¿Qué puede pasar este año en Venezuela? 5 economistas debaten sobre la crisis
1. El Foro. Las exposiciones de los cinco expertos convocados por la Universidad Católica Andrés Bello para analizar la economía en el ciclo de foros Propuesta Venezuela 2015, describen a un país que parado al borde del precipicio podría reaccionar como un personaje de dibujos animados: dar un paso al frente y caer al vacío.
Es la economía del temor. Atrás han quedado los tiempos en que un río de petrodólares solapaba la corrupción del control de cambio, la asfixia a la producción con regulaciones de todo tipo, las pérdidas de las empresas estatizadas, el colosal déficit en las cuentas públicas, el costo de los subsidios indiscriminados y una moneda que favorecía las importaciones.
Ahora, cuando el barril desciende de las alturas y no ofrece señales de un nuevo despegue, Ángel Alayón, Asdrúbal Oliveros, Felipe Pérez, Orlando Ochoa y Víctor Álvarez, detallan una coyuntura donde la opción es una transformación profunda o una crisis que podría agravarse hasta límites que hoy son inimaginables.
2. Raíces. Para precisar los problemas estructurales del modelo que se ha aplicado durante los últimos quince años, Ángel Alayón recurre a los trabajos de János Kornai, profesor de la Universidad de Harvard y uno de los académicos con mayor conocimiento sobre el funcionamiento de las economías socialistas.
“Kornai precisa tres características inherentes al socialismo que explican su mal funcionamiento. La primera de ellas es el desplazamiento de la propiedad privada por la propiedad estatal, algo que vemos claramente en casos como Sidor, Lácteos Los Andes, Agroisleña y un cúmulo de pequeñas y medianas empresas que hoy producen mucho menos desde que están en manos del Estado, hay una gran cantidad de estas empresas que deben regresar al sector privado y debe pensarse en negociar con sus antiguos dueños”, dice Ángel Alayón.
La segunda característica es la restricción presupuestaria blanda, como el Estado cubre las pérdidas las empresas públicas tienen pocos incentivos para reducir costos y obtener rentabilidad. “Así como no tiene sentido el subsidio a la gasolina no hay razones para que se continúen cubriendo las pérdidas de empresas públicas quebradas”, agrega el profesor del IESA.
La tercera característica es la planificación central, la creencia de que el Estado puede ser más eficiente que el mercado para asignar los recursos. “Uno de los problemas del control de cambio es que desde una oficina se pretende saber cuánto debe importar cada sector, esto es imposible y el gran inconveniente de la planificación centralizada es que si te equivocas falla todo el sistema”, dice Ángel Alayón.
A los problemas anteriores se añade una política económica que ha fracasado desde hace más de cuatro mil años cuando por primera vez se intentó en la Grecia antigua: el control de precios.
“Los economistas se equivocan muchas veces, pero no cuando dicen que, cuando el precio de un bien se fija por debajo del precio de equilibrio, hay mayor demanda y menor oferta disponible, algo que se traduce en escasez. La escasez normal es de 5% y desde 2004 no ha estado por debajo de 10% y la última cifra oficial fue 30%”, dice Ángel Alayón.
“Esto nos indica que el Gobierno está atrapado en la narrativa de la guerra económica, desplaza la responsabilidad a unos enemigos que pueden existir o no pero que son consecuencia de las políticas que aplica, el contrabando, el acaparamiento son un negocio que surge por las regulaciones. El sector privado responde a los incentivos y tenemos que cambiarlos”.
3. El desequilibrio. Las estadísticas difundidas por el Banco Central de Venezuela registran que en los tres primeros trimestres de 2014 la producción retrocedió de manera continua y la economía descendió 3,9% al contrastar los primeros nueve meses del año con el mismo lapso de 2013, con lo que técnicamente padece una recesión. Al mismo tiempo, la inflación experimentó un salto en torno a 64% para todo el año, es decir, la cuarta cifra más elevada desde 1950.
Orlando Ochoa explica que el Gobierno “mantiene una política económica que privilegia a los grupos captadores de rentas y tiene una ideología antimercado. Los problemas actuales ya existían pero la caída de los precios del petróleo a partir de noviembre de 2014 los profundiza”.
Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, precisa que si la cesta petrolera venezolana se cotiza este año en un promedio de 45 dólares el barril el país obtendría ingresos por el orden de 36 mil millones de dólares mientras que los gastos por importaciones, pagos de deuda y servicios, entre otros, superarían esta cifra en 47 mil millones de dólares.
“Puede que a través del cobro de deudas de Petrocaribe como se hizo recientemente con República Dominicana, emisión de bonos de Citgo, préstamos de China, logres unos 20 mil millones de dólares, pero aún así habría un déficit de 27 mil millones que aún no se sabe cómo se va a cubrir”, dice Asdrúbal Oliveros.
El Gobierno mantiene un sistema cambiario donde asigna divisas al precio artificialmente barato de 6,30 bolívares por dólar con lo que genera corrupción, obtiene pocos bolívares para cubrir sus gastos y propicia una gran demanda de billetes verdes. Al mismo tiempo, desde el último trimestre del año pasado ha entregado muy pocos dólares al sector privado y la escasez tenderá a agravarse, mientras que la falta de materias primas hará que la producción de las empresas continúe en descenso.
