Seres raros
En Sopa de libros vamos a hablar de seres extraños que ha creado la literatura y, para ello, vamos a hablar de una novela de terror, una novela de ciencia ficción y una novela inclasificable, entre la comedia, la aventura y la novela simbólica. Tres novelas y tres seres raros, diferentes y, sobre todo, muy sorprendentes.
La primera novela es Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley. Mary Wollstonecraft Shelley nació en Londres en 1797. Se crió en el seno de una familia acomodada e intelectual. Su madre era nada menos que Mary Wollstonecraft, una de las primeras activistas feministas, mientras que su padre, William Godwin, fue uno de los principales filósofos de la época, que teorizó sobre el movimiento anarquista político.
«Mary soñó esa historia después de tener una conversación sobre las investigaciones de Luigi Galvani sobre el poder de la electricidad para mover los cuerpos muertos»
Con apenas catorce años, Mary conoció al joven poeta Percy Shelley y huyó con él a Francia. Convivieron por algún tiempo y cuando se suicidó la primera esposa del poeta, se casaron. El matrimonio, que duró ocho años, vivió en distintos países y formó parte del círculo de poetas románticos que frecuentaba lord Byron.
La historia es muy conocida: una noche de 1816, Lord Byron, John Polidori, Percy B. Shelley, Claire Clermont y Mary Shelley se reunieron en torno a una chimenea en Villa Diodati, en el Lago Lemán, y jugaron a idear historias de terror. Las cenizas del volcán Tabora, en la actual Indonesia, habían oscurecido el cielo europeo y provocado un acusado descenso de la temperatura. Es lo que se conoció como el año sin verano. Esa noche, Mary Shelley escribió un relato que luego se convertiría en la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, que se publicó en 1818. Parece que Mary soñó esa historia después de tener una conversación sobre las investigaciones de Luigi Galvani sobre el poder de la electricidad para mover los cuerpos muertos.
Byron dejó comenzada una novela que luego continuaría su médico personal, John Polidori, bajo el título de El vampiro, que más tarde inspiraría a Bram Stoker su Drácula. ¡Vaya nochecita!
Frankenstein o el moderno Prometeo cuenta la historia de un doctor obsesionado con el origen de la vida y que quiere hacer que la muerte no exista.
“La vida y la muerte me parecían límites ilusorios que ante todo debía romper para dejar que fluyera un torrente de luz en nuestro oscuro mundo. Una nueva especie me bendeciría como a su creador y su origen. Esas magníficas y felices criaturas naturales estarían en deuda conmigo por haberles concedido el ser. No habría padre en la Tierra que pudiera exigir la gratitud de su hijo con el mismo fervor que yo merecía”.
«El monstruo, este ser extraño del que huye la humanidad nada más verle y que sin embargo es un hombre cultivado, decide pedirle a su creador que le haga una mujer»
Tras terminar sus estudios empieza a intentar dar vida a un cuerpo muerto. Y al final lo consigue, pero cuando la criatura se pone en pie, emitiendo extraños sonidos, es tan terrible que el doctor Frankenstein huye de su laboratorio. Cuando vuelve, la criatura se ha marchado, ha desaparecido. Aquí es donde comienza lo que podríamos llamar una novela filosófica, porque la criatura, tras escapar, empieza a aprender nuestra cultura. Aprende idiomas, aprende filosofía, se convierte en un ser inteligente y cultivado, capaz de tener una conversación interesante, pero al que todo el mundo rechaza por su fealdad. Así que la criatura decide volver para pedir una cosa a su creador.
“Soy tu criatura, e incluso seré benévolo y dócil con mi señor natural y mi rey si tú también cumples con tu parte, cosa que me debes. ¡Oh, Frankenstein, no quieras ser justo con los demás y mostrarte intransigente con el único ser a quien no solo debes justicia, sino también clemencia y afecto! Recuerda que soy tu criatura. Tendría que ser tu Adán en lugar de parecer el ángel caído, a quien robaste la dicha sin haber cometido delito alguno”.
