Solano: Emilia Pardo Bazán – La condesa misteriosa
Si hay una vida potente, completa, interesante y libre en una época compleja para que todo aquello se diera, esa es la de Doña Emilia Pardo Bazán. En este 2021 se cumplen cien años de su muerte, y en la fiesta de recuperar la memoria de una mujer tan singular, se han destapado y analizado muchas de sus facetas: gran lectora, viajera, feminista, curiosa, culta, temperamental. Todo ello conjugado en una personalidad rompedora cultivada desde una clase social privilegiada que ella utilizó para dinamitar desde dentro, como una infiltrada intelectual, sus más arraigados pilares.
Inteligente y voraz en varias direcciones (con el sexo, los dulces, los libros, la escritura), doña Emilia incurrió en casi todos los géneros literarios, pero hay uno en el que se aventuró como una pionera solitaria y que, sin duda, cien años después, destaca con un brillo asombroso de modernidad: la novela policíaca y de misterio. Los misterios de Selva, una obra inédita que ve la luz con motivo de la conmemoración de este centenario, es buena prueba de ello.
«No deja de ser fascinante que una novela policíaca salga a la luz gracias a una investigación que roza lo detectivesco»
Casi tan misteriosa como la trama de la novela es la historia del manuscrito, que resume el escritor y catedrático de Teoría de la Literatura en la Universidad de La Coruña, José María Paz Gago, presidente del comité científico de la Casa Museo Emilia Pardo Bazán: “El manuscrito original es, en realidad, dos manuscritos, que se conservaban en bastante mal estado, pero gracias a la perfección de la tecnología y los nuevos medios, se han podido recuperar. Comenzamos por escanear las 170 cuartillas que permanecían agrupadas aumentando el tamaño del texto con lupas digitales para descifrar con mayor precisión el contenido. Por otra parte, en el trabajo de catalogación de fondos realizado por Ricardo Axeitos se localizaron varias hojas que vinieron a encajar en el relato anterior. Logramos descubrir que los dos borradores, pese a cambiar los nombres de los personajes, se complementaban entre sí y que ambos formaban una sola historia”.
La reconstrucción de una novela
No deja de ser fascinante que una novela policíaca salga a la luz gracias a una investigación que roza lo detectivesco. Este ha sido el caso de Los misterios de Selva, la novela inédita de la condesa de Pardo Bazán. A la muerte de la escritora, su legado, por designación testamentaria de sus familiares, quedó bajo la custodia de la Real Academia Galega ubicada en La Coruña, llegado hasta allí en 1971: libros, muebles, obras de arte y un par de maletas llenas de documentos y manuscritos. La tarea de ordenación y catalogación no fue fácil, pero dio riquísimos frutos, entre ellos esta novela misteriosa, que a pesar de hallarse escrita a máquina (doña Emilia siempre tenía el último modelo de máquina de escribir) se conservaba en muy mal estado, llenas las hojas de tachaduras y anotaciones a mano. El trabajo era dificultoso y se pospuso hasta hace unos meses, en los que se vuelve a trabajar en esas famosas 170 cuartillas, completadas con ciertas hojas maquinoescritas traspapeladas que, sin embargo, encajaban en el hilo argumental y los personajes de la historia, llevándose a cabo la tarea precisa de reordenar el manuscrito completo. Se ha necesitado, sin duda, de imaginación de novelista para reconstruir el original, una especie de reto apasionado de lector experto en Pardo Bazán mezclado con cierta habilidad de escritor que se ha de enfrentar a un rompecabezas literario, que felizmente acaba de ver la luz.
«Esas 170 cuartillas que la autora escribió, corrigió con furia y finalmente decidió olvidar en un cajón para siempre siguen guardando un enigma»
Y no lo ha hecho solo, ni mucho menos, pues Doña Emilia había escrito con anterioridad una novela corta que sí se llegó a publicar en vida de ésta, bajo el título de La gota de sangre, apareciendo incluida en este nuevo volumen que constituye el primer y único “díptico policíaco” de la escritora gallega.
