Cultura y Artes

Tulio Álvarez: Recordar ese futuro inesperado

 

Estaba leyendo el libro Una cierta idea de Brasil: Entre pasado y futuro del ex Ministro de Hacienda Pedro Malan y me encontré con una frase aplicable a Venezuela: «En Brasil hasta el pasado es incierto«. A este asunto me voy a referir hoy.

PASADO INCONCLUSO

Siempre le comento a mis alumnos que la memoria histórica de nuestra patria es sumamente corta y que, por tal desgracia, estamos condenados, cada cierto tiempo, a repetir los mismo errores. Ya sea por algo de incredulidad que sospecho al leer sus rostros, la cual prefiero al desinterés, ensayo inmediatamente una prueba de mis asertos. Les indico que, en el mismo momento en que termine la clase, voy a preguntarles sobre el principal tema de conversación en la hora anterior. Les remato con una certeza, ninguno acertará el tema de discusión que estaba inquiriendo. Año tras año, hago la misma advertencia con el mismo resultado. Al final de la clase, la inmensa mayoría no recuerda la tesis central.

Sé que esta anécdota me deja muy mal como maestro pero qué me puede importar, en esta fracción de vida, mi propia incapacidad de comunicar si apoya el punto que les quiero plantear. Me refiero a la malsana y enfermiza estrategia de la izquierda irredenta, amortajada en ese sepulcro que han llamado Socialismo del Siglo XXI, dirigida a reescribir nuestra historia y desfigurar un perfil institucional que fue la base de esa democracia perdida en la arboleda de la barbarie.

En un trabajo destacado e inconcluso, Marc Bloch responde la pregunta: ¿Para qué sirve la historia?; y la describe como “la ciencia de los hombres en el transcurso del tiempo”. Él demuestra que hay varios caminos, algunos interesantes y desconocidos, que nos conducen al pasado y propone el “método regresivo” de “leer la historia de atrás para adelante”, porque considera sabio partir de lo conocido para lo desconocido. Lo que más me interesa, a los efectos del tema que desarrollo, es que Bloch consideraba que la variedad de interpretaciones sobre los acontecimientos del pasado es posible porque, esos hechos que se investigan, son fenómenos psicosociales; en consecuencia, se analizan de acuerdo a la conciencia del historiador como de los agentes históricos.

En un análisis sobre la obra de Bloch, el historiador Gérard Noiriel, destaca que dos ideas concretas marcan el punto de partida de la concepción de la historia que allí se desarrolla: El esquema de lo que Bloch llamó “la manía del juicio” y una cierta ética profesional que lleva al historiador a “rendir cuenta a sus lectores”. El problema es que en Venezuela nadie rinde cuenta de nada.

UNA PRÁCTICA PERMANENTE

Hay reconocer pocas competencias a los comunistas pero, indudablemente, la capacidad de manejar los preconceptos ideológicos, el aparato propagandístico y la suficiencia destructiva son absolutamente relevantes en su hoja de muerte y destrucción. Ejemplos sobran, España es uno de ellos, dolorosamente. En un artículo bajo el sospechoso título Ser Francos, publicado en el diario ABC y en el importante portal americanuestra.com, Ignacio Camacho advertía sobre un viejo truco para disimular la ausencia de proyecto y de relato; si no tienes nada que ofrecer para el presente ni para el futuro, enreda todo lo que puedas con el pasado y suelta los demonios de la Historia para que dancen su rito macabro. Muy acorde lo dicho con este comentario, el presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez, mancebo de ese depredador que se identifica con el apellido Iglesias, afirmaba hace poco: «Un país que mira al futuro no puede estar en deuda con el pasado».

Hasta ahora, la principal obra del gobierno socialista de España ha sido aprobar un decreto para exhumar el cuerpo de Francisco Franco de su mausoleo en el Valle de Caídos, afirmando el objetivo de transformar el lugar en un monumento para las víctimas de la guerra civil. Y con la originalidad típica de este tipo de gobernantes, cuyo modelo más elegante puede ser Maduro, Carmen Calvo como vocero del gobierno confirmó que el procedimiento implicaría la modificación de la Ley de Memoria Histórica de 2007.

Lo tragicómico de la acción está en que Franco ideó el complejo arquitectónico para homenajear a las víctimas «caídas de Dios y de España», afirmando la reconciliación nacional, sin discriminar entre nacionalistas y republicanos. No pretendo indagar sobre la verdadera motivación del Generalísimo, lo que si tengo es la convicción de que Sánchez y su socio Iglesias buscan exactamente lo contrario, dividir a los españoles entre izquierda y derecha, para aplastar a la mayoría de la población que no se ubica en los extremos. Y lo hacen para borrar su propia historia de ignominia.

EVAPORAR LA DEBACLE ECONÓMICA

Mientras redacto este artículo me encuentro con la Gaceta Oficial Extraordinaria No 6.405 del 7 de septiembre de 2018 en la que aparece publicado el Convenio Cambiario No 1 con el que el Régimen de Maduro pretende deshacer la depredación de cientos de millones de dólares que nos ha llevado a la crisis humanitaria más brutal que haya vivido América Latina. De un solo manotazo y con el significativo número 1, derogan las disposiciones de los Convenios 1, 4, 5, 6, 9, 10, 11, 13, 18, 20, 23, 26, 27, 28, 30, 31, 34, 36, 37 y 39, vigentes desde el 19 de marzo de 2003 y que, sucesivamente, en las mismas marchas y contramarchas, se modificaron entre sí.

Lo cumbre es que algún venezolano crédulo, de esos que están dispuestos a utilizar sus recursos para ahorrar en los certificados de oro expedidos por el régimen expropiador, asuma y hasta indique que se trata de un avance en la eliminación de los controles. No recuerdan que el saqueo agotó las reservas de Venezuela y ahora tienen que capturar otros recursos atrayéndolos con cantos de sirena. No tienen memoria de la macabra reconversión monetaria que ejecutaron hace pocos días y que aún no muestra sus nefastos resultados por lo cercana. Tampoco hacen alusión al golpe continuado institucional que se concretó el año pasado. Solo esperan que el Banco del Tesoro y otras instituciones similares abran cuentas y les otorguen una tarjeta en dólares. Esta maniobra económica, aunque sea desesperada, refleja que la memoria histórica del venezolano debe medirse en horas.

PREGUNTA CONCLUSIVA

Una de las primeras reflexiones que me sedujeron para estudiar historia la encontré en el libro de Edward Carr, What is History? Él me dijo: “Los hechos sólo tienen significado cuando el historiador recurre a ellos. Es el historiador quien determina a que hecho dará la palabra y en que secuencia o contexto”. Sin embargo, hay que tener un mínimo de rigor intelectual y algo de honestidad para comprender el compromiso narrativo que implica trabajar en la oscuridad de ese tiempo, a veces lejano. Porque, trayendo los hechos del pasado, podemos configurar la conciencia colectiva del presente, definir lo que somos y tratar de descifrar un proyecto de lo que seremos.

Y para finalizar este artículo, le pregunto a ustedes: acaso se acuerdan de la advertencia inicial, ¿cuál es el tema central que yo pretendía desarrollar al escribirlo?

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