Serrat: “He conseguido llegar a viejo sin ser adulto” (incluye video)
El autor de ‘Mediterráneo’ vuelve otra vez con amigos a los escenarios. La amistad es una de sus fuerzas, como el ritmo, como la infancia.
Lo vi llorar en el adiós a Vázquez Montalbán, su amigo, hace diez años. ¿Qué supone para usted la amistad?
La amistad es imprescindible para levantarme. No creo que mi vida diera para mucho sin los amigos. Lo único que me jode es que poco a poco los voy perdiendo. Los echo de menos, y concretamente a Manolo. Representa lo que me gusta de las personas: honestidad, limpieza, criterio, valentía. Su escritura remitía a mi niñez, a mi juventud y me mantenía todos los sueños.
Se suele decir que ya no hay gente así.
Se tiende a confundir “ya no hay gente así” con “no conozco a gente así”. Para encontrar gente así hay que mover el culo, salir, coincidir con ellos. Tendríamos que mirarnos al espejo y, señalándonos, decir “ya no hay gente así”.
Se rodea de gente, también para cantar. ¿De dónde le viene ese espíritu colectivo?
Los amigos no se producen por generación espontánea. Empiezas a conocerlos antes de reconocer lo que te atrae. Me gusta juntarme con personas para hacer experimentos arriesgados. Compartir, como ahora, con Miguel, Ana y Víctor representa compartir riesgos, humores, vanidades. Si eso no lo tienes contrastado puede ser una olla de grillos. Como decía Joan Fuster, “entre tots sufrirem tot”.
Entre todos sufrimos todos.
En realidad nuestros conocimientos vienen de la ignorancia, de cosas que ignorábamos y que un día llegamos a conocer. No puedo firmar un cheque en blanco cuando de gira, ¡sin saber si el que va contigo ronca o le huelen los pies o practica cultos que no me convienen!
Entonces no todo depende de la voz, también de la amistad.
¡Pero estos tres son grandes artistas! ¡Yo quiero mucho a mi hermano pero nunca me iría con él de gira! Busco a estos tres porque cantan muy bien, y cuando canto sus canciones no me tengo que poner un traje distinto.
Se le ve alegre arriba.
¿Sabes una cosa? Jamás me han dado ganas de ir al baño mientras estoy actuando. ¡Será que mi cuerpo lo ordena! No subo a sufrir. Haría otra cosa para disfrutar de esta vida maravillosa, única e irrepetible. Cada día es demasiado importante para malgastarlo.
¿Qué le ordena a usted?
Soy ordenado porque en el desorden sufro mucho. Cuando compongo la caldera necesita quemar mucha energía, mucho carbón antes de dar suficiente vapor. El resultado nunca depende del “ahora me apetece”.
¿En qué momento cree que estamos?
Tenemos tendencia a ponerle al pasado brillos que no tuvo. Mi infancia es un territorio maravilloso para mi, pero fue muy oscuro: el niño le podía a la oscuridad del tiempo, abría los ojos y corría por los baldíos bombardeados, recogía vainas de armas y seguía jugando. El niño veía a su madre llorar, pero no necesitaba pensar qué estaba pasando, y seguía jugando. El niño casi no tenía miedo, los suyos no eran los miedos del adulto. Y he conseguido bastante lo de llegar a viejo sin ser adulto, como cantaba Brel.
¿Y el mundo cómo está?
Muy lejos del que soñé. Algo habremos hecho mal para que haya perdido tanto en valores que Europa siempre proyectó y que desaparecen víctimas del egoísmo y del miedo a lo distinto, al pobre. El miedo que nos manipula. En lugar de puentes hay barreras, fronteras en vez de caminos. La mayoría de los cooperantes son jóvenes españoles. Al menos eso es un orgullo.
¿Qué ánimo le produce nuestro momento político?
Es deprimente, pero no voy a estar todo el día removiendo el mismo bote. Lo que no voy a dejar es el sistema democrático. La gente no debe dejar de participar aunque se enfade. Busque usted a quien quiera que le represente. Haga lo posible por no dejar la manija en manos de otros, porque esos otros sí la van a manejar…
Sabina fue un gran entrenamiento de la amistad.
Todos aquellos conciertos fueron un ejercicio de humor y de amor. ¡Y además nuestras mujeres son muy amigas, lo cual permitió que todo fuera sobre ruedas!