Tania Díaz Castro: 11J: Un problema aún sin resolver
Seguramente Fidel Castro jamás se imaginó que más de 60 años después de su triunfo el pueblo saldría a la calle a protestar contra su régimen.
LA HABANA, Cuba. – Han pasado los días y aún está sin resolver cómo llamar a los valientes y desesperados humildes que se lanzaron a las calles el pasado 11 de julio, en demanda de libertad, pan y justicia social.
La prensa de la dictadura, por ejemplo, no cesa de llamarlos “delincuentes”, “mercenarios”, “anexionistas” y por último “malandrines”.
Pero, del otro lado hay claridad: fueron los protagonistas de una gesta cívica que preocupa mucho al régimen, que no sabe qué hacer para que esto no vuelva a ocurrir.
Lo que no dicen claramente los mandamases de hoy es que quienes salieron a la calle el domingo 11 de julio, a lo largo de toda la Isla, fueron los primeros cubanos que masivamente, de forma espontánea, dijeron “No” al castrismo, que durante más de 60 años ha ocasionado hambre y miseria al pueblo.
Fueron ellos, a mi juicio, quienes rompieron con una vieja costumbre de ver y callar, y de no salir a las calles a reclamar sus derechos. En ocasiones anteriores, durante la República, ¿por qué protestaron los cubanos?
¿Acaso protestaron por las primeras elecciones libres bajo el gobierno interventor el 16 de junio de 1900? No. ¿Cuando comenzó la Asamblea Constituyente el 5 de noviembre del mismo año? No. ¿Cuándo Leonard Wood prohibió los tambores africanos? No. ¿Cuando el 21 de febrero de 1901 se aprobó la Enmienda Platt? No. ¿Cuando el primer presidente de la República recibió el traspaso de poderes de manos del general Wood? No.
Miles de motivos hubiera tenido el pueblo cubano para salir a las calles en son de protesta cívica. Pero no.
Los que entonces protestaban, a puertas cerradas o en pequeños grupos, eran los liberales y otros sin mucha importancia. Incluso una parte de la población habanera se mostró satisfecha cuando el dictador Gerardo Machado decidió por fin abandonar Cuba. Solo eso.
Luego, analicemos quiénes fueron los primeros audaces que recorriendo la Avenida de San Lázaro, en el centro de la capital habanera, gritaban vivas a la Constitución de 1940 y “Abajo Batista”, días después de establecerse un gobierno de facto, sin elecciones libres. Ellos fueron los líderes estudiantiles José Antonio Echevarría, Luis Blanca y algunos otros. Con los meses se sumaron más, pero nunca pasaban de 20 o 30 estudiantes, en zafarrancho de combate con la Policía de Batista.
Del balcón de mi casa yo lo vi todo, a tres cuadras de la Universidad, junto a mis padres. Como nosotros, también eran espectadores los vecinos, de pie en las aceras o desde sus viviendas.
Pero, ¿qué ocurrió por último, cuando el pueblo cubano mezcló la política con las calles? Fidel Castro apareció en enero de 1959 prometiendo lo mejor para los humildes. Y el pueblo se lo creyó. A partir de esos momentos, la calle era de Fidel. La hizo suya por “derecho propio”, como todo lo demás.
El nuevo dictador jamás se imaginó que un domingo 11 de julio, 60 años después, ese mismo pueblo saldría a la calle a protestar contra su régimen, sin que él, muerto ya, pudiera evitarlo.