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Raúl Ochoa Cuenca: ¿ Solo High Tech ?

 

«Lee, aléjate de las pantallas. Las pantallas te devoran, la lectura te alimenta”. Las pantallas te vacían, los libros te llenan. Hace toda la diferencia. La literatura y  los libros te permitirán descubrir lo único que eres y en qué medida no te pareces  a cualquier otra persona.  Esto es lo que hace la humanidad. Cada persona es única. Y es la literatura la que nos enseña esto.

Así, Bruno Le Maire, Ministro de Economía francés, se dirigió a las nuevas generaciones en un apasionado discurso advirtiendo sobre los peligros que  podrían catalogarse de proceso en retro marcha en relación a la formación intelectual del ciudadano.

Esta declaración del Ministro Le Maire, la relaciono con la experiencia vivida  por una científica americana que, siendo su especialidad la neurología, se dedicó a estudiar este fenómeno contemporáneo como lo es nuestro comportamiento en base a los dictados de eso que llamamos el móvil, el computador o la tablet, en fin a ese aparato que no lo soltamos ni por un minuto.

La Dra.  Maryanne  Wolf, neuróloga de la Universidad de Los Ángeles,  critica la forma de desarrollar la lectura en la era digital,  ya que según ella nos está cambiando el cerebro.

Veamos entonces por qué su preocupación. Simplemente  le dio por releer una de sus novelas favoritas y se alarmó cuando se dio cuenta de que ya no era capaz de leerla. Le aburría por completo,  El Juego de los Abalorios, un libro de Herman Hesse que solía fascinarle. El juego intelectual que plantea la novela de pronto le resultaba demasiado complejo. Si a usted también le cuesta últimamente centrarse en la lectura de una novela sin echar continuamente mano al móvil para leer el último WhatsApp o revisar los likes en Instagram, seguramente se identifique con esta investigadora, quien se propuso averiguar si realmente estaba perdiendo la habilidad de leer en profundidad, o era simplemente que estaba sufriendo de alguna enfermedad.

La Dra. Wolf culpa a internet de habernos hecho perder a los lectores «la paciencia cognitiva» que antes nos permitía leer novelas más largas  y complejas «y comprender niveles más profundos». ¿Está de verdad internet haciéndonos más estúpidos?. Probablemente no,  pero sí está cambiando el modo que procesamos la información y de cómo leemos, lo cual tiene una importancia capital, porque la plasticidad cerebral se refiere a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida, como reacción a la diversidad del entorno.

Entonces si efectivamente nuestro cerebro se está adaptando a ese gigante sobre humano que se llama internet ¿Leeremos menos? ¿Y aprenderemos menos o más? Recibir mensajes continuamente en el móvil, ojear redes sociales y leer a trozos noticias en internet está favoreciendo que procesemos la información más rápidamente. Es una competencia útil para surfear un mundo digital. Sin embargo, las interrupciones constantes de las tentaciones que llegan de ese mundo están diezmando nuestra concentración y cada vez dedicamos menos tiempo a esa lectura reposada que supone un mayor reto intelectual.

Según las investigaciones de Wolf, corremos el riesgo de atrofiar la parte del cerebro que nos permite hacer los procesos de comprensión más analíticos y complejos. Y yo me pregunto si J. C. R. Licklider, el creador de lo que hoy conocemos como internet, también pensó en que en el futuro ese inicio pudiera llevarnos a los inimaginables terrenos que este mundo digital nos está adentrando.

¿Será que el ministro Le Maire y la Dra. Wolf han comprendido que de la misma manera que se está cambiando la forma de nuestras lecturas también estamos yendo a un mundo donde lo espiritual tendrá sus bases sobre criterios muy diferentes a lo que hoy consideramos, por ejemplo, la belleza? Que viva Internet.

 

En Anfi del Mar, Febrero del 2021.

 

 

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