Un irresponsable Sánchez se jacta de haber derrotado al coronavirus
Primero miró para otro lado, a fin de cumplir con su sectaria agenda ideológica, 8M mediante; después, en vista de su clamoroso error, se vio obligado a aplicar uno de los encierros más severos del mundo; y ahora, con los comicios vascos y gallegos como telón de fondo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se jacta de haber vencido a la pandemia, incurriendo en otra mayúscula imprudencia.
El virus no solo no está «controlado», como ha querido vender el pasado fin de semana un Pedro Sánchez más en campaña que nunca, sino que los datos epidemiológicos apuntan precisamente a lo contrario: España suma ya 58 rebrotes en 15 comunidades, 200.000 personas han vuelto a la cuarentena en Lérida y las cifras de muertes y contagios se están volviendo cada vez más preocupantes.
La torpeza de Sánchez es doblemente reprochable: por un lado, utiliza su calamitosa gestión de la crisis sanitaria como arma electoral; por otro, envía un irresponsable mensaje de tranquilidad a los ciudadanos, ofreciéndoles un espurio flotador al que asirse en este mar de incertidumbres pandémicas. Sin una vacuna aún en el horizonte y con la amenaza de una segunda oleada cada vez más patente, el máximo responsable político del país, con más de 44.000 muertos a sus espaldas, aboga por la relajación en vez de continuar llamando a la prudencia. Todo, a fin de granjearse unos pocos votos.
No ve, o no quiere ver, el jefe del Ejecutivo, que aunque con sus palabras persiga atraer al turismo o incentivar la economía, electoralismo aparte, en realidad, está invitando a los ciudadanos menos reflexivos a saltarse todas las medidas de seguridad. Algo que, por cierto, viene sucediendo cada vez con mayor intensidad y frecuencia en las últimas semanas, como atestiguan las innumerables imágenes de fiestas populares, discotecas o botellones que pululan por las redes sociales.
Ignora o quiere ignorar también Sánchez lo que está sucediendo en otros países que han reabierto sin haber controlado la pandemia, como Estados Unidos o Brasil. La temeridad de gobernantes como Donald Trump o Jair Bolsonaro, quienes, al principio, negaron y, ahora, minimizan los efectos del Covid-19, ha provocado que ambas naciones lideren el funesto ranking mundial de muertes y contagios.
España, el segundo país del mundo que más turistas recibe cada año, vive la temporada estival más trascendental de su historia. Los ciudadanos deben ser conscientes de que el más mínimo desliz puede hacer que la volátil situación oscile del blanco al negro. El Gobierno debe abandonar ese peligroso triunfalismo, abrazar la prudencia y predicar con el ejemplo.