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¿Qué podría hacer Biden por Cuba?

Remesas no, paquetes sí: una propuesta.

El castrismo ha demostrado ser muy resiliente. Si no se aprovecha este momento de debilidad, probablemente saldrá reforzado.

Resiliencia llama la Sociología a la capacidad de un grupo para sobreponerse a sucesos perturbadores, incorporándolos mediante la adaptación de los lazos internos a la nueva tensión externa, lo que genera respuestas originales y cohesión.

El pueblo cubano ha lanzado el primer golpe, pero sin ayuda es muy difícil que pueda lanzar el segundo. 62 años de totalitarismo y adoctrinamiento convierten en milagroso el levantamiento nacional del 11 de julio; ahora, la represión —física y mental— del Gobierno debe ser compensada con ayuda internacional, sobre todo de Estados Unidos.

El presidente Joe Biden está frente a circunstancias inéditas. Si no actúa, pronto será demasiado tarde. Por el momento ha hablado, pero solo respondiendo preguntas en una rueda de prensa no dedicada a Cuba y, aunque sonó serio, lo que ha dicho es insuficiente.

El anuncio de que podría donar vacunas a Cuba contra el Covid-19 llega a destiempo, es totalmente inútil y contraproducente. El sistema propagandístico del régimen lo hará trizas.

Habría sido mejor descartar públicamente una intervención castrense dejando claro que Estados Unidos apoya el sacrificio del pueblo cubano, pero que no intervendrá militarmente a menos que haya un baño de sangre en la Isla, ni permitirá que desde su territorio se genere violencia en Cuba.

El castrismo se basa en mentiras repetidas hasta la saciedad. Una de las fundamentales es convertir, mediante manipulación histórica y falsedades, el diferendo pueblo-Gobierno en un diferendo Cuba-EEUU. Ahí el bulo de la «invasión» es fundamental. Muchos cubanos lo creen y lo temen, al menos subconscientemente. Despejar esa variable es importante y puede hacerse sin gran costo.

También mencionó Biden que su Gobierno está estudiando proveer internet directamente al pueblo cubano. Ese sería uno de los bofetones más duros y sonoros que puede recibir el castrismo. Quienes han jugado a Mortal Kombat le llamarían un Fatality (rematar de forma espectacular a un contrario derrotado).

Los cubanos quedarían eternamente agradecidos si los rescatan de las garras de ETECSAel Gobierno perdería una de sus principales vías para cobrar el «rescate» que pagan los emigrados por sus familias en la Isla, y oposición y pueblo —que son lo mismo— tendrían acceso a información sin miedo a ser espiados.

Tampoco es suficiente no «facilitar a corto plazo» el envío de remesas. El dinero es un bien fungible; una vez entra en las arcas castristas, no puede diferenciarse cuál va para alimentos o medicinas y cuál para armas y represión. Después de la violencia gubernamental vista en estos días, hay causa suficiente para prohibir el envío de dinero a Cuba.

Las remesas deben cesar totalmente, prohibirse. En sustitución, puede crearse un programa familia-familia. El Gobierno norteamericano sería mero facilitador, evitando dar razón para que el castrismo invoque injerencia y lo reniegue.

En concreto, puede permitirse que barcos mercantes cubanos vayan a Florida a recoger paquetes enviados por los emigrados a sus familias. Incluso podría y debería ofrecerse poner a disposición de ese transporte barcos norteamericanos sin costo alguno.

Las únicas condiciones del programa deberían ser:

Que no se cobre ningún tipo de impuesto o flete por estos envíos.
Que no se prohíba ninguna mercancía que no esté prohibida en el Código Penal.
—Que las ayudas solo tengan como destino familias concretas, no instituciones, ni siquiera organizaciones religiosas.
—Que quienes reciban mercancías no puedan utilizarlas en emprendimientos empresariales que involucren empresas estatales.
Que el Gobierno cubano respete el destino de cada paquete.

Esto podría anunciarse abiertamente, no hay que negociarlo con el Gobierno cubano. Sería un muy generoso ofrecimiento público que el castrismo tendría que aceptar o rechazar.

Para Estados Unidos será económicamente positivo. Los miles de millones que salen anualmente vía remesas, se gastarán ahora internamente impulsando empresas de la propia comunidad cubanoamericana.

Por su parte, para el castrismo sería muy difícil rechazar una ayuda familia-familia no condicionada políticamente. Si se niega, probablemente surjan protestas aún mayores a las del 11J.

Estos envíos de paquetes aliviarían la situación del pueblo quitándole presión al Gobierno cubano, pero esa es una ganancia mínima que sacará de esto el castrismo, mientras que:

Se evita que el régimen pueda apropiarse de los dólares de la emigración y usarlos para las inversiones que enriquecen a los jerarcas militares y partidistas.
—Desaparece parte de la financiación que mantiene artificialmente vivas las incompetentes empresas estatales.
Se garantiza que el régimen no pueda usar dinero americano para la represión en Cuba.
—Se alimenta un mercado independiente al Gobierno, que libera a la gente de su dependencia del Estado, fomentándose un sector económico privado.
—Este mercado paralelo competirá con las tiendas MLC. Así, los cubanos podrán comprar cosas más baratas y, además, se le cerrará al Gobierno su aspiradora de dólares.
—La impersonalidad de las remesas monetarias debilita visualizar cómo los cubanos son más dependientes de Miami que del Gobierno. Los paquetes harán mucho más visible esto.

El ahorro que el esquema familia-familia le generará al castrismo será menor que el daño que le hará el retiro de su mayor fuente de divisas frescas, las remesas; además de que la llegada masiva de electrodomésticos presionará el consumo de combustibles estatal, una de sus facturas más pesadas y origen de las mayores explosiones populares, por los apagones.

La idea fundamental es, sin abandonar al pueblo de Cuba, evitar que siga siendo el rehén con el que el castrismo vampiriza la nostalgia de los emigrados.

 

 

 

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