Un par de secretos de Mafalda
Según unos datos de que disponemos (pero que hay que tomar cum grano salis, como luego se verá), la niña más querida de América Latina nació el 15.3.1962, así es que en el pasado otoño austral de mi Buenos Aires querido, Mafalda cumplió 58 años. Digo yo, suponiendo que no llegase a ser algo que deseaba, traductora de Naciones Unidas, y los haya cumplido en la primavera boreal de Nueva York.
Mafalda es un personaje que encierra un par de misterios más de lo que pueda creerse, y sé de qué les hablo porque he invertido –sumando las horas– casi un mes completo en revisar tira a tira el canon de Toda Mafalda [Ediciones de la Flor, Buenos Aires 1993], que incluye las casi 2.000 historietas del corpus original. Personalmente, uno de los misterios que más me atrae es el de su “Diario Íntimo”, que sólo ocupa el 0,2% del total.
Así, en la tira # 424 Mafalda escribe que se levantó muy contenta y piensa que su estado de ánimo será bueno, desmejorando al mediodía (porque en la tercera viñeta le llega desde la cocina un efluvio que comienza a oler, «snif, snif»), y concluye: «con probabilidades de sopa». Y en la # 425, consigna que «hoy jugué un partido de ping-pong con Felipe pero estuve hecha una pichiruchi y perdí por 9 a 20». Hace una pausa para reflexionar y agrega: «Único diario íntimo con suplemento deportivo».
Por último, en la # 433, Mafalda le confiesa al diario que se ha portado muy mal con su mamá, que es muy buena pero ella la hace rabiar, y que la culpa es suya y sólo suya. Aunque después de pensarlo en silencio, añade: “La Dirección de este Diario Íntimo aclara que sólo se limita a publicar estas notas, sin compartir por eso el criterio de su autora”.
¿Por qué no quiso Quino que Mafalda siguiese escribiendo en su Diario Íntimo? Me temo lo «más pior»: porque ello revelaría que a la tierna edad de ocho años, Mafalda ya era lo bastante mujer como para quitarse dos años de edad. Es lo que se desprende de su carta al semanario Siete Días en 1968, afirmando que nació el 15.3.1962… siendo así que en una historieta del 15.3.1966, donde Quino festejó el primer aniversario de sus tiras en el diario El Mundo, Mafalda celebraba en ella simultáneamente su cumpleaños… ¡¡con una tarta con SEIS velas!!, o sea, que según el propio Quino habría nacido el 15.3.1960.
Y otro dato oculto en la saga de Mafalda es que en ninguna historieta del canon se la ve a ella (ni a sus amigos) ni entrar ni estar en una iglesia, y eso me recuerda un clarividente descubrimiento del periodista y socialista español Luis Araquistain: «La singularidad que más ha llamado mi atención en el Quijote, y que no veo mencionada en ninguno de sus innumerables comentaristas, es que en los 106 días que duraron las aventuras del Ingenioso Hidalgo, ni él ni Sancho Panza fueron nunca a misa».
La única vez que quizás (pero sólo quizás) se ve una iglesia en todo el canon Mafalda es en una historieta con dos niños mendigos al lado de la verja de un edificio que parece religioso, y la señora que les da limosna viene con su bolso y su velo, como saliendo de misa. Después de contemplar esa escena, Mafalda vuelve a su casa, busca en el botiquín del cuarto de baño y saca un paquete de curitas [¡ojo, no es el diminutivo de curas!], pero no sabe como pegárselas en el alma.
Esta es con absoluta certeza la historieta más emocionante de Toda Mafalda y de toda Mafalda: la de esa niña a quien le hiere en el alma ver mendigando a dos criaturas de su edad. ¡Mafalda, mi Dulcinea!