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¿Todos somos Jadue?

Parece que las leyes son para los otros, pero no para los miembros del Partido Comunista; ellos son de otra categoría moral que el resto de los humanos.

 

Escuché atento y completos lo53 minutos en que la jueza lee la sentencia en que formaliza y deja detenido al alcalde Daniel Jadue el 3 de junio. Quedé anonadado. Todavía me pregunto por qué quedé tan impresionado e intento dilucidarlo escribiendo aquí. Tal vez debiese ser obligatorio que toda persona que ocupa algún cargo en cualquier organización que administra recursos, y no sólo públicos, escuche ese dictamen con atención. La jueza resume decenas de horas de alegatos en menos de una, recordando qué dijo el acusador (los fiscales) sobre lo que habrían hecho los acusados, sus pruebas, por qué sería un delito, la respuesta que dio la defensa y finalmente por qué ella concluye que hay delitos y lo deja en prisión. Es una clase de Derecho aplicado o de funcionamiento de la ley. De cómo funciona la justicia en un país en forma, en una república de verdad. Por eso esa sentencia la debieran ver y entender todos los escolares antes de egresar del colegio. ¿Podrían considerar eso los profesores de Educación Cívica?

Me impresionó, primero, la claridad, seriedad y rigurosidad de la jueza. Allí empieza por quedar en evidencia que se habla de algo serio. Es motivo de orgullo y tranquilidad ver que también tenemos personas tan bien preparadas y dignas que trabajan en el Poder Judicial. Así también muchos otros. Allí hay solemnidad y autoridad. Vean, por favor, con apertura el video.

Lo segundo que me impresionó mucho fue cómo una persona con el cargo o investidura de un alcalde, quien es jefe de una organización que administra miles de millones de peso para la sociedad en su conjunto, lo hace tan sin apego a normas mínimas de buena administración. Hasta un niño de 10 años, cuando su mamá lo manda a comprar, separa en un bolsillo su dinero propio y en otro el de la compra encargada. En este caso no había ni eso. De la cuenta corriente de la farmacia, se le transfirió dinero a la mamá de un acusado.

Lo tercero, fue la insistente pregunta que ronda en mi cabeza de los motivos que podrían explicar una conducta así por parte de una persona inteligente y educada. Y la respuesta inevitable sería de uno de dos tipos: a) que se trata de alguien muy ignorante del trabajo que le correspondía realizar, y entonces ¿cómo fue que llegó a él? O, b) que se trata de alguien que se considera por encima de la ley; que puede realizar lo que quiera a su arbitrio porque las normas rigen para los demás, pero no para él. Así, entonces, pensé no sólo en Trump, quien estaba siendo procesado simultáneamente 8.200 km. más al norte, y en el alcalde Torrealba de Vitacura, quien fue condenado hace poco tiempo por conductas muy semejantes. ¿De qué igualdad estamos hablando entre los ciudadanos en un país?

Lo cuarto que me impresionó, es que algunas de esas conductas de Jadue que constituyen un delito, parecen ser muy habituales en el caso de muchos otros alcaldes de todos los sectores políticos. Es frecuente escuchar que muchas asignaciones de fondos, aparentemente hechas por licitaciones imparciales, son en realidad adjudicadas a personas o empresas específicas previo pago de comisiones a operadores especializados del partido del alcalde. Así se “hace caja” para financiar las campañas para reelegir al mismo alcalde u otras autoridades del partido.

Esto pasa no sólo en la compra de luminarias para el alumbrado público (juicio también abierto a Jadue y otros alcaldes), sino referido a fondos para recolección de basura y, más grave aún, a educación escolar municipal o pública y otros servicios. En consecuencia, sería muy importante que este juicio que se sigue a Jadue sea difundido y bien comprendido por los 346 alcaldes y autoridades del país, para aprender que éstas son prácticas que tienen fuertes sanciones y que cada vez hay más fiscales y jueces que saben cómo descubrirlas y sancionarlas. Sería un inmensa externalidad positiva de este juicio: empezar a reducir la corrupción existente en demasiadas municipalidades chilenas y en otros lugares.

Finalmente, me impresionó escuchar de la jueza la cantidad y gravedad de los cuatro muy precisos delitos por los cuales es acusado Jadue: cohecho, fraude, administración desleal y estafa. No habiendo estudiado leyes ni ser abogado, nunca me había detenido a distinguir bien entre esos términos. El cohecho lo tenía asociado a “compra de votos”, las de antes de reformas electorales de los años 50. No; es sinónimo de soborno según la Real Academia y el Código Penal. Y comprende el hecho que cualquier funcionario público reciba pago “para que haga (o deje de hacer) lo que se le pide”. Son cosas muy graves.

Sintiéndome todavía perplejo al haber escuchado con atención plena el desenlace de este juicio en primera instancia, más atónito me fui sintiendo al observar la defensa cerrada del alcalde Jadue por parte de las autoridades del Partido Comunista. ¿Se creerán que porque ellos dicen “que están siendo perseguidos por ser comunistas” los jueces invalidarán todas las pruebas o evidencias que entregaron los fiscales? ¿Buscan atemorizar o amenazar? ¿Convencer? ¿A quién? E inevitablemente se me vienen a la mente todo lo leído sobre la Unión Soviética, las mentiras con que los PC sometieron a los países de Europa central, Cuba, y ahora Nicaragua y Venezuela. Sí, parece que las leyes son para los otros, pero no para los miembros del Partido Comunista; ellos son de otra categoría moral que el resto de los humanos. ¿Suena parecido a lo que pasó a través de Fundaciones a miembros de otro partido de la actual coalición de gobierno?

Pero todo esto llega al paroxismo cuando leo que nada menos que todos los diputados del PC plantean como lema para su defensa corporativa del alcalde el lema: “Todos somos Jadue”. ¿Qué querrán decir?, ¿Que todos cohechan, estafan, etc.? ¿Que ellos hacen lo mismo? ¿Que son también víctimas? ¿De qué? ¿De esa ideología que enceguece tanto que lleva a ese grado de fanatismo? Espero que no, y que esto les lleve más bien a otras reflexiones más profundas.

Tal vez “Todos somos Jadue” en el sentido no ser suficientemente conscientes del carácter delictual y del daño de esas prácticas de Jadue. Sobre todo, no ser cómplices pasivos al no atrevernos a denunciarlas. Para cambiar esto, lo principal es no encubrirlas, no caer en mirarlas principalmente a través de un prisma ideológico o político.

Usemos este caso para aprender todos y enseñar estos temas desde los colegios. No perdamos la capacidad de asombrarnos y de sacar lecciones. Por ejemplo, exigir que todos los alcaldes y altos funcionarios deban aprobar un curso de Administración Pública aplicada o pasen por un proceso de inducción antes de asumir. Y sobre todo, apoyemos a los buenos jueces y fiscales.

 

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