Trump insiste en sus ambición por Canadá, Groenlandia y Panamá y exige a sus socios de la OTAN un 5% de presupuesto en Defensa
El presidente electo de los Estados Unidos también se ha referido al gasto en defensa de la OTAN, la fuerza económica contra Canadá o el cambio del nombre del Golfo de México
Donald Trump compareció este martes en rueda de prensa y dejó claro que, cuando llegue a la presidencia de EE.UU. dentro de dos semanas, no dará marcha atrás en las ambiciones territoriales que ha mostrado en las últimas semanas y en su presión a sus socios de la OTAN para que aumenten sus presupuestos de Defensa.
El presidente-electo ha defendido que EE.UU. vuelva a controlar el Canal de Panamá -que devolvió al país centroamericano en 1999 tras un acuerdo firmado por el presidente Jimmy Carter en 1977-, compre Groenlandia -un territorio bajo soberanía de Dinamarca que considera decisivo para la seguridad nacional por sus recursos naturales- y se anexione Canadá.
A preguntas de los periodistas, Trump se negó a descartar el uso de fuerza militar para colocar el canal de Panamá -clave en el tráfico marítimo y que él acusa de estar «operado por China»- bajo control estadounidense. También lo hizo para el caso de Groenlandia. «Es posible que haya que hacer algo», dijo al respecto y también aseguró, sin dar detalles, que «no está claro que Dinamarca tenga derecho a ese territorio», que el país europeo «tiene que entregarlo» y que, si se niega, le impondrá aranceles «a un nivel muy alto».
Sobre Canadá no mencionó el uso de fuerza militar, sino de «fuerza económica». Criticó que EE.UU. «pierde 200.000 millones de dólares al año» en déficits comerciales con su vecino del norte y volvió a defender que Canadá «es un estado» de EE.UU. y que la frontera es «una línea artificial».
Como hace en estas comparecencias de prensa, Trump habló de lo divino y de lo humano. Desde que va a cambiar el nombre al Golfo de México por ‘Golfo de América’ -»qué nombre tan bonito y qué apropiado»; dijo-, a que prohibirá la construcción de molinos de viento. Aseguró que se viene una «era dorada» y de «sentido común» para EE.UU.
Pero la política exterior tuvo un protagonismo especial. Invitó a su enviado especial a Oriente Medio, Steve Witkoff, al micrófono para adelantar los avances en las negociaciones sobre la liberación de rehenes de Hamás en Gaza. Trump ha exigido que esa liberación -también hay rehenes con nacionalidad estadounidense- se produzca antes de su investidura del próximo 20 de enero. Witkoff se limitó a decir que se han logrado «grandes progresos» y que habrá «buenas cosas que anunciar en nombre del presidente» antes de que jure su cargo. Pero el presidente-electo mostró, en su estilo, una postura más agresiva: si no hay liberación de rehenes antes de esa fecha «habrá un infierno en Oriente Medio», amenazó.
Trump también habló de la situación en Ucrania, donde condenó la gestión de la invasión rusa por parte del actual presidente, Joe Biden. Pero, sobre todo, aprovechó para atacar a los socios de EE.UU. en la OTAN, como España, que deberían estar mejor y más preparados para asistir a Ucrania frente a Rusia.
En su primer mandato, Trump presionó a los miembros de la alianza militar para que cumplieran los compromisos de dedicar al menos el 2% de su presupuesto a Defensa, algo que casi ninguno hacía. Ahora, el presidente-electo redobla sus exigencias: «Debería ser el 5%», dijo sobre las partidas militares de los socios.