Ramón Peña / En pocas palabras: Ilusión monetaria
Ante el colapso de la economía venezolana y sin contar el régimen con recursos para su recuperación -PDVSA y las empresas estatales en ruinas, la iniciativa privada espantada, el crédito internacional ausente- el tema oficial no parece ser la búsqueda de alternativas que reanimen el aparato productivo y resuciten la generación de riqueza. Su preocupación se centra más bien en cómo domesticar a la población hambrienta y hundida en necesidades insatisfechas, impedir “un estallido social” que muchos presagian y preservar una base politica. Para estos propósitos, su estrategia tiene dos vectores: el salario nominal y esa credencial de dádivas conocida como el carnet de la patria. Dos elementos, ajenos a la economía real, pero útiles para quienes gobiernan, como eficaces locus externos de control del empobrecido paisanaje.
La encuesta Ratio-UCAB revela que 69% de la población se ha mostrado complacida con el desmesurado aumento en miles por ciento del salario mínimo. Casi un premio de lotería. Muy probablemente, mientras los asalariados se solazan contando los nuevos billetes, no se han inquietado por medir su valor real, qué reserva los respalda, ni se aguan la fiesta preguntándose en cuánto tiempo los convertirá en sal y agua la marea inflacionaria que crece a razon de 200% mensual. Tampoco les inquieta la erosión del poder de compra que causa la insaciable avidez por los dòlares americanos. Sencillamente, disfrutan de la ilusión monetaria, esa miopía -por ignorancia o autocomplacencia- a la que somos vulnerables los humanos. El régimen la conoce y la sabe explotar a través de su aventajado aparato comunicacional.
Éste ha sido, en terminos boxísticos, un round del régimen, ganado frente a un no-contest de la oposición. Por supuesto, la vida no mejorará en terminos reales, el dinero incremental se pulverizará aceleradamente. Pero cada nueva ilusión es vitamina para el conformismo. Insólita la ausente voz de la oposición frente a la farsa populista…