Sánchez, acorralado
¿Por qué acude al rescate el PP con un pacto institucional que brinda un balón de oxígeno a su adversario político?
A Pedro Sánchez le crecen los enanos. Por más que la expresión ofenda a los inquisidores del lenguaje políticamente correcto, no hay otra que exprese mejor la situación actual de un presidente acorralado por sus socios, impotente ante problemas que es incapaz de resolver y desesperadamente necesitado de un auxilio europeo que puede llegar, o no, en función de cómo evolucionen multitud de acontecimientos que escapan a su control. Tan mal pintan las cosas para la cabeza de Frankenstein que hasta el imputado Tezanos le resta casi tres puntos de intención de voto en su última encuesta manipulada del CIS.
En vísperas de que el frío obligue a encender las calefacciones, el precio del gas no para de subir y ni siquiera está asegurado el suministro necesario durante el invierno, dada nuestra dependencia de Argelia y el conflicto abierto que enfrenta a ese país con Marruecos. Por más cambalaches que hiciera la investigada exministra Laya para introducir de matute en España al líder del Polisario, somos rehenes de esa disputa y ni pagándolo a precio de oro tenemos garantizado el abasto. La electricidad no es una alternativa y, aunque lo fuera, resultaría demasiado costosa para la gran mayoría de los ciudadanos y la práctica totalidad de las empresas medianas y pequeñas que constituyen el grueso de nuestro tejido industrial. El recibo se dispara y a la izquierda en el poder recurre, como es costumbre, a la demagogia. «¡Las malas son las eléctricas!» -claman los voceros de Podemos, mientras engrosan el gasto público con la legión de asesores inútiles que financian nuestros bolsillos-. «¡Recortemos por decreto sus escandalosos beneficios!», exigen como condición para respaldar unos presupuestos cuya aprobación peligra, dado que el PNV, indispensable en la votación, esta vez se ha plantado. Si el Ejecutivo quiere sacar adelante sus cuentas, condición ‘sine qua non’ para recibir la multimillonaria ayuda europea, se abstendrá de tocar un pelo a un sector estratégico para los intereses del nacionalismo vasco, que mira y siempre ha mirado en exclusiva por sí mismo, sea quien sea el inquilino de la Moncloa. Que se lo digan a Rajoy…
Por si gas, luz y pugna a muerte entre sus aliados parlamentarios no resultaran suficientes, ahí está el Pollo Carvajal, amenazando con implicar a Zapatero en turbios negocios con el chavismo, y los golpistas catalanes erre que erre con su matraca, a pesar de los indultos de la vergüenza y del dineral previsto para satisfacer su chantaje a costa de recortar los fondos a Madrid. En esas condiciones, cuesta mucho comprender por qué acude al rescate el PP con un pacto institucional suscrito deprisa y corriendo, que brinda un balón de oxígeno a su adversario político. ¿Estamos ante el preludio de un acuerdo a mayor escala? Si así fuera, el primer partido de la oposición se estaría suicidando.