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Una Bitácora cubana (LXV)

UNA BITÁCORA CUBANA (LXV)

 

Obviamente, una noticia predomina en estos momentos de penuria como pocas veces se habían visto en la sufrida Isla: la realización del VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba, ese Big Brother totalitario que ha hecho un gran daño económico, político y antropológico a las mayorías ciudadanas cubanas, y que no parece dispuesto a retirar las cadenas, ya que como reseña Camila Acosta en Cubanet, “en el mes de abril se sumaron ocho nuevos casos a la lista de presos políticos en Cuba. Según el informe de Prisoners Defenders (PD) actualmente suman 140 los presos y condenados por motivos políticos en la Isla. 

 

 

1 Octavo Congreso del PCC: ¿El principio del fin?  

-Durante las semanas previas se escribieron numerosas notas sobre la actual coyuntura, llena de nubes negras; Ana León, en Cubanet, destaca que la actual “crisis alimentaria en Cuba es peor que el Periodo Especial” y que hambrear a un pueblo, silenciarlo e imponerle la continuidad del yugo como única alternativa, debería ser considerado un crimen de lesa humanidad”.

 

El régimen intentó como siempre vender circo –porque pan no hay- con la supuesta reafirmación de la amistad con Rusia, que sin embargo, en palabras de Elías Amor Bravo, en Veneconomía y 14ymedio, “de la ayuda de Rusia a Cuba solo queda la deuda”, aunque el Gobierno dio al encuentro entre ambos países una relevancia destacada. El castrismo publicita un supuesto acuerdo de solidaridad y cooperación internacional con la antigua patria comunista –hoy sometida a otra dictadura, la putinista- para evitar lo más posible las reclamaciones urgentes de devolución de unos préstamos no satisfechos.

Los burócratas de la Isla saben muy bien que los actuales “comisarios rusos” son magnates y empresarios internacionales, de un enorme poder económico obtenido tras la piñata del socialismo real, que deben todo lo que tienen y lo que son a Putin. Y vienen a cobrar; la palabra “solidaridad” les debe resultar tan extraña como el clima caribeño.

Y es que no hay pañitos calientes (cuentapropismo, remesas, facilidades para viajar) que curen el mal fundamental, la pesadilla comunista, que ya supera los viejos y nuevos lemas que ya no engañan a nadie, como la meta de “la soberanía alimentaria”, o que los culpables de todo son los gringos y el embargo.

¿Cuál es la realidad alimentaria de hoy, en plena pandemia? Se compra lo que aparezca, lo poco que se consiga. Es tal la desesperación, que miles de cubanos se desentienden del coronavirus para intentar sobrevivir, que ese es el verbo que describe dolorosamente la realidad. En palabras de Ana León:

 

“Si en el Período Especial los habaneros viajaban a la periferia que hoy se conoce como Mayabeque y Artemisa para canjear ropas, zapatos y aseo por sacos de viandas, ahora, en pleno siglo XXI, deben hacer dilatadas colas para comprar unas pocas libras de papa o una mano de plátano burro. Coles, zanahorias y algunas hortalizas son los productos más asiduos en los puntos de venta, donde el plátano macho se vende a escondidas y una jaba de boniatos con huecos cuesta treinta pesos. Dondequiera que se detiene una carretilla con mercancía, así esté regular o mala, inmediatamente se ve rodeada de gente ávida, dispuesta a hurgar en el surtido medio putrefacto hasta encontrar algo aceptable, que se pueda comer sin riesgo de sufrir una cagantina o un empacho”. (…)

 

Lo más triste, no obstante, es que mientras el régimen aprovecha la escasez y el hambre para venderle al pueblo alimentos congelados porque no hay turistas que se los coman, pescadores por cuenta propia venden en la puerta de su casa enormes ejemplares recién salidos del mar, eviscerados y pesados delante del comprador, a 70 pesos la libra. Mientras la Aguja y el Emperador mudan de nevera sin que aparezcan consumidores dispuestos a pagar los precios que impone el estado, el pescador vende sus piezas enteras en pocos minutos, gana su sustento honradamente y los clientes quedan conformes.

Cuba está peor que en los años noventa porque las mordazas se mantienen intactas. Los cambios han sido mero maquillaje para atraer a incautos inversionistas, o congraciarse con el ala menos suspicaz de la opinión internacional.

Cuba se queda sin alimentos ni esperanza mientras el régimen, en su obcecación, dispara a matar. Hambrear a un pueblo, silenciarlo e imponerle la continuidad del yugo como única alternativa, debería ser considerado un crimen de lesa humanidad”.

 

-Antes del Congreso, el primer ministro, Manuel Marrero, anunció la “llegada del Periodo Especial II, y que la hambruna está al doblar de la esquina”; ¿ posible inversión extranjera? seamos serios; el mayor logro de