Rafael Rojas: El año de la pobreza
A los perturbadores informes de la Cepal y el FMI, que recientemente han pronosticado un severo aumento de la pobreza y la desigualdad como consecuencia del retroceso económico de este año, habrá que agregar el más reciente estudio auspiciado por Antonio Guterres y la Secretaría General de la Organización de Naciones Unidas. El informe, dado a conocer la semana pasada, pinta un panorama generalizado de deterioro de los indicadores sociales, pero apunta especialmente al incremento de la pobreza en Bolivia, México, El Salvador, Nicaragua, Guatemala y Honduras.
La ONU coincide con la Cepal en que el decrecimiento del PIB en la región alcanzará un 9.1% o más. El desempleo pasará de 8.1%, que ya era bastante alto a principios de 2020, a 13.5% a fines de este año, lo que equivaldrá a que 44 millones de personas en edad laboral se quedarán sin trabajo en América Latina y el Caribe. El salto mayor, sin embargo, se dará en la pobreza, ya que la tasa porcentual subirá de 7% a 37.2% de la población.
Las cifras de la ONU sugieren que a inicios de 2021, cuando la pandemia haya pasado factura a la situación social de América Latina y el Caribe, unos 230 millones de personas vivirán en situación de pobreza y otros 96 millones sufrirán la extrema pobreza. El estudio da por descontado que, más allá de las terribles secuelas del coronavirus, el propio impacto del Covid-19 se ensañará contra la población de más bajos ingresos, de la cual sólo un 34.2% tiene cobertura de salud.
El Informe de políticas sobre el impacto del Covid-19 en América Latina y el Caribe (2020) sostiene que la desigualdad en el acceso a los servicios médicos es una de las causas del mayor o menor perjuicio de la pandemia en algunos países de la región. El aumento de la pobreza no es, estrictamente, un efecto del coronavirus sino un fenómeno previo, que en los últimos años comenzó a revertir el avance en la distribución equitativa del ingreso de los primeros lustros de este siglo.
De acuerdo con el informe, los seis países de la región que, desde fines de la pasada década, poseen un mayor porcentaje de la población en pobreza y extrema pobreza son, en ese orden, Honduras, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, México y Bolivia. En el caso de algunos de esos países, como los del triángulo norte centroamericano más Nicaragua, la enorme dependencia de las exportaciones de productos básicos, viajes, remesas y turismo acentúa los efectos depresivos de la pandemia.
Si se exceptúa a Bolivia, cuyos índices de pobreza han sido históricamente altos, a pesar de los avances en ese aspecto de los gobiernos de Evo Morales, la zona más crítica de la región está ubicada en el eje de tensiones migratorias con Estados Unidos. El aumento de la pobreza en Centroamérica y México explica el ascenso que en los últimos años ha tenido el potencial migratorio de esos países. Razón de más para concertar políticas que exijan del gobierno de Donald Trump un trato justo hacia la inmigración y la comunidad migrante.