Esas 170 cuartillas que la autora escribió, corrigió con furia y finalmente decidió olvidar en un cajón para siempre siguen guardando un enigma: ¿por qué la condesa las desechó?
José María Paz Gago, máximo experto en la obra de esta escritora, se aventura argumentando que Pardo Bazán quería escribir la novela policíaca perfecta, pero el resultado no le convenció y decidió no publicarla: “Doña Emilia era muy perfeccionista e inteligente, muy consciente de sus limitaciones. No quedó satisfecha con el libro, pues tal vez pensó que no estaba a la altura del resto de su obra”.
La gota de sangre
Con esta novela corta publicada en 1911, Emilia Pardo Bazán estrenaba, y ahí es nada, el género policíaco en España. Y no solo eso, pues con La gota de sangre doña Emilia se convertía en la primera mujer en este país que escribía género policiaco, diez años antes que Agatha Christie, anillándose como un eslabón perdido entre la dama inglesa del misterio y el mismísimo Conan Doyle, al que doña Emilia, sin duda alguna, había leído tal vez en España, pero con más probabilidad en Inglaterra, donde la escritora, siempre atenta a las novedades literarias (y Conan Doyle no solo era novedad, sino que se había convertido en un best seller editorial) viajaría en varias ocasiones.
«El misterio de un crimen es su psicología, los abismos del corazón que descubre, la luz que arroja sobre el alma humana»
Ese interés por el misterio y el crimen lo expresaba así Pardo Bazán: “Yo tengo por crímenes vulgares los que llevan por móvil el robo, y no les llamo verdaderamente misteriosos nunca, porque el misterio, en un crimen, no consiste en que se ignoren los autores […]. El misterio de un crimen es su psicología, los abismos del corazón que descubre, la luz que arroja sobre el alma humana”.
En sus muchos artículos sobre la criminalidad en España, verdadera crónica del crimen de su tiempo, criticaba las estructuras encargadas de mantener el orden, llegando a decir que las fuerzas de la policía nacional carecían de energía y motivación, al tiempo que desconocían las técnicas policiales modernas que ya se practicaban —y ella era testigo principal de esa realidad— en las grandes ciudades europeas.
Pero la novelista española hizo algo más que opinar, pues en el género corto del articulismo y el cuento que cultivó sin descanso (se tienen contabilizados más de mil), demostró que lo policíaco no le era en absoluto ajeno, y así, en 1909, dos años antes de escribir La gota de sangre, confesaba: “Cuando leo en la prensa el relato de un crimen, experimento deseos de verlo todo, los sitios, los muebles, suponiendo que averiguaría mucho y encontraría la pista del criminal verdadero”. Cierto es que jamás concedió el subtítulo expreso de “policiacos” a ninguno de sus muchos cuentos que sí lo eran, pero con el tiempo algunas editoriales, como Anaya, reorganizarían esos escritos publicándolos bajo ese epígrafe.
Una avanzada de su tiempo
Emilia Pardo Bazán nació en 1851, coincidiendo en las artes y la literatura con el fin del Romanticismo. La sociedad aburguesada comenzaba a pedir una literatura que fuese el reflejo del ambiente en que se desarrollaba su vida, sus preocupaciones y sus inquietudes, y los escritores, como notarios inspirados de su propia época, comenzaron a abandonar las historias trágicas e idealizadas y a explorar las posibilidades narrativas del mundo cercano con hechos y ambientes verosímiles, lugares reales y personajes creíbles.
«Bajo este término desnudo se abrigaron los escritores modernos impulsados por un nuevo imperativo»
Estaba naciendo el Realismo, que tendría en Francia, de la mano de Émile Zola, y en palabras de la mismísima Emilia, “su nota más aguda”, en una tendencia que vino a conocerse como Naturalismo.
