Un PSOE gripado
GRIPAR: tr. y prnl. Bloquearse las piezas de un motor o un mecanismo:
el coche perdió aceite y se gripó.
Pedro Sánchez se ha reafirmado no sólo en su no-no a la investidura de Rajoy, sino también en no aprobar sus presupuestos, en el problemático caso de lograrla. O sea, hará una oposición a sangre y fuego, no la dura pero responsable que ha prometido. Lo justifica en el «sufrimiento que el gobierno del PP ha causado al pueblo español en su mandato».
Nadie niega ese sufrimiento. Pero si se compara la España que cogió Rajoy, al borde de la bancarrota, con la prima de riesgo en 640 puntos, un paro del 26 por ciento y camino de ser otra Grecia, con la de hoy, con el mayor crecimiento en Europa, liderando las exportaciones, la prima de riesgo en cien puntos y seis puntos menos de paro, se ve que ese sufrimiento ha servido de algo.
¿Qué busca Pedro Sánchez? Pues que Rajoy fracase como él fracasó, sin importarle arrastrar al partido con él. Y con el partido, a España. ¿Qué hace el PSOE ante ello? Nada. El PSOE está gripado como un motor sin aceite. En un escenario global completamente nuevo, su fórmula socialdemócrata, que tan bien funcionó en la Europa occidental en el último medio siglo, ya no sirve. El Estado de bienestar no puede mantenerse debido al envejecimiento de la población y a la competencia de países con sueldos diez o incluso cien veces menores que los nuestros. Es la ley de Darwin: adaptarse o morir.
Eso lo saben perfectamente los socialistas al frente de ayuntamientos y autonomías. Como saben que sin la ayuda de «papá Estado» no podrán ayudar a sus ciudadanos necesitados ni pagarse las pensiones, la educación ni ninguno de los servicios públicos. Pero van a permitir que Pedro Sánchez bloquee las cuentas públicas. Que lo haga Podemos, cuyo objetivo es derribar el sistema, o los secesionistas, que cuanto peor le va a España mejor les va a ellos, se entiende. Pero ¿el PSOE, con la E de España en sus siglas?
Claro que vive preso de su espejismo. Se cree que es el «partido de los trabajadores». Cuando los trabajadores, hoy, en España (o Europa), quieren conservar lo que tienen. Es decir, se han hecho conservadores sin darse cuenta. La única izquierda verdadera a estas alturas es la radical: Podemos y sus confluencias. Que, curiosamente, se da la mano con la única derecha auténtica, la ultranacionalista. Los extremos se unen contra la nueva realidad de un mundo en el que todo ocurre en todas partes al mismo tiempo.
Si el PSOE se dejase de quimeras y aceptase esa realidad, como la aceptó Felipe González al aceptar la OTAN y la economía de mercado, nuestro problema estaría resuelto. Si no lo hace, puede ver el futuro que le espera en las ciudades, Barcelona, Madrid, Valencia, donde se prestó al experimento. Sánchez ya ha dicho que se presta a ello, como un Sansón dispuesto a hundir el templo con todos los que hay dentro. Lo malo es que ese templo no es el de los filisteos. Es el de todos los españoles.
El ABC y Sr. Carrascal son la antítesis de la imparcialidad. La bajada de la prima de riesgo tiene que ver con la bajada del precio del petroleo y no con las políticas del PP. El paro sigue estando por encima del 20% muy similar al de Grecia, los dos países con mayor tasa de paro de Europa. La pequeña bajada del paro ha sido a costa de contratos basura en hostelería, contratos temporales que no crean más empleo sino de peor calidad. Esos contratos son fruto del aumento del turismo en España que, por supuesto, tampoco tiene que ver con las políticas del PP. Estos sólo se dedican a robarnos a todos los españoles y aprovechar la política para su propio beneficio, esa es la verdad.