Reforma Constitucional: un debate público, todo lo demás es hojarasca
GUANTÁNAMO, Cuba.- En la noche de este jueves 4 de octubre del 2018 se realizó en mi zona de residencia la asamblea para discutir el Proyecto de Constitución.
El número de personas reunidas en el lugar de la cita era poco si tenemos en cuenta la cantidad de vecinos que debieron ir. Llevé todas mis propuestas por escrito y las entregué a la pareja que dirigió la reunión, una joven fiscal y otro joven cuya procedencia no fue especificada.
Asistí porque considero que oportunidades como esta no deben ser desaprovechadas, aunque después los comunistas se desentiendan de lo que no les conviene tener en cuenta. Asistí porque considero que debo defender en público mis ideas, pues callar no hará visible la otredad que existe en Cuba.
Entre la apatía, los guatacas y los segurosos
Cuando hice mi primera propuesta y la que considero más válida, algunos me miraron como si fuera un extraterrestre. Al terminar la reunión un vecino me dijo que cuando la hice, la Presidenta de la Asamblea del Poder Popular Provincial, señora Nancy Acosta Hernández, tocó a una vecina que estaba a su lado y movió una de sus manos alrededor de su cabeza, sugiriendo que yo estaba loco.
Luego continué haciendo otras, entre ellas que estaba en contra de que el partido comunista fuera la fuerza superior de la sociedad, de que el socialismo fuera irreversible, que se quitara del preámbulo la referencia a las ideas de Marx, Engels y Lenin y que se consignara que estábamos guiados por el ideario y el ejemplo de José Martí y las ideas de Fidel Castro desde que se levantó en armas contra Batista hasta que logró el triunfo de la revolución, plasmadas en el Programa del Moncada, el Pacto de México, el Pacto de Caracas y el de la Sierra.
En ese momento a alguien se le ocurrió hacer un paneo con el celular y de inmediato el joven que dirigía la asamblea le dijo que no podía grabar ni tomar fotos, lo cual demuestra cómo anda nuestro “Estado socialista de derecho”, pues en Cuba no existe una sola ley que prohíba hacerlo. Sin embargo, nada dijo al hombre alto, blanco, calvo y de ojos claros que, situado detrás de mí -según supe después- grabó todas mis intervenciones.
A partir de entonces alguna que otra acólita castrista tomó la palabra para ratificar lo expuesto en el Proyecto, tratando de minimizar lo dicho por mí. Pero me di el gustazo de decir delante de todos que Cuba no era un Estado socialista ni de derecho, y que todavía el anhelo de José Martí, que habían consignado en el preámbulo, no se había logrado; que el partido comunista no puede ser la fuerza superior de la sociedad y el Estado, pues esa fuerza es el pueblo, en quien reside la soberanía, amén de otros argumentos de fondo que molestaron visiblemente a quienes dirigían la reunión.
Al final la señora presidenta dijo que había escuchado con calma y respeto algunas opiniones con las que no estaba de acuerdo y pidió que se hiciera constar en el acta que ella ratificaba en su totalidad el Proyecto de Constitución, al cual consideraba perfecto. ¿Si realmente lo es para qué consultan al pueblo?
La gran eliminación
La metodología establecida para estas asambleas afirma que se pueden hacer propuestas de modificación, adición, eliminación y plantear dudas.
Sinceramente no sabía cómo plantear mi primera propuesta que no tiene sustento en esa metodología. No obstante, expuse que iba a hacer una propuesta: eliminar el Proyecto de Constitución y sustituirlo por la Constitución de 1940.
Fundamenté mi propuesta en el hecho de que la revolución cubana, liderada por Fidel Castro e iniciada con el asalto al Cuartel Moncada, tuvo como sus principales objetivos derrocar a la dictadura de Batista, restablecer la Constitución de 1940 y la democracia mediante la convocatoria a elecciones libres y multipartidistas, objetivos consignados en los documentos históricos mencionados.
Dije que ninguno de los jóvenes que dieron su vida en esa revolución lucharon para imponer un sistema de partido único, mucho menos comunista, por tanto se trata de la gran promesa incumplida, y añadí que el hecho de que hiciera tal solicitud en nada impide que a la Constitución de 1940 se le añadan preceptos del Proyecto que están muy a tono con la evolución del derecho internacional, y que hacía otras propuestas de modificación a dicho proyecto solo en el supuesto de que mi propuesta principal fuera desestimada.
¡Y claro que será desestimada! Quizás ahora mismo mi escrito esté en el fondo de un cesto de basura o en alguna oficina de la Seguridad del Estado. Poco me importa. Lo significativo es que les dije de frente lo que pensaba, que ante mis vecinos destruí con argumentos irrebatibles muchos de los sofismas del castrismo.
Algunos piensan que acciones como esta nada valen, otros creen que quienes defendemos públicamente nuestras ideas ante el castrismo, o pertenecen a la oposición pacífica, estamos locos. Sólo les recuerdo, parodiando los últimos versos de un poema de Roque Dalton, que los locos no podemos anhelar que nos nombren, mucho menos en esta Cuba de hoy podemos aspirar a que nos tengan en cuenta, pero también lo olvidaremos.
Lo que importa es quedar bien con nuestra conciencia. Todo lo demás es hojarasca.
Roberto Jesús Quiñones Haces: Nació en la ciudad de Cienfuegos el 20 de septiembre de 1957. Es Licenciado en Derecho. En 1999 fue sancionado de forma injusta e ilegal a ocho años de privación de libertad y desde entonces se le prohíbe ejercer como abogado.