Bajo este término desnudo se abrigaron los escritores modernos impulsados por un nuevo imperativo: “El novelista no debía limitarse a observar, sino prestar más atención al análisis sociológico de las circunstancias y a la perspectiva social de sus protagonistas, pues la novela tenía que ser transformada en un artefacto con valor social y científico, para lo cual era necesario “descender” a los ambientes de degeneración y miseria, con tipos humanos extremos: enfermos, locos, alcoholizados”.
Emilia Pardo Bazán se interesó enseguida por el Naturalismo francés, dándolo a conocer en España en “La cuestión palpitante”, una serie de polémicos artículos que, por avanzados, le causaron no pocos disgustos.
Se apagaba el XIX; en sus últimas décadas había nacido en Londres Sherlock Holmes, y en España Pedro Antonio de Alarcón, con su novela corta El clavo, había marcado el principio del género policiaco sin demasiados seguidores: tan solo La incógnita, novela de Benito Pérez Galdós que también puede considerarse un precedente, le seguiría. Habría que esperar a los primeros años del siglo XX, cuando Emilia Pardo Bazán decidió sentarse y crear el primer investigador “moderno” de la historia de la literatura española: el señor Selva, el protagonista de La gota de sangre y de esta segunda aventura, Los misterios de Selva, recién publicada.
En el panorama internacional brillaban los detectives literarios que, junto a Holmes, ya estaban consagrados, como Auguste Dupin o Philo Vance, todos ellos dotados de unas facultades extraordinarias, prácticamente infalibles, cuyo modus operandi común era intentar siempre racionalizar lo inexplicable y misterioso.
«Emilia Pardo Bazán crea un personaje policíaco completamente nuevo, pues lo mezcla por primera vez en la historia de la literatura, en la coctelera del Naturalismo»
Sin embargo, Emilia Pardo Bazán crea un personaje policíaco completamente nuevo, pues lo mezcla por primera vez en la historia de la literatura, en la coctelera del Naturalismo. De esta manera, el protagonista de los crímenes de la condesa (el tal Selva) es, podríamos decirlo así, un “héroe cansado”, un falso culpable, un “detective por necesidad” que, aunque no desdeña el método de investigación racional, prefiere la intuición y la inspiración como instrumentos.
Es por tanto un personaje más humano, vulnerable, contradictorio y ambiguo, con tensiones evidentes entre sus reglas personales y las de la autoridad competente o la sociedad, unas características que encontraremos más tarde en los personajes del género negro norteamericano de Hammett, Chandler, David Goodis, Ross Macdonald, Patrick Quentin, Cornell Woolrich, y en muchos de los guiones cinematográficos de las películas de Alfred Hitchcock.
Emilia Pardo Bazán seguirá siendo, para las generaciones actuales y venideras, la gran autora de Los Pazos de Ulloa y La tribuna, pero ahora, con Los misterios de Selva, sabemos que, además, fue capaz de llevar el Naturalismo a la novela policíaca clásica, estableciendo ella sola un puente que conducía a lo que habría de llamarse, tiempo después, novela negra.
Obra recomendada:
Los misterios de Selva. Editorial: Ézaro (1 enero 2021) ISBN-10: 8412357612 ISBN-13 : 978-8412357615. Tal como revela La gota de sangre, aquí incluida, y la novela inédita Selva, doña Emilia es la primera escritora de novela criminal, pues se adelantó en una década a Agatha Christie. Dotada de un extraordinario oficio novelístico, Emilia Pardo Bazán experimentó todos los estilos narrativos y temáticas en sus novelas y cuentos, pero pocos lectores conocen su sorprendente incursión en la novela policíaca. Pardo Bazán quiso superar al mismísimo Conan Doyle, para lograr la novela policíaca perfecta, dotada de la profundidad psicológica que faltaría al inglés. Lo haya logrado o no, su detective aficionado, Ignacio Selva, es una versión sorprendente, a la vez castiza y cosmopolita, del inevitable Sherlock Holmes.
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Artículo publicado en Publishers Weekly en español.