Ricardo Bada: La canasta básica femenina
Una francesa, Diane–Sophie Durigon, dueña de una tienda de lencería fina en Colonia, donde vivo, emprendió hace meses una campaña para que Alemania reduzca o elimine el impuesto que grava los tampones y las toallas higiénicas. De una manera muy gráfica, expuso en una vitrina de su tienda la imagen de una baguette, gravada en Hacienda con el 7%, y de un tampón, con el 19%. Es decir, se grava al tampón no como un artículo de primera necesidad para la mujer, sino como un artículo de lujo. Madame Durigon aduce el ejemplo de Kenia, que suprimió ese impuesto en el 2011, a la que siguieron Colombia, Canadá, Sudáfrica, Malasia y ahora Australia.
Me estuve informando acerca de cómo era la situación en otros países latinoamericanos, y así descubrí que en Costa Rica recién acaba de cambiarse la ley. Antes de julio del 2019 no había IVA sino nada más que un impuesto general a las ventas, del 13%. Muchos productos seguirán pagando lo mismo, ahora como IVA, y algunos productos que estaban exentos ahora lo pagarán, pero sólo a partir de julio del 2020, y se les aplicará la tarifa más baja, el 1%. Entre ellos estarán los artículos de higiene íntima femenina, como toallas sanitarias y tampones.
Entretanto, en Alemania, ya se ha formalizado una propuesta al Bundestag [=el Parlamento federal] para reducir al 7% el 19% de los impuestos que gravan dichos artículos. Ahora bien, lo que me llama poderosamente la atención es la reflexión de un diputado especializado en el tema impuestos, quien está en favor de la propuesta pero aduce que ello no se va a reflejar de manera necesaria en una reducción de los precios, por la sencilla razón de que no se puede obligar a los fabricantes a una rebaja correlativa de los mismos. Sobre los precios, al parecer, tan sólo influyen las subidas de impuestos. La conclusión a la que llego es que si se acepta la propuesta los únicos que saldrán ganando serán los fabricantes de tampones y toallas higiénicas.
Todo esto me recuerda algo que viví hace años en el Festival de Cine de Berlín con un film canadiense en el ambiente de la gente joven en Montreal. Como estábamos en Alemania, la película la pasaban en francés quebecois con subtítulos en alemán. En ella hay una escena donde uno de los chicos quiere irse a la cama con la protagonista, y ella no, porque el chico le gusta, pero como amigo, no como compañero de aventura erótica o sentimental. Sólo que no desea rechazarlo de un modo que le duela, e inventa una excusa creíble, le dice: «J’ai ma règle!» [=Tengo la regla]. Y en la pantalla el subtítulo: «Ich habe meine Normen!» [=Tengo mis normas]. De la carcajada universal que atronó el cine mejor no les cuento.