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Un Referendo Trumpiano

 

La campaña electoral previa a estas elecciones en mitad de periodo (midterms), realizadas el martes 6 de noviembre en los Estados Unidos, pavimentó la ruta a un referendo sobre el actual presidente del país (en realidad, eso ocurre siempre; las midterms de alguna manera emiten un juicio sobre la gestión presidencial).

¡Trump, Trump, Trump! fue el asunto fundamental. Las encuestas a boca de urna lo confirmaron. Y no es algo que le molestara al empresario, al contrario: “No aparezco en la boleta electoral, pero estoy en ella, porque es un referendo sobre mi persona”, afirmó en un acto en Mississippi. “Piensen que yo aparezco en la boleta”.

Dos hechos hacen inevitable tal aserto: el monumental ego del presidente, y un listado de candidatos republicanos repartidos por el país que en su mayoría lo eran simplemente porque repetían como marionetas el mensaje divisivo y racista de su jefe. En tal sentido, Donald Trump terminó la campaña en plena forma.

Según el Washington Post, el pasado mes de octubre Trump batió todos sus récords previos: realizó 1.104 afirmaciones que en su totalidad, o parcialmente, no eran verdad. Desde su día 1 en la Casa Blanca el total es de 6.420 hasta el fin de semana pasado. Y claro, todos los días aumenta.

Asimismo, cerró su campaña electoral con un aviso televisivo sencillamente vil, ruin. La propaganda muestra a un hombre mexicano (Luis Bracamonte), asesino de dos oficiales de policía, con el siguiente mensaje: “Los Demócratas le dejaron entrar al país. Los Demócratas le permitieron quedarse”. Ello, a pesar de que Bracamonte, quien  entró siempre de forma ilegal, llegó por última vez a los EEUU durante la presidencia de George W. Bush.

Otros ejemplos:

-Declaró que él unilateralmente podía revocar la garantía constitucional según la cual toda persona nacida en los Estados Unidos obtiene automáticamente la ciudadanía. Obviamente, ello no es posible. Hasta el jefe de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, lo desmintió.

-Inventó una supuesta “emergencia nacional” por la caravana de centroamericanos (fundamentalmente ciudadanos hondureños) en búsqueda de asilo, ordenando una movilización militar masiva a la frontera sur, declarando incluso que podrían tener el derecho de disparar sobre personas indefensas.

-Creó nuevas teorías conspirativas luego de que un seguidor trumpista envió paquetes con bombas a CNN y a una docena de los muy citados “enemigos de Trump” en el partido Demócrata; y luego, cuando un lunático, aparentemente inspirado en la paranoia trumpiana sobre la caravana, asesinó a 11 judíos en una sinagoga de Pittsburgh. Por cierto, la respuesta de Trump a este hecho fue típica de su tóxica visión del mundo: según él las muertes se podrían haber evitado si hubieran colocado guardias armados dentro de la sinagoga (!!!!!).

Afirmar que no hay un vínculo entre la retórica presidencial y tales actos, como lo afirmara el vicepresidente Mike Pence, es aceptar el engaño y la impostura típicamente trumpianos; como lo es el insistir que no hay relación alguna entre la violencia por armas de fuego y las leyes sobre el uso de las mismas, como el GOP ha insistido por décadas.

Las palabras de Trump tienen efecto incluso internacional: como si le respondiera a Pence, John Agim, vocero del ejército de Nigeria, justificó de esta manera el asesinato por militares de grupos que protestaban lanzando piedras (hecho que Amnesty International condenó): “si el Presidente Trump dice que las piedras son iguales a un rifle ¿quién es Amnesty International?”

¿En qué consisten los “midterms”?. Se votó para renovar toda la Cámara de Representantes (435 congresantes); aproximadamente un tercio del Senado (35 en total: 33 senadores de la llamada “Clase I” más, adicionalmente, dos elecciones especiales, para llenar las vacantes de los senadores Al Franken –Minnesota- y Thad Cochran – Mississippi. El mapa electoral al Senado favorecía con contundencia a los Republicanos). Vale la pena recordar que los representantes duran dos años en el cargo y los senadores seis. Asimismo, se decidieron gobernaciones de estado y de territorios. Finalmente, 34 estados tuvieron elecciones sobre medidas específicas (“ballot measures”) o enmiendas, como la legalización de la marihuana, o determinados impuestos, como sucedió en el condado de Miami-Dade (Florida), donde se aprobó (con un 70% a favor) un “alza del impuesto al valor de la propiedad para subirle el sueldo a los maestros y mejorar la seguridad de las escuelas” ($75 por cada $100.000 del valor impositivo de la propiedad; se espera recaudar unos $232 millones para julio de 2019). Solo en Florida se votaron 12 enmiendas. Centenares de elecciones similares en el país son una prueba muy concreta de la vocación participativa y local de la democracia norteamericana.

