Sanchistas y embajadores
Ser ministro de Sánchez hace merecedor de la tarjeta platino del PSOE, según la cual caben muchas opciones de acabar como embajador de España
Ser ministro de Sánchez hace merecedor de la tarjeta platino del PSOE según la cual caben muchas opciones de acabar como embajador de España. Una vida regalada como premio a una fidelidad perruna, a cuenta del presupuesto y de marginar los méritos de los diplomáticos profesionales. Una jubilación gozosa a la altura de los jerarcas del Ibex que a cambio tiene el problema de la mala prensa. De hecho, se asemeja demasiado a los usos de los regímenes con déficit de encaje democrático. Durante décadas, en México mandó el PRI y el presidente entrante tenía como costumbre mandar al otro lado del mundo a su predecesor. Dicen que por precaución y para evitar problemas. Sánchez, más rumboso, usa el método para dar alivio a sus exministros. De momento, así se ha quitado de encima a Carmen Montón, Héctor Gómez y Miquel Iceta, lo intentó con Irene Montero y ahora extiende la fórmula a los barones que perdieron en las urnas, como Ximo Puig, para que no enrede por Valencia. A Page, si puede, le acomoda un destino en la luna.