Ser o no ser
Tenía verdadera curiosidad por releer Derecha e izquierda, el breve libro de Norberto Bobbio que hace veinte años se convirtió en un inesperado best-seller en Italia y que también suscitó bastante debate en España cuando fue publicado en 1998 (Javier Pradera y yo lo obsequiamos con Claves como promoción de nuestra revista). Ahora vuelve a ser editado por Taurus, con nuevo prólogo de Joaquín Estefanía y apéndices del autor que refuerzan sus tesis y responden a los críticos. Bobbio fue un notable filósofo de la política (no diré politólogo, que eso ahora podemos serlo cualquiera), con discípulos en España de la talla de Gregorio Peces Barba… quien por cierto también era algo más que eso que hoy podemos ser cualquiera.
Volver a leer Derecha e izquierda es encontrar de nuevo una reflexión sosegada y abstracta sobre categorías políticas ya entonces muy cuestionadas y siempre cargadas de borrascas emocionales. Ambos términos han sido más usados como dicterios que como descripciones, algo que precisamente el profesor Bobbio intenta enmendar aplicando el criterio espinozista que recomienda no aplaudir, deplorar ni maldecir, sino entender. Tras repasar diversos criterios objetivos (o al menos todo lo objetivos que permite la ciencia política, ese oxímoron), Bobbio se inclina por la igualdad como determinación diacrítica: los partidarios de la izquierda, aún sabiendo que los seres humanos somos a la vez iguales y distintos, valoran como más importante para la buena convivencia lo que fomenta la semejanza de condiciones; los de la derecha, en cambio, aprecian más lo irreductible y diverso. Un punto de vista interesante, cuando luego han surgido tantos izquierdismos empeñados en sacralizar la diversidad como la mayor riqueza humana… Bobbio apuesta, desde su confesado punto de vista izquierdista, por la “aspiración, cada vez más fuerte en el mundo, a un derecho cosmopolita, a la ciudadanía universal de todos los hombres en una sociedad en la que no haya ni judíos ni gentiles, ni blancos ni negros”, una aspiración que la creciente emigración desde los países pobres a los ricos ha hecho cada vez más irresistible, en contra de “los nacionalismos oscurantistas y los racismos insensatos”.
Tachado de “moderado” por sus adversarios, Bobbio cruza el eje izquierda-derecha con otro que le parece no menos relevante, el que opone a los extremistas con los moderados. Para él, son precisamente los extremistas de derecha y de izquierda lo más próximos, ya que no en amores compartidos, en un odio común: la antidemocracia, pues consideran que las virtudes garantistas de este sistema fomentan la mediocridad política y bloquean el radicalismo revolucionario destinado a traer amaneceres dorados, sea con una o con otra purpurina… Igualdad y desigualdad en la sociedad democrática son términos que cabe matizar según el qué y el cómo de lo que está en cuestión, desde el igualitarismo totalista que desmocha las diferencias mejor justificadas hasta la beatificación del privilegio jerárquico que escalona a los humanos en diversas categorías superpuestas. Moderado hasta el final, Bobbio se niega a ofrecer una receta infalible e inapelable que zanje esta oposición ideológica, dejando más claro lo indeseable que lo que según él deberíamos desear.
Eran tiempos anteriores a la crisis, a la acumulación de deuda, a las normas de austeridad… En España aún no era trending topic un partido que mezcla dogmas redentores, matonismo y cursilería, es decir el regreso del falangismo. Y que por tanto se sitúa más allá de la izquierda y la derecha, a despecho de las veteranas advertencias de Norberto Bobbio.
Savater suele ser un tipo con una modernísima sensibilidad y estética. Con Bobbio (por afecto y por cariño, seguramente) se le van los tiempos. La geometría euclidiana que el maestro Bobbio fuerza para explicar la política de estos tiempos, resulta estéril. Por eso, él y sus epígonos, han resultado impotentes para explicar al peronismo y otros procesos emparentados, como el chavismo. Quizás resulte más útil hablar de niveles (abajo, arriba, en un plano vertical) que de campos: uno horizontal (izquierda, derecha). Los creadores del artificio izq/der todavía (SXVIII) no habían asimilado suficientemente el hecho de la redondez de la tierra, por cuya existencia se llega a la izquierda por la derecha, a Occidente por Oriente. La complicación para la explicación euclidiana surge con las zonas fronterizas entre un campo y el (supuestamente) contrario. Es cierto que don Fernando menciona al falangismo, otro inexplicable en aquel modelo, pero no se adentra en el tema. Saludos.