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Ramón Peña / En pocas palabras: Una descolorida Asamblea 

Poco auspiciosa fue la Asamblea General de Naciones Unidas de este año. Quedaron sustancialmente indefinidos los pronunciamientos sobre los temas más apremiantes: la guerra en Ucrania, las catástrofes climáticas, las precarias condiciones de vida del Sur Global, entre otros. Oportuno es recordar los grandes objetivos de la ONU establecidos en su creación en 1945: el cumplimiento del derecho internacional, la paz mundial, la protección de los derechos humanos y el desarrollo sostenible de las naciones, todo en un marco de cooperación internacional.

De los cinco actores clave de la geopolítica mundial, que integran el Consejo de Seguridad con derecho a veto, solo uno, EE.UU., se hizo presente. Por segundo año consecutivo no asisten los mandatarios de Rusia y China. El presidente de Francia se excusó por su compromiso de cena con la realeza inglesa en el palacio de Versalles… Displicencia si consideramos que estos líderes conforman el órgano ejecutivo de la ONU.

Por cierto, los diez miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, solicitaron a la asamblea limitar el alcance del derecho a veto de los cinco miembros permanentes. Obviamente, luce absurdo que Rusia, como invasor, tenga derecho a vetar cualquier objeción a su despropósito, como lo haría China si materializara su amenaza sobre Taiwán, o EE.UU. cuando invadió Irak.

Sobre la guerra en Ucrania, privó el desencuentro entre las tres posturas ante el asunto: Occidente, el Sur Global y Rusia y sus satélites. La guerra continúa con serias implicaciones a escala mundial, incluida la escasez y encarecimiento de granos y otros alimentos.

Lo insustancial de esta Asamblea General, la fisonomía de entelequia que está adquiriendo la ONU y la confrontación generalizada, nos hacen recordar aquel discurso de Cantinflas en su memorable película, Su excelencia (1967), ante una contenciosa asamblea mundial sobre la paz, cuando, para recriminar a los beligerantes asistentes, concluye con la parodia de un versículo de Cristo: “…armaos los unos contra los otros, he dicho”.  

 

 

 

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