Quién te escuchara cantar, Cecilia
Cuando se cumplieron, en agosto pasado, 45 años de su muerte en accidente de tráfico, recordamos a la cantante y su legado en conversación con Lidia Pujol, que ha grabado un precioso disco de versiones
Quién te escuchara cantar, Cecilia. Qué bien nos sentaría. Y qué bien le vendría a España. Amansarías hasta las más feroces de las fieras. Han pasado 45 años desde aquel triste 2 de agosto de 1976 que te nos arrancó de forma trágica y tempranísima, como si ese maldito club del 27 quisiera cumplir su cuota ibérica. Tus canciones sí siguen vivas, claro. Porque son inmortales, y porque infinidad de artistas han recogido el rocío de tus melodías lanzadas al viento.
«He detectado huellas compartidas de su legado en la poesía, la filosofía, las humanidades, la mística», dice la cantante barcelonesa Lidia Pujol, que ha grabado un disco titulado ‘Conversando con Cecilia’, en el que combina versiones de sus canciones con textos cantados de Ramón del Valle Inclán y Jacint Verdaguer. «Cualquier obra musical que se ponga al servicio de la palabra e inspire al despertar de la subjetividad humana está hermanada con el constante intento de humanizar la Humanidad. Seguro que ella se desprendería de cualquiera que quisiera seguir sus huellas y miraría con amable complicidad a aquel que siguiera como ella unas huellas más profundas», reflexiona la artista.
El discurso de Lidia Pujol es sin duda uno de los más interesantes que se pueden escuchar en una conversación sobre Cecilia, tras la culminación de un trabajo de homenaje concienzudo, apasionado y riguroso como pocos. «Lo primero que hice fue leer, buscar, ver entrevistas, programas, conversar y conocer a Joaquín Díaz, a quien ella misma fue a buscar cuando quiso reconectar con su propia cultura después de años en el extranjero; y a Jesús Caramés, quien con Teresa Sobredo, su hermana, recuperó y propició la digitalización de sus ensayos y procesos creativos, a los que he podido tener acceso personalmente. Desnudé las letras que me resonaban, que me revolvían, de la música que en su mayoría no me ayudaba a escuchar ni comprender el mensaje. Las aprendí de memoria y las debatí con amigos y pensadores. Una segunda fase fue cantarlas en la capilla modernista y gaudiniana de la iglesia de mi barrio. A veces con dos o tres personas. Descubrí entonces la fuerza infinita de sus mensajes y decidí llevar a cabo una máxima que me ha acompañado durante toda mi trayectoria: cuando en una canción hay letra, manda la letra; y todo lo demás, música, escena, luz, vestuario se pone al servicio de comunicar la letra. Cuando su hermana Lola me dijo que lo que había hecho estaba muy en la línea de lo que hubiera hecho su hermana, descansé en paz».
Lidia cuenta que llegó hasta estas canciones cuando se quedó «sin palabras» ante determinados sucesos ocurridos en la querida España de Cecilia. «El impacto fue de tal envergadura que me llevó a conversar conmigo misma y nuestro momento histórico a través de sus canciones. Ante la simplificación de la vida humana, cuando te obligan a pertenecer a un bando, la primera que llamó a mi puerta fue ‘Mi querida España’. Su versión original, sin censurar, me invitó a recordar que todos somos vulnerables, que todos tenemos una infinita necesidad de amar y ser amados, y que quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. El país más grande y más pequeño que habito es mi cuerpo y desde aquí dentro intento constantemente lanzar puentes de comunicación».
Cecilia, hija de un militar y diplomático franquista, tuvo tiempo de ver el suficiente mundo (viajó por países como Reino Unido, Estados Unidos, Portugal, Argelia o Jordania) como para entender lo mucho que nos dividen algunas cosas que, en realidad, no son más que construcciones artificiosas e interesadas, y lo plasmó en unas letras «lúcidas, profundas, amables y radicales», describe Pujol, «retratando la normalidad, con una pregunta implícita en cada una de ellas: ¿Y tú? ¿Qué dices tú? ¿Cómo lo ves? ¿La sociedad te parece saludable, enferma, podrida?». Y es que cuando Cecilia volvió a España después de su primera infancia y juventud en diversos países, llegó inspirada por una frase de Bob Dylan, tal como recuerda su admiradora catalana: «’Los autores debieran partir de sus propias raíces para, a partir de ellas, recrear sus propias composiciones’. Además, influenciada musical y culturalmente por culturas ajenas, siente como yo misma la necesidad de vincularse a lo propio. Viniendo del pop rock inglés, se adentra en la música tradicional y popular de la mano de Joaquín Díaz y empieza a componer escenas donde se cuestiona la identidad y la orientación desgranando su propio rosario de contradicciones».
Los censores siempre tuvieron a Cecilia en su punto de mira, pero «también ella sabía quiénes eran y como driblarlos», asegura Lidia. «Hoy sufrimos la misma censura con nuestros propios silencios. Yo personalmente ya no me atrevo a opinar en las redes. Creo que el acto revolucionario por excelencia de estos días apocalípticos para la especie humana es la presencialidad, mirar por los propios ojos, prescindir del intermediario en alguna medida, por calidad».
Una de las canciones que no pudo colarle a la censura fue ‘Cíclope’, que Lidia recupera en su álbum de versiones. «Me parece profética», asegura. «Llama monstruo de un solo ojo a la televisión, de mirada plana y sin matices, creadora de ‘verdades’ por simplificación y repetición. La absolutización de las pantallas en nuestras vidas nos deja poco tiempo de vida para mirar la vida presencialmente». A la cantautora madrileña le pasó lo mismo con ‘Soldadito de plomo’, también rescatada en ‘Conversando con Cecilia’. «No es solo un alegato por la paz y contra la guerra, es una crítica a la máxima del funcionamiento militar: pensar una orden es desobedecerla. La letra es una constante invitación a pensar por ti mismo y a ser libre en tanto que consecuente con tus principios», proclama Pujol.
Mucha gente se pregunta qué música estaría haciendo hoy Cecilia si estuviera viva, y su discípula lo tiene claro. «Era una trovadora, una creadora de mensajes con la intención de despertar conciencias. Estaría haciendo lo que está haciendo a través de mí como juglar que soy, contar cantando ‘quiero dividir mi pan y compartir mis opiniones’, que es algo que decía».