.
Sectores del Frente Amplio formaron parte de la Nueva Mayoría cuando la exPresidenta Bachelet se propuso reunir desde el PC a la DC. Justo lo que quiso institucionalizar el Presidente Boric ahora, para presentarse todos juntos a la elección de consejeros constitucionales el 7 de mayo.
Pero este propósito unitario es insólito. ¿Acaso no salió el Frente Amplio arrancando de la administración de Bachelet? ¿No fue que llegaron a La Moneda junto al PC criticando sin tregua la transición y a la exConcertación? ¿No era que esta coalición de centroizquierda había administrado el modelo neoliberal heredado de la dictadura? Bah, y ¿no sostenían que de los 30 años no había nada que rescatar?
Pero si a mayor abundamiento, fue recién, en mayo 2021, cuando el Frente Amplio y el PC se negaron a ir en primarias presidenciales con la DC, el PPD y el PR. ¡Qué asco!, era la actitud de estos jóvenes (exceptuando a los viejos estandartes comunistas) que partieron marchando en 2006 y habían llegado a renovar la política. Los partidos concertacionistas les mendigaron aceptarlos para ir en las primarias presidenciales todos juntos, pero la respuesta tajante fue: ¡no! Solo había espacio para los socialistas, que optaron por continuar con sus aliados históricos.
Las cuentas pendientes con la centroizquierda eran muchas. Se trataba de liderar el progresismo y reemplazar al socialismo, no sumarlo. Fue por eso que sentados en la Convención Constitucional propusieron eliminar la institución del Senado, donde la centro izquierda es fuerte y ellos minoría, mientras que en la Cámara, en la última parlamentaria, superaron con sus 37 diputados a los 27 del socialismo democrático.
Ahora, sin embargo, descartada la unidad por la DC y el Partido Radical, Boric interrumpe sus vacaciones y presiona a las presidentas del PS y el PPD para que no permitan que su coalición Apruebo Dignidad enfrente sola la elección de consejeros constitucionales. Prevén que si ésta va sola, se convertiría en un plebiscito a la gestión del gobierno y el resultado sería tan malo como el que le dan las encuestas, donde la desaprobación sube del 70% y la aprobación baja del 30%. Unidos en una lista con el socialismo democrático, en cambio, la coalición gobernante podría disimular su pérdida de apoyo. Descartado, hasta escribir estas líneas, por el PPD esta nueva propuesta amorosa, la opción de ir solo con el PS complace al Presidente. El no ir solo lo eximirá del riesgo de una derrota que lo obligaría a transferir el eje del poder a los socialistas y PPD en los tres años que le restan de gobierno.
No lograr la lista única, sin embargo, después del despliegue de almuerzos, telefonazos y esfuerzos personales que ha puesto en la unidad de todo el oficialismo, será otro golpe más para el ego del Mandatario, comparable con la derrota que sufrió en el plebiscito. En esa ocasión, como guaripola de la propuesta constitucional, se jugó personalmente por la opción perdedora.
Para la última elección presidencial, el PS respetó su alianza con el denominado socialismo democrático, el que ahora está dispuesto a abandonar, arriesgando a que continúe el proceso de abducción por parte de la ultra izquierda. Pero ésta, en el poder, tiene mucho que ofrecer y los socialistas parecen valorar más los ministerios, subsecretarías y seremías que pueden ganar con el sí, que lo que tienen que perder. Si se materializa la alianza electoral con el FA y el PC, lo que todo parece indicar, los socialistas perderán toda la penosa renovación que hicieron para convertirse en una socialdemocracia. Volverá el PS a constituir un solo eje con los revolucionarios, como lo hizo en la Unidad Popular, con los Mir y los Mapu, cuando estaba tan confundido que llamó a tomar las armas.
Ahora está lejos de eso, pero tampoco tanto, porque sin duda, como en los 60 y e inicios de los 70, validó la violencia octubrista y en la fallida Convención Constitucional apoyó los intentos del ultrismo por destruir nuestra institucionalidad y orden público con una propuesta que fue ilustrada como “el mamarracho”.
Además, el sucesivo dilatar de la decisión muestra la fractura al interior del PS para dejar la socialdemocracia. Algunos no quieren resucitar como zombies. Perder las elecciones junto a la ultra izquierda, mandando a la tumba al socialismo renovado y a la alianza con la centroizquierda. Son muchos los que quedarán en el camino. Y también el intento del Presidente Boric de resucitar la coalición que siempre buscó dar por muerta.
*Pilar Molina es periodista.