El monstruo, este ser extraño del que huye la humanidad nada más verle y que sin embargo es un hombre cultivado, decide pedirle a su creador que le haga una mujer, y así ambos se perderán donde nadie les moleste y serán felices. Pero le dice que si no cumple con ese deseo, si le condena a la soledad, él también condenará a su creador a la soledad, matando a todos las personas a las que ama. Pero el doctor Frankenstein dice que no va a repetir la experiencia. No habrá mujer para el monstruo. Entonces el monstruo decide vengarse y mata a todos los seres queridos del doctor. Hasta que el doctor se cansa de huir y decide perseguir al monstruo para matarle, y así llegan hasta el Polo Norte. Pero muere antes de conseguirlo y es el propio monstruo el que decide acabar con su vida. Novelón.
El segundo ser raro es mi favorito. Está en la novela Solaris, de Stanisław Lem, publicada en 1961. Lem es uno de los padres de la ciencia ficción.
«Solaris es una novela de ciencia ficción y sobre la ciencia ficción, que a través de su argumento y propuestas cuestiona la naturaleza misma del género»
El ser extraterrestre que describe es tan raro que no llegamos nunca a saber qué es y, por supuesto, nadie llega a comunicarse con él. Es un organismo tan grande como un océano, que ocupa un planeta entero. Una única especie que pesa diecisiete billones de toneladas y con la que no ha sido posible comunicarse. Se descubre que el océano habla una especie de lenguaje. Solaris es una especie de mar-cerebro protoplasmático que se ha multiplicado por millones y que envuelve todo el planeta, dedicando su tiempo a reflexiones increíblemente extensas sobre la esencia de la materia universal, que supera, con creces, toda nuestra capacidad de comprensión.
Y es que ese es uno de los principales argumentos del libro: la imposibilidad de comunicación con un ser extraterrestre y la relación entre la materia y el espíritu, la conciencia.
Pero este ser hace cosas más extrañas todavía, más inquietantes y más maravillosas. Los científicos que están en la estación espacial que vigila y estudia Solaris, el planeta viviente, son víctimas de unos espejismos. Aparecen monstruos, pero esos monstruos no son sino los que llevamos dentro y con los que intentamos llenar y comprender el desconcertante vacío que nos rodea.
A cada uno se le aparece un monstruo distinto. Al protagonista se le aparece su mujer, que se suicidó cinco años antes.
“Es Harey, que, con un vestido de playa blanco, las piernas cruzadas, descalza, el pelo moreno peinado hacia atrás, la fina tela ceñida sobre el pecho, extendía sus bronceados antebrazos y me observaba, inmóvil, por debajo de sus negras pestañas. La contemplé durante un largo rato, completamente tranquilo. Mi primer pensamiento fue: «Qué bien que sea un sueño, que eres consciente de estar soñando». Aun así, hubiese preferido que desapareciera. […] Fruncía los labios, como si fuera a silbar, un gesto habitual en ella, pero sus ojos no sonreían”.
¿Qué harías si aparece en tu vida alguien a quien amaste y que murió, que desapareció o cuya ausencia te atormenta?
«Lem, que murió en 2006, renegó de las dos adaptaciones cinematográficas porque decía que le habían dado más importancia a la historia de amor»
Solaris es una novela de ciencia ficción y sobre la ciencia ficción, que a través de su argumento y propuestas cuestiona la naturaleza misma del género y plantea la imposibilidad de comprender el universo. Al menos el universo no-humano, para el que nuestra mente no está preparada.
Solaris cuenta, además, una maravillosa historia de amor, y nos habla de nosotros mismos, de nuestros miedos, de quiénes somos, de lo que sabemos de nosotros mismos, de la posibilidad de volver a empezar.
Cuando Kris Kelvin, el protagonista, se encuentra con aquello que parece ser Harey, su mujer, primero le pregunta de dónde ha salido, y ella contesta que no lo sabe. Kelvin se pregunta qué tipo de criatura es, y si Solaris es su creador, y luego se da cuenta que él mismo tampoco sabe quién es su propio creador. Es todo muy raro, pero a la vez ella es la mujer a la que amaba y a la que perdió, seguramente por su culpa, y al final la alegría de volver a verla es más fuerte que su miedo.
