Ramón Peña / En pocas palabras: Más que Ucrania
Hay sombras sobre la expectativa de la guerra en Ucrania este año. La contraofensiva ucraniana, anunciada a comienzos de 2023, no fue tan exitosa como se esperaba, las líneas que separan ambos ejércitos no variaron significativamente en esos doce meses. No obstante, Ucrania impidió que Rusia tomara alguna ciudad importante durante el año y, de mucha significación, rompió el bloqueo en el Mar Negro y ahora puede exportar millones de toneladas de granos.
El alargamiento del conflicto ha morigerado, en alguna medida, el sentido de urgencia que la guerra despertó en Occidente hace dos años. Hoy, el apoyo determinante de sus aliados de Europa y Estados Unidos muestra titubeos e irresolución en cuanto al compromiso de respaldo que demanda la defensa y el enfrentamiento de la pequeña nación frente al gigante ruso
Las guerras prolongadas, de desgaste, suelen definirse por la disponibilidad de material bélico de cada contendor, siempre se ha dicho que las pierde el primero que se quede sin balas. El presidente Zelensky ha declarado esta semana su firmeza en continuar la lucha con expectativa de triunfo, pero contando con el apoyo crucial de sus aliados occidentales.
Europa no ha reunido el consenso de sus países miembros para aprobar un presupuesto de ayuda militar de 50 millardos de euros. En Estados Unidos, la propuesta del gobierno Biden de aportar 61 millardos de dólares en armamento se debate en el Congreso todavía sin claras perspectivas de aprobación. En el horizonte, aun más sombrío, se asoma el anuncio de Donald Trump, si ganara, de abandonar el apoyo a Ucrania.
La hipótesis de una caída de Ucrania significaría una derrota de Estados Unidos y Europa. Así lo apreciarían, valorando todos los reacomodos y proyecciones estratégicas a que daría lugar, Rusia y también China, Irán y Corea del Norte. Potencialmente, nos permitimos especularlo como la antesala de una situación nada auspiciosa para Occidente.