Los gastos del Gobierno superan en una magnitud de 20% del PIB al ingreso y para cubrir la brecha el Banco Central imprime billetes sin respaldo. El resultado es que más bolívares persiguen pocos bienes y los precios aumentan velozmente como lo demuestra la aceleración de la inflación y la pérdida de capacidad de compra del salario.
Felipe Pérez, exministro de Planificación, advierte que el país tiene las características típicas que conducen a la hiperinflación: “Déficit fiscal endémico, monetización del déficit y disminución de la demanda de dinero, es decir, la gente no quiere los billetes quiere bienes”.
Víctor Álvarez, exministro de Industrias Básicas, explica que entre los desajustes que muestran el impacto de subsidios que agravan los números rojos en las cuentas públicas destaca el tema de la gasolina. Vender la gasolina a precios ínfimos no beneficia a los pobres y al comparar con el costo que tiene el combustible en otros países quienes tienen vehículo reciben un subsidio anual en torno a 12 mil millones de dólares.
4. ¿Qué hacer? Las propuestas coinciden en que en lo inmediato es necesario eliminar el sistema cambiario con tres mercados y avanzar hacia un solo tipo de cambio donde el dólar se cotice al nivel de equilibrio que se estima en un rango entre 25 y 30 bolívares. Esto le daría al Gobierno más bolívares y por tanto se reduciría el déficit fiscal, aparte de acabar con la corrupción que genera la búsqueda de dólares artificialmente baratos.
Felipe Pérez propone un sistema de bandas, donde el dólar fluctúe entre un piso y un techo previamente establecido, mientras que Asdrúbal Oliveros considera que en este momento podría colocarse un solo tipo de cambio oficial, eliminar las subastas del Sicad y abrir un mercado paralelo legal, con lo que se trataría de un sistema dual.
Una opinión compartida es que sin disciplina fiscal ningún sistema cambiario funcionará con éxito porque el Gobierno seguiría inyectando una gran cantidad de bolívares que impulsarían la demanda de divisas y también es necesario realizar ajustes en las tasas de interés.
La lista de medidas también debería prohibir que el Banco Central continúe financiando al Gobierno a través de la emisión de dinero sin respaldo, eliminar los subsidios ineficientes y diseñar programas dirigidos a las familias vulnerables, así como flexibilizar el control de precios.
Al mismo tiempo adecuar convenios en los que Venezuela envía petróleo y lo cobra a plazos como Petrocaribe. Víctor Álvarez propone que para aliviar el déficit de divisas se reprogramen los pagos pendientes por obras de infraestructura con países como Brasil e Irán, recomprar deuda para aprovechar la caída que ha habido en la cotización de los bonos de la República y utilizar estos títulos como forma de pago.
5. Más que economía. El consenso es que si el Gobierno no toma las medidas adecuadas y opta por comprar algo de tiempo vendiendo activos, recortando importaciones, posponiendo obras de infraestructura o recortando acuerdos energéticos sin aplicar correcciones de fondo el deterioro continuará y la escasez, la inflación y la recesión crearán un escenario muy conflictivo.
Felipe Pérez no duda en señalar que “no es si el Gobierno quiere o no quiere hacer las reformas es que va a tener que hacerlo porque de lo contrario perderá el poder, la conmoción social va a crecer”.
Agrega que “es necesario un arreglo político que cambie las expectativas y rescate la confianza, esto pasa entre otras cosas por revisar los poderes públicos”.
Ángel Alayón comparte esta idea e indica que “se requiere un acuerdo político que refunde las instituciones, las crisis económicas se transforman en crisis políticas porque disminuye el dinero que tienen los gobernantes para mantener las alianzas, el Gobierno tiene que dar el paso para un acuerdo. La alternativa es la profundización de los males actuales, estamos muy lejos de lo mal que podemos llegar a estar”.
Asdrúbal Oliveros indica que “cuando observamos la caída en la capacidad de compra del salario y las cifras de pobreza está claro que la conflictividad social va a aumentar y el riesgo es que el Gobierno opte por mayor polarización, un escenario de tierra arrasada. Cuando el objetivo es permanecer en el poder se sobreponderan los costos políticos, el Presidente tiene problemas de liderazgo y hay grupos captadores de renta que se oponen a las reformas”.
Agrega que la oposición “juega un rol y allí también hay miopía y mitos. ¿Qué sentido tiene oponerse a una medida lógica como el aumento de la gasolina? Los líderes deben estar a la altura de las circunstancias, no se le ha explicado a la población cuál es la alternativa al modelo que se cataloga de desastre”.
Víctor Álvarez apunta que la oposición debe ayudar a que se tomen las medidas de ajuste, destaca que cuando el año pasado tímidamente se asomó la posibilidad de corregir desequilibrios con medidas lógicas como la unificación cambiaria, desde las filas opositoras se acusó al Gobierno de que aplicaría “un paquetazo”.
Orlando Ochoa señala que el factor ideológico, la preparación y los grupos acaudalados que giran en torno al poder hacen que sea imposible para el Gobierno “darse la vuelta y aplicar las reformas, va a caer en la hiperinflación, pensar que hombres como Nelson Merentes o Rodolfo Marco Torres van a manejar bien esta situación es soñar”.
Concluye en que es toda una paradoja que la salvación de este Gobierno, que apostaba a la planificación central, dependa de reformas que hagan que funcione el mercado.
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