Un porcentaje muy importante a tomar en cuenta: 43.9%. Esa era la popularidad del presidente según las encuestas previas a la elección. Y es que en Midterms previas, como las de 1994, 2006 o 2010, los partidos de un presidente con bajos porcentajes de apoyo ciudadano sufrieron pérdidas significativas.

En los últimos días de campaña el tema dominante impulsado por Trump fue el miedo nativista, incluso sobrepasando las buenas noticias económicas. Ello sorprendió a los estrategas republicanos, que esperaban que el centro de la campaña fuera la buena situación de la economía –así como la estrategia Demócrata fue la defensa del Obamacare, el sistema de salud implantado por la anterior administración-. El viernes 2 de noviembre se conoció que el desempleo se mantenía en un 3.7%, el porcentaje más bajo en los últimos cincuenta años.

Sin embargo, frente al camino de las sobrias noticias económicas, Trump optó por insistir en el de la mentira, la descalificación, el odio y la división. Gracias en buena medida a ello, estas elecciones lamentablemente no ayudaron a disminuir la división existente en la sociedad norteamericana.

Como pronosticaban las encuestas, los Republicanos mantuvieron su mayoría en el Senado –de hecho, la aumentaron- y los Demócratas conquistaron la mayoría de la Cámara de Representantes.

Así como en 2016 pudimos ver la “rebelión de las zonas rurales” –a favor de Trump-, en 2018 la victoria Demócrata en la cámara baja se debió a una clara “rebelión de los suburbios”. Asimismo, fue una gran victoria de las mujeres, especialmente Demócratas.  

Por primera vez en la historia, en enero, 100 mujeres formarán parte de la Cámara de Representantes.

Ilhan Omar, electa para la Cámara de Representantes por Minnesota. 

Algunos resultados que merecen destacarse:

  • Los republicanos se quedaron sin congresantes en la ciudad de Nueva York;
  • Por primera vez, dos mujeres de origen musulmán fueron electas, ambas en el ticket Demócrata: Rashida Tlaib en Michigan, e Ilhan Omar en Minnesota;
  • Por primera vez, dos ciudadanas nativo-americanas fueron electas congresantes, Sharice Davids (Kansas) y Deb Haaland, en Nuevo México (Demócratas);
  • Texas eligió por primera vez a dos mujeres de origen latino al Congreso: Sylvia García (Houston) y Verónica Escobar (El Paso). Ambas Demócratas.
  • Marsha Blackburn fue la primera mujer de Tennessee electa al Senado (Republicana).
  • Kristi Noem, Republicana, fue la primera mujer electa gobernadora de Dakota del Sur.
  • Janet Mills, Demócrata, es la primera mujer electa gobernadora de Maine.
  • Para las mujeres, el tema Demócrata central, el sistema de salud, fue el más importante; para los hombres, la economía.
  • Según la universidad Rutgers, 3.379 mujeres fueron candidatas para las legislaturas estadales, un aumento de un 25% en comparación con 2016; en 35 estados se batió el récord de candidatas Demócratas; en 10 estados sucedió lo mismo con candidatas Republicanas.
  • Con un 21% de margen, las mujeres abrumadoramente votaron por los Demócratas; los Republicanos ganaron el voto masculino, pero solo por un 2%. Las mujeres casadas votaron Demócrata (55 a 43%), igual que las independientes (57 a 39%), y las blancas con educación universitaria también (60 a 38%).
  • Sin tener el total de resultados, los Demócratas les han quitado siete gobernaciones a los Republicanos.
  • Por primera vez desde los midterms de 2008, los independientes favorecieron a los Demócratas.
  • Trump quiso que el tema fundamental fuera la inmigración, y su rechazo. Pero en las encuestas a boca de urna solo un 33% apoyaron sus posturas en esa materia.
  • Dos tercios de los votantes afirmaron que en su voto influyó decisivamente Donald Trump (25% a su favor, 40% en contra).
  • Para que se preocupen los Demócratas: las encuestas a boca de urna indicaron que Trump mantiene una mayoría de apoyos en Tennessee (57%), Indiana (53%), Arizona (52%), Missouri (51%) y Florida (51%).
  • Finalmente, los resultados sugieren que las posibilidades de reelección de Trump no puede ser descartadas: los republicanos mantuvieron las gobernaciones de Florida y de Ohio, dos de los perennes y claves estados decisores en una elección presidencial.