Se han hecho dos adaptaciones cinematográficas de Solaris. La primera, en 1972, la hizo Andrei Tarkovsky, y la segunda, en 2002, Steven Soderbergh, con George Clooney. Lem, que murió en 2006, renegó de las dos porque decía que le habían dado más importancia a la historia de amor, y que él en Solaris hablaba del problema de la comunicación.
El tercer libro y el tercer ser raro es El caballero inexistente, de Italo Calvino. Un tipo, un ser, que, como su propio nombre indica, no existe.
“Agilulfo pareció vacilar un momento, y después, con mano firme pero lenta, levantó la celada. El yelmo estaba vacío. Dentro de la armadura blanca de iridiscente cimera no había nadie.
—¡Vaya, vaya! ¡Lo que hay que ver! —dijo Carlomagno—. ¿Y cómo os las arregláis para prestar servicio, si no existís?
—¡Con fuerza de voluntad —dijo Agilulfo— y fe en nuestra santa causa!”
Yo creo que Italo Calvino era un genio. Nació en Cuba en 1923 y murió en Siena en 1985. Era un hombre comprometido, vanguardista, que renovó la literatura italiana y que sigue absolutamente vigente. Entre sus obras está la maravillosa Las ciudades invisibles, Si una noche de invierno un viajero o Palomar. Y la trilogía que Calvino tituló Nuestros antepasados, compuesta por El barón rampante, El vizconde demediado y El caballero inexistente, publicada en 1959.
«La puesta en duda de la virginidad de esta dama es lo que pone en marcha toda la trama de la novela, donde también hay otros personajes que también son raros, pero no tanto como el caballero inexistente»
Este no-ser ha llegado a ser armado caballero salvando a una doncella llamada Sofronia. Él es un simple guerrero sin nombre dentro de una armadura blanca que vagaba por el mundo a la ventura. O mejor dicho, una blanca armadura vacía, sin guerrero dentro. Pero de pronto se plantea que tal vez Sofronia no era virgen, con lo que el caballerazgo del caballero inexistente se haría humo y todo lo que había hecho después no podría ser reconocido válido a ningún efecto, y todos los nombres y predicados quedarían anulados, con lo que cada una de sus atribuciones se volvería tan inexistente como su persona. La puesta en duda de la virginidad de esta dama es lo que pone en marcha toda la trama de la novela, donde también hay otros personajes que también son raros, pero no tanto como el caballero inexistente: Rambaldo, que busca las pruebas del existir por medio del hacer; Turrismundo ha de comprobar que existe, no en la práctica y la experiencia, sino en la búsqueda de algo distinto de sí, de lo previo a él.
Y en esa lucha por la existencia todos los personajes luchan en ese relato divertido y profundo, que se puede leer como un cuento casi infantil o como una reflexión sobre la propia existencia. El mismo Calvino dijo: «He querido hacer una trilogía de experiencias sobre cómo realizarse en tanto que seres humanos. En El caballero inexistente la conquista del ser, en El vizconde demediado la aspiración a una plenitud por encima de las mutilaciones impuestas por la sociedad, y en El barón rampante una vía hacia la plenitud no individualista, alcanzable mediante la fidelidad a una autodeterminación individual. Tres grados de acercamiento a la libertad”.
Y así hemos repasado algunos de los seres más extraños de la literatura: un ser hecho con trozos de otros seres muertos, como Frankenstein, un ser tan grande como un océano, que ocupa todo un planeta, como Solaris, y un ser inexistente. Seres raros.
Antonio Martínez Asensio estudió Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Madrid y empezó muy pronto a trabajar en televisión: en TVE, en Tele Madrid, en Tele 5 y en Canal+, así como en varias productoras independientes, como Productor y como Productor Ejecutivo. Ha publicado dos novelas y ha escrito guiones para series de televisión y para el cine. Ha desarrollado una labor de crítico literario en la radio, en Onda Cero en la Cadena Ser, y en televisión como colaborador del programa sobre narrativas presentado por Berto Romero “Ovejas eléctricas” en La2. Actualmente dirige y presenta en la Cadena Ser el programa semanal “Un libro una hora”, que adapta los clásicos de la literatura universal, y “Un autor en una hora”, que cuenta la vida de los autores a través de sus libros. Y es el responsable de la sección de libros de “Hoy por hoy”, “La biblioteca”.