Simón García: Las huidas de la cúpula
La mayor preocupación actual del Presidente es permanecer en el poder. No le importa que su patético aferramiento al coroto comprometa el futuro del PSUV ni que acelere el hundimiento del país en el mar de las calamidades.
A pesar de la agresividad de sus desconocimientos a la Asamblea Nacional, todas las recientes acciones de Maduro muestran a un individuo perturbado por la posibilidad de ser revocado y dándose golpes contra la pared de una firme mayoría social y electoral. Es un individuo atemorizado, débil y a punto de pegar un brinco cada vez que se mueve una mata.
Un Presidente en esas condiciones es un riesgo. Primero, porque su negativa a rectificar equivale a querer apagar el incendio de las crisis echándole más gasolina. Segundo, porque aúpa, por vía de los hechos, la anulación de la Asamblea Nacional. Tercero, porque agudiza la contradicción entre su gobierno y la mayoría del país. Cuarto porque aumenta la ingobernabilidad al cerrar los caminos constitucionales que pudieran resolverla.
La cúpula ya no puede mantener el equilibrio entre la conveniencia formal de proyectarse hacia la comunidad internacional como una democracia y la necesidad real de violar la Constitución para contener las demandas internas de cambio y evadir las funciones de investigación parlamentaria sobre un gobierno rodeado por todas partes de ineficacia y corrupción.
Maduro y Cabello encabezan la huida de la cúpula hacia una pataleta totalitaria. Declararon su aceptación a los resultados del 6D, pero actúan para disolver a la Asamblea Nacional, el único poder que puede hacer contrapeso al Ejecutivo y el único que tiene una clara legitimidad de origen y desempeño, entre los dos que son expresión del parecer popular.
El plan que está poniendo en práctica la cúpula roja a través de la Corte Suprema de Justicia, el Consejo Supremo Electoral y todas las instituciones bajo su control constituyen piezas específicas de un golpe para anular la independencia, la autonomía y la eficacia legislativa que es privativa del parlamento en todas partes del mundo. Un golpe de Estado contra uno de los poderes del Estado, contra la Constitución Nacional y la democracia.
Las jugadas irresponsables contra la Constitución a quien primero debilitan es al gobierno porque corroen la conciencia institucional en todos los órganos, ramas y niveles del Estado y porque pierde legitimidad. No sólo le abren puertas a una intervención militar o al sacudón de un pueblo maltratado deliberadamente por las políticas gubernamentales, sino que extienden la involución del régimen y ahogan la posibilidad de una transición compartida por el PSUV.
¿Cómo responder a estas violentas huidas de la cúpula hacia la ilegalidad y la perturbación de la paz? Le corresponde a la MUD defender la institucionalidad democrática, luchar con todo por la vigencia plena de la Constitución Nacional, crear la legislación para superar la crisis económica y política y cumplir, en lo inmediato, con la protección a los sectores socialmente más vulnerables y económicamente más débiles.
Y hay que recordar una de las reglas más antiguas de la política: mano segura no se tranca. Hay que seguir ganando, con firmeza y sin ceder a las provocaciones.