¿Sobrevivirá el proceso de paz al Santrichgate?
Después de las grabaciones de audio y las fotos que le dio ayer el Fiscal General a todos los medios como evidencia del involucramiento del ex jefe guerrillero Jesús Santrich en narcotráfico, la pregunta es si sobrevivirá del proceso de paz con las Farc tras este golpe.
En una reunión a la que fuimos convocados periodistas de todos los medios, Néstor Humberto Martínez mostró las evidencias que incriminan al ex negociador de las Farc y contó cómo se había hecho la investigación.
Según dijo, en junio del año pasado la Fiscalía se propuso hacerle seguimiento a la ejecución de los recursos del posconflicto y para eso empezaron a seguir lo que el Fiscal llamó “unos intermediarios de la corrupción” en los proyectos de la paz.
Uno de esos personajes estaba detrás de los contratos de salud en las zonas de concentración de los guerrilleros pero cuando el gobierno decidió concentrar la contratación de salud, Marlon Marín -“el protagonista de estos episodios”, según el Fiscal- busca nuevos negocios y comienza a hablar con el mexicano cartel de Sinaloa.
Cuando la Fiscalía estaba grabando a Marlon Marín se dio cuenta que otra gente también lo estaba siguiendo y descubrió que se trataba de un grupo SIU de la DEA (Unidad de Investigación Especial) que trabaja con la Fiscalía. Ahí se unieron ambas investigaciones.
En el curso de esas grabaciones (en donde en la primera conversación que escuchamos de agosto de 2017 hablan de una entrega de televisores, que al parecer es el código que utilizaban estos narcos para referirse a cocaína) los mexicanos piden una prueba de calidad de la mercancía que les están supuestamente vendiendo.
En octubre, cuando según el indictment, los mexicanos ya la habían obtenido, piden a los intermediarios tener contacto con su jefe y ahí en la grabación hablan del “ciego” (Santrich perdió la vista hace años).
Un mes más tarde aparece mencionado en las grabaciones un tal ‘Trichi’, que, según dijo el Fiscal, en el contexto de la investigación entienden que es Santrich. Ahí dicen que Trichi le manda un cuadro al “papá de ellos”, que, según dijo Martínez, es el narco de Sinaloa Rafael Quintero. El Fiscal nos mostró una foto del dibujo que supuestamente le envió Santrich (que pinta) con una dedicatoria con su firma.
El 8 de febrero es cuando, a la madrugada, según el indictment, los mexicanos vienen a Colombia y se reúnen con Santrich en su casa en Modelia (hay una grabación previa con una voz que las autoridades dicen es la del ex guerrillero en la que hablan de “proyectos productivos” y, de acuerdo a la investigación, es una referencia a la exportación de la coca).
En esta reunión es cuando supuestamente definen cómo se van a pagar los 15 millones de dólares mediante la entrega de un ‘token’. El beneficiario de ese token estaría en Miami donde le pagarían la plata a “la familia”, que es el término que según el Fiscal (que oyó decenas de grabaciones más) usa Marlon.
A ese encuentro asistió el informante camuflado de la DEA, quien habría grabado el encuentro y tomado la foto que aparece de portada en esta historia, y que de todas las que vimos parece la prueba más contundente.
Santrich está sentado con Marlon Marín, que también fue capturado, y cuya voz, según la Fiscalía, es la que aparece en todas las grabaciones que oímos.
No pudimos oír el audio de la conversación en Modelia, en la que el Fiscal explicó que hablan de la transacción, porque es parte del expediente contra Santrich en Estados Unidos.
Después de la reunión en Bogotá y bajo el monitoreo de la DEA, Martínez dijo que se tiene documentada la entrega de un pago por 5 millones de dólares en efectivo en Miami. Para hacerlo, el supuesto emisario de Santrich llevaba el billete ‘gemeleado‘, que había sido entregado al exguerrillero en su casa y que era la forma de identificarlo que tenía la persona a la que se le debía hacer el desembolso. El billete era idéntico con el que tenía el encargado de pagar en efectivo.
Después de esa reunión, el envío de la cocaína no se concretó porque alguien ligado a la investigación le avisó a Santrich y cuando la Fiscalía se dio cuenta tuvo que parar el seguimiento.
En todo caso, ya en Estados Unidos tenían suficientes pruebas e hicieron el indictment y la circular roja de Interpol que condujo a la captura del exguerrillero.
El lunes, a las 5.30 de la mañana, el Fiscal levantó a Santos para darle la noticia de la captura, sobre la que el Presidente no tenía idea. Y desde ahí, ya la historia es conocida.
La extradición
Por el principio de que una persona no puede ser juzgada dos veces por el mismo hecho, la investigación judicial que prevalece es la gringa y por eso en Colombia no hay un proceso abierto contra Santrich (que estará detenido, hasta que se define su situación, en el búnker de la Fiscalía).
Cuando La Silla le preguntó al Fiscal por qué prevalecía el proceso en Estados Unidos si la iniciativa de la investigación también había sido de su entidad y se ponía tanto en juego en Colombia con esta captura, Martínez explicó que porque allá tenían más pruebas.
