Por qué los dragones invadieron el mundo
¿Qué tienen en común san Jorge, el mago Merlín, la dinastía china Han, los vikingos y ‘Juego de tronos’?
Todos están relacionados con dragones, una obsesión que ha recorrido el mundo de norte a sur y de Oriente a Occidente.
Mango de espada japonesa del siglo VI. Allí, el dragón es emblema oficial de la familia real
Siempre han estado entre nosotros. En los años setenta del siglo pasado los encontramos en El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien, y una década después nos topamos de nuevo con ellos en Dragones y mazmorras, serie de televisión y juego de rol que marcaron a muchos niños y adolescentes españoles. Ahora, Juego de tronos los vuelve a poner de moda. Pero ¿por qué sentimos tanta fascinación por estos gigantescos saurios? ¿Qué han simbolizado a lo largo de la historia?
Monstruos vinculados al demonio
Estas criaturas ya estaban presentes en los mitos de muchos pueblos indoeuropeos, donde algunas historias narraban enfrentamientos entre héroes y dragones dotados de varias cabezas. En la tradición védica aparecía la figura de Vitrá, el guardián de las aguas, que era una criatura más benevolente que los malignos dragones de la tradición iraní. En los textos más antiguos del zoroastrismo se describe al Azi Dahka, un monstruo demoniaco portador de todos los pecados, que estaba dotado de tres bocas, seis ojos y tres cabezas.
El mito de los dragones pudo nacer al descubrirse fósiles de dinosaurios en la antigüedad
Algunas hipótesis sobre el origen del mito de los dragones hacen hincapié en la posibilidad de que el descubrimiento de fósiles de dinosaurios en la antigüedad llevase a algunos pueblos a pensar que eran esqueletos de seres todavía vivos o criaturas enigmáticas y escurridizas que rondaban más allá de las tierras conocidas. Durante las Cruzadas, en los mercados se vendían supuestos restos de dragones, que en realidad eran de cocodrilos procedentes de Egipto.
Una puerta hacia el mundo mágico
En 1902, el arqueólogo alemán Robert Koldewey localizó la puerta de Ishtar, en el yacimiento de la milenaria ciudad de Babilonia. Esta joya mesopotámica, propiedad del Museo de Pérgamo en Berlín, es un arco semicircular cuyas paredes están cubiertas de arriba abajo con filas alternadas de imágenes de un toro fiero y de un enigmático animal con aspecto de dragón que Koldewey denominó sirrush, una criatura cubierta de escamas, con cola y un cuello delgado que sostiene una cabeza de serpiente adornada con un cuerno.
‘Juego de tronos’: ‘Dracarys’. George R. R. Martin da especial protagonismo a los dragones: obedecen a Daenerys, heredera de los Targaryen, la dinastía que los domina
Pero la característica más singular son sus extremidades. Las patas anteriores del sirrush son las de un felino y las posteriores, las de un pájaro, con cuatro dedos cubiertos de extrañas y gruesas escamas. Si la puerta de Ishtar hubiera sido descubierta un siglo antes, este extraño animal habría sido considerado uno más del catálogo de bestias fantásticas del arte mesopotámico. Pero su descubrimiento se produjo a principios del XX, cuando el erudito estadounidense O. C. March ya era considerado el ‘padre de los dinosaurios’, y el mundo académico conocía los fósiles de algunas criaturas antediluvianas.
A diferencia de los dragones occidentales, los orientales no son destructivos, no echan fuego ni representan el mal
¿Era el sirrush la representación de un animal real que todavía vivía en época babilónica o un simple ejercicio de fantasía de los artistas mesopotámicos? ¿Qué simbolizaba aquel dragón? Koldewey afirmó que el dragón de Ishtar correspondía en muchos rasgos a los saurios que se habían extinguido en el Jurásico.
La India Poemas: los dragones aparecen en los ragamalas, álbumes de poemas ilustrados de la India de los siglos XVI y XVII
En la Grecia antigua, las historias sobre criaturas fantásticas nacieron como relatos populares que pasaron de generación en generación oralmente hasta que fueron escritas por alguien, tal y como ocurrió con Jasón y los argonautas, donde sobresale el dragón de la Cólquida, que tenía un larguísimo cuello y silbaba horriblemente.
Extraños animales de compañía
A lo largo de la historia, los humanos han ido creando un amplio catálogo de seres mitológicos a los que se les han atribuido cualidades mágicas o sobrenaturales. Esas criaturas fabulosas han simbolizado el bien o nos han alertado de los peligros y tentaciones de la vida. En el Nuevo Testamento, Juan -autor de la profecía del Apocalipsis- recibe de Dios la información precisa sobre los sucesos que se producirán en el futuro y que culminarán con el fin del mundo. En ese texto, Satanás es representado como un gran dragón, «la serpiente antigua», la más diabólica y pestilente, cuyos ejércitos se enfrentarán con los de Jesús, antes del Armagedón.
Los dragones buenos de oriente
En la antigua China, el dragón personificaba el yang (masculino) y era considerado un ser benéfico que propiciaba la lluvia y el agua en general. La mayor parte de los dragones carecía de alas, aunque gracias a la magia eran capaces de volar. Se dice que podían camuflarse y hacerse tan grandes como el mismo universo. Desde sus orígenes como tótem, esta criatura evolucionó hasta convertirse en un animal mítico. En la dinastía Han, el dragón era descrito como un ser con el tronco de serpiente, las escamas de una carpa, la cola de una ballena, los cuernos de ciervo, la cara de camello, las garras del águila y los pies de un tigre.
Indonesia Guardián: en varios países orientales, los dragones son símbolos de benevolencia e incluso de sensibilidad. En la imagen, un templo de Bali (Indonesia)
Al igual que en China, los dragones coreanos, japoneses y vietnamitas eran benevolentes. Algunos, capaces de comprender emociones tan complejas como la devoción, la bondad y la gratitud.
Si en el País del Sol Naciente el dragón es el emblema oficial de la familia real, en China era el símbolo del poder imperial. Lo mismo que en Vietnam, donde también representaban el poder del emperador y de la nación, además de asegurar las lluvias monzónicas. A diferencia de los dragones occidentales, los orientales no son destructivos, no echan fuego por la boca y no representan el mal.
En el Medievo europeo se confeccionaron numerosos bestiarios de animales fantásticos, cuyas anomalías fueron utilizadas por la Iglesia para instruir moral a sus feligreses. El monstruo se interpretó alegóricamente como pecado, aunque a veces también como virtud, como el grifo que en heráldica representa la nobleza, dado que su cuerpo es la combinación de las dos criaturas más nobles de la tierra: el águila y el león. Pero de entre todos los animales del bestiario medieval el dragón es el que brilla con más fuerza, símbolo de Satanás, el infierno y la destrucción.
El combate que sostienen el caballero y el dragón tiene un sentido alegórico. Es una lucha a vida o muerte entre la virtud y el mal. Esa lucha también expresa otro símbolo: el del dragón como devorador y guardián. A estas criaturas se les ofrecían doncellas en sacrificio y pronto pasaron a ser devoradores de hombres. Eran el puente a otro mundo y la prueba de iniciación que debía pasar todo héroe.
En las sagas germánicas Sigfrido mata al dragón y, al ungirse con su sangre, se hace inmune a todo mal
En las sagas germánicas, Sigurd (Sigfrido), armado con su espada, mata al dragón y, al ungirse con su sangre, se hace inmune a todo mal. La mitología germana incluye al dragón (Nidhug) entre las fuerzas del inframundo.
Los vikingos adornaban las proas de sus barcos con cabezas de dragones, cuya ferocidad hacía huir a los espíritus que vigilaban las costas a las que se dirigían los guerreros nórdicos. En la épica anglosajona destaca el poema Beowulf, de autor desconocido y cuya antigüedad se fecha entre el siglo VIII y el XIII. En la segunda parte de esta epopeya, el héroe pelea hasta la muerte contra el dragón.
La figura del héroe que se enfrenta a estas criaturas es bien conocida en Cataluña, dado que san Jorge (Jordi), su patrón, es el santo que a lomos de su caballo vence al dragón, símbolo de satanás y el pecado. El origen de esta leyenda habría que buscarlo en el siglo IV, cuando un oficial romano llamado Jorge se negó a apostatar de su fe al cristianismo, por lo que fue ajusticiado.
Los señores de los bosques
En la Edad Media, el bosque fue el lugar de encuentro entre el mundo natural y el sobrenatural. En ese ámbito mágico habitaban las figuras legendarias de la mitología anglosajona, como los caballeros de la Corte del rey Arturo, entre los que destacaba Lancelot, que mató a un dragón que amenazaba a los habitantes de la aldea de Carbonek, o el mago Merlín, otra de las grandes leyendas que han llegado vivas a nuestros días. En una versión del mito se aseguraba que Merlín tenía contactos con los dragones que habitaban en los bosques de Camelot.
Grecia Héroe: Hércules matando al dragón en el jardín de las Hespérides, obra de Pedro Pablo Rubens (y taller) en el Museo del Prado
El enciclopedismo y el escepticismo racionalista dejaron de lado el amplio catálogo de seres sobrenaturales. Sin embargo, en pleno siglo XX un puñado de escritores los rescató del olvido. Entre ellos destacan J. R. R. Tolkien, creador de El señor de los anillos; Michael Ende con La historia interminable; C. S. Lewis, padre del país de Narnia; y George R. R. Martin, autor de Juego de tronos.
Época medieval: dragones que viven en los mapas
Además de mostrar a los creyentes las perversiones del pecado, los seres fantásticos del Medievo fueron utilizados por los geógrafos para ilustrar sus cartografías del mundo conocido. En un mapa inglés pintado hacia 1260, las criaturas se vuelven deformes cuanto más se alejan de la Ciudad Santa de Jerusalén, el centro neurálgico del planisferio terrestre. En la zona alta del mapa aparece la representación de Dios y en la zona baja, la de dos dragones infernales. Era habitual que los dragones estuvieran acompañados por algunas de las criaturas fantásticas descritas por Plinio el Viejo, como gigantes, unicornios, pigmeos y hombres con los ojos en el pecho.
PARA SABER MÁS
Introducción a la mitología griega. Carlos García Gual. Alianza Editorial.