Los Demócratas ganaron asimismo el voto popular a nivel nacional (Cámara de Representantes: aprox. 51 millones a 47 millones); con ello la elección expresó la opinión del país sobre la gestión de Trump, pero no significó un abrazo entusiasta de la postura Demócrata entre otras razones porque sencillamente no hay claridad sobre cuál es ella. ¿Qué resultado hubieran obtenido si –por primera vez- mostraban una narrativa que confrontara el mensaje tóxico de Trump? El GOP de Trump tiene un líder y un mensaje; los Demócratas no poseen ni lo uno ni lo otro. Donald Trump ofrece un cambio radical de la identidad nacional, un reto cultural, ideológico y moral, centrado en un nacionalismo étnico. ¿Los Demócratas? Su mensaje depende de si quien lo ofrece es un representante del statu quo partidista, como la muy impopular jefe del grupo de representantes Demócratas, Nancy Pelosi, o alguien del ala izquierda, como la representante recién electa por Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, quien está entre los que piden la cabeza de Pelosi. ¿Cometerá el partido de oposición el error de mantener en la jefatura parlamentaria a la señora Pelosi, un perfecto ejemplo de dinosaurio político (con un mayoritario rechazo nacional, según se destacó en los resultados a boca de urna)? Ocasio-Cortez, por cierto, con 29 años, la mujer más joven electa alguna vez a la Cámara, arrasó en su distrito de Bronx-Brooklyn: 78.9% de los votos (84.682 votos, contra solo 14.103, o 13.1% de su rival republicano).

Otro hecho a destacar: después del martes 6 de noviembre, Donald Trump ha profundizado su control del partido que alguna vez pudo identificarse con Abraham Lincoln y Ronald Reagan. Hoy es fundamentalmente el vehículo para avanzar las ambiciones del empresario-presidente. Cada victoria suya es un golpe contra el republicanismo moderado y auténticamente conservador (que, sin duda alguna, debe haber celebrado la derrota trumpiana en la cámara baja).

Un dato final, que no puede ser obviado: el desencanto ciudadano en 2018 no es igual al existente en 2016, se profundiza. La erosión de la imagen institucional aumenta. Un 56% de ciudadanos considera que el rumbo del país es negativo (¡a pesar de la economía!). Y eso debe ser tomado muy en cuenta por las instituciones políticas gringas. La democracia es el medio por el cual los ciudadanos le comunican a los dirigentes cuáles son sus preferencias, sus deseos, sus aspiraciones y temores. Si esa comunicación no existe, o lo que reciben de vuelta los ciudadanos es un mensaje contradictorio o incluso insultante todo puede pasar. Dos de las instituciones fundamentales, presidencia y parlamento, lucen alejadas de la realidad ciudadana. Y las dos fracciones políticas principales siguen incrementando su enemistad y separación. Permanece vigente el hecho –que los políticos se niegan a reconocer- de que no es siguiendo un mensaje de odio y de ataque a mansalva a las instituciones como se pueden dar a luz escenarios mejores. Por ello, el voto es más “en contra de”, que “a favor”.

¿Qué significa en la práctica el control Demócrata de la Cámara de Representantes? ¿Qué agenda impulsará? ¿Cuáles son las consecuencias locales y nacionales de los resultados de cara a las elecciones presidenciales de 2020? Hay mucho dato para analizar; en nota próxima evaluaremos el nuevo escenario político. Pero hay algo que sí puede adelantarse: la mayoría ciudadana desea que haya un mayor control de la labor presidencial, y además quizá, por fin, Donald Trump se verá obligado a hacer públicas sus declaraciones al impuesto, un secreto celosamente protegido mientras los republicanos controlaran la Cámara.

Gracias al resultado, por fin parte del poder legislativo podrá comportarse como una rama real de gobierno que cumple sus deberes fundamentales, y no como un simple apéndice callado y sumiso ante la caprichosa voluntad presidencial.

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