«Si sabrá la primavera que la estamos esperando…»: el poema de una monja de Málaga frente al Covid-19
Lucía Carmen de la Trinidad es una de las hermanas del Carmelo Teresiano de Antequera, donde el torno ha dejado de girar. Una señal de que la gente «está donde debe estar»
La primavera ha llegado este año a Andalucía con menos color y alegría de lo habitual, y la pandemia nos ha dejado sin procesiones, festivales, conciertos y eventos deportivos que tendrán que esperar. No cabe duda de que si en algo ha afectado el coronavirus a nuestras vidas ha sido en la libertad de entrar y salir cuando nos plazca, sentarnos en una terraza a tomar algo con los amigos o dar un simple paseo sin pensar lo que podemos o no podemos tocar.
Ha sido un confinamiento impuesto ante una circunstancia excepcional y sin precedentes. Pero todo llegará. Antes de lo que imaginamos las calles volverán a llenarse del rumor de la gente, volveremos a besarnos y abrazarnos y el blanco de los almendros inundará los campos. Ese es el esperanzador mensaje que lanza alguien que sí eligió la vida contemplativa por convicción y no por imposición.
La Diócesis de Málaga ha recogido las palabras de la hermana Lucía Carmen de la Trinidad, que desde el Carmelo Teresiano de Antequera, ha escrito un poema que es todo un grito de aliento para sobrellevar esta crisis, aprender a valorar lo importante y salir más reforzados si cabe. Con la declaración del estado de alarma las puertas del convento se cerraron. Ya no suena el timbre y el torno ha dejado de girar, pero es una buena señal, porque «todos están donde deben estar: en casa».
Dice la hermana Lucía que en el monasterio se han intensificado las oraciones por «tantos hermanos que sufren en su propia piel el latigazo de esta pandemia». También lo hacen por quienes se han quedado en el paro y por los sanitarios que exponen su vida por ayudar a los demás.
Aunque viven en clausura, la crisis no ha pasado desapercibida por esta comunidad religiosa de la ciudad del Torcal, desde donde animan a actuar con prudencia y seguir las pautas de higiene y distancia, que son cosas sencillas y para el bien de todos.
«Aconsejo cultivar un ambiente sano y no dejarnos llevar por la psicosis, los nervios o la desesperanza. Valoremos a quienes tenemos al lado y procuremos hacerle este tiempo lo más agradable que podamos», señala la carmelita descalza, que recomienda en estos tiempos difíciles «cultivar el buen humor» y aplaudir más fuerte cada atardecer.
La crisis -explica- no acabará con nosotros, pero puede que nos ayude a crecer y reflexionar, porque «andábamos demasiado distanciados unos de otros». Ahora se nos ha prohibido el beso y el abrazo y «todos compartimos la añoranza y el deseo de volver a encontrarnos». La hermana Lucía es optimista: «la primavera llegará», y será cuando el «bichito» haya sacado lo mejor que cada uno llevamos dentro. Hasta entonces, tenemos tiempo de leer sus versos:
Si sabrá la Primavera
que la estamos esperando…
Si se atreverá a cruzar
nuestros pueblos despoblados,
colgando en nuestros balcones
la magia de sus geranios.
Si dejará su sonrisa
esculpida en nuestros campos,
pintando nuestros jardines
de verde, de rojo y blanco.
Si sabrá la Primavera
que la estamos esperando…
Cuando llegue y no nos vea
ni en las calles ni en los barrios,
cuando no escuche en el parque
el paso de los ancianos,
o el bullicio siempre alegre
de los chiquillos jugando.
Si creerá que equivocó
la fecha del calendario,
la cita que desde siempre
la convoca el mes de Marzo.
Si sabrá la Primavera
que la estamos esperando…
Cuando estalle jubilosa
llenando de puntos blancos
los almendros, los ciruelos,
los jazmines, los naranjos,
y no vea que a la Virgen
la preparan para el Paso.
Que se ha guardado el incienso,
el trono, la cruz y el palio.
Y que Cristo, igual que todos,
está en su casa encerrado,
y no lo dejan salir
ni el Jueves ni el Viernes Santo…
¿Pensará la Primavera
que tal vez se ha equivocado?
¿Escuchará los lamentos
de quien se quedó en el paro,
de quien trabaja a deshoras
por ayudar a su hermano,
de aquél que expone su vida
en silencio y olvidado?
¿Escuchará cada noche
los vítores, los aplausos
que regalamos con gozo
al personal sanitario?
¿Pensará la Primavera
que tal vez se ha equivocado
y colgará sus colores
hasta la vuelta de un año?
Si sabrá la Primavera
que la estamos esperando…
Que se nos prohíbe el beso,
que está prohibido el abrazo;
el corazón, sangre y fuego,
el corazón desangrado.
Si sabrá la Primavera
que ya la estamos soñando…
Asomados al balcón
de la Esperanza, esperamos
como nunca, que ella vuelva
y nos regale el milagro
de ver florecer la vida
que hoy se nos va de las manos…
¡Bienvenida, Primavera!
Hueles a incienso y a ramos,
con tu traje de colores
y los cantos de tus pájaros.
Ven a pintar de azul-cielo
esta tierra que habitamos.
¿No sentís que en este mundo
algo nuevo está brotando?
Si será la Primavera
que está apresurando el paso.
Lucía Carmen de la Trinidad. Carmelita descalza. (Antequera).