También dijo que se había sorprendido mucho de encontrar a Santrich en un negocio de narcotráfico y que lo sentía mucho. Agregó que quería reiterarle a todos los reinsertados que el que cumpliera la ley no tenía nada qué temer.
A diferencia del Fiscal que tenía que cumplir la orden de captura por ser una circular roja de Interpol, la decisión de extraditarlo si Estados Unidos lo solicita es totalmente discrecional del Presidente y Santos podría negarla por razones de conveniencia. En su rueda de prensa dijo que lo haría si las pruebas le parecían contundentes (en ese momento, según dijo Néstor Humberto, no las había visto todavía).
Mientras se surte el procedimiento y Santos toma una decisión, el proceso con las Farc entra en una fase crítica.
La Farc reacciona
“Con la captura de nuestro camarada Jesús Santrich el proceso de paz se encuentra en su punto más crítico y amenaza ser un verdadero fracaso”, dijo la cúpula de la Farc en un comunicado en el que dicen que todo es un montaje de los gringos en colusión con la Fiscalía y que ocurrió antes de que se divulgaran los audios y las fotos.
Según confirmó La Silla Vacía con dos fuentes en el terreno, hoy hubo una salida masiva de excombatientes de todas las zonas de concentración.
En Mesetas, Meta, el mismo lugar en el que se hizo el acto simbólico en el que las Farc dejaron sus armas, los excombatientes que aún viven en el espacio de capacitación rotaron un comunicado por WhatsApp en el que dicen que ante la captura de Santrich «suspendemos temporalmente todas las actividades relacionadas con la reincorporación civil y solicitamos a los funcionarios de la Agencia de Reincorporación, de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y de Fondopaz retirarse temporalmente de los espacios territoriales de capacitación hasta tanto no haya claridad de lo que va pasar con el proceso de paz».
Lo hicieron a pesar de una carta del jefe de la Farc, Rodrigo Londoño, en el que le pide a los ex guerrilleros de las zonas no dejarse desmotivar.
“Vamos a imponer, por encima de fiscales enemigos de la paz la implementación de los acuerdos. Cueste lo que nos cueste, se trata de la paz de Colombia”, les dice Timochenko. Más adelante agrega: “Qué sentido tiene echar de los espacios a los representantes del gobierno, con quienes antes tenemos que estrechar más las relaciones para hacer avanzar más rápidamente la implementación”.
En los próximos días, cuando la Farc decante las pruebas que tiene la Fiscalía, su cúpula tendrá que decidir si actúa políticamente para salvar el proceso, como lo hizo el M-19 después de la muerte de Pizarro o el FMLN con las armas en Nicaragua o si se mantiene en la idea del montaje.
En cualquiera de los dos casos, el proceso de paz sale lastimado de este episodio.
Dos escenarios, ambos malos
Si las evidencias del Fiscal convencen a los reincorporados de las Farc de que en efecto Santrich, uno de sus líderes más ideológicos, estaba haciendo operaciones de narcotráfico a pocas semanas de posesionarse como representante a la Cámara, ellos tendrán menos incentivos para resistir la tentación de ir a hacer lo mismo con las disidencias. Y si creen que es un montaje, también perderán credibilidad en el Acuerdo porque sentirán que el riesgo de terminar ellos también tras las rejas aumenta.
Por el lado de los colombianos que vieron en televisión las pruebas, muchos quedarán convencidos de que es cierta la retórica uribista de que los guerrilleros no solo eran un cartel de narcotraficantes antes de firmar la paz sino incluso después de su reincorporación. Un discurso que se ve reforzado por los escándalos más recientes de posible corrupción en el Fondo para la Paz, que maneja los recursos de la implementación del Acuerdo, y los de la JEP tras la salida del Secretario Ejecutivo Néstor Raúl Correa.
Este episodio entra automáticamente en el debate electoral en el que compiten dos narrativas opuestas sobre el Acuerdo de paz y aunque racionalmente se puede alegar que esta captura demuestra que el Acuerdo no fue una oferta de impunidad, emocionalmente refuerza la idea de que los guerrilleros no son leales a lo firmado.
“En todo caso el proceso con las Farc estaba haciendo agua desde antes”, dice María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz, uno de los centros de investigación más importantes sobre el proceso de paz y el conflicto. “La pregunta es ¿para qué Santrich estaba negociando droga?”.
Ella misma aventura una especulación: “puede ser que en la medida en que crecían los obstáculos (seguridad y reincorporación política, social y económica) fue armándose la idea del rearme”.
Esta idea de que dejaron las armas demasiado rápido es precisamente la que expresa Santrich en una entrevista una semana antes de que lo capturaran y a menos de un mes de haber sacado solo 50 mil votos en las urnas y de haberse bajado del bus de la campaña presidencial.
“…conociendo la catadura históricamente traicionera de este régimen, cometimos un error estratégico y estructural al haber convertido la dejación en entrega de armas sin que los aspectos centrales del Acuerdo se hubiesen concretado, al menos en sus bases y en el diseño fáctico de sus garantías de cumplimento”, dice Santrich, tras hacer una evaluación muy negativa de la implementación.
El futuro inmediato del proceso queda ahora en manos de los directivos de la Farc -nueve de ellos próximos congresistas- y en las de Santos, cuyo lugar en la Historia por la firma de la paz también comienza a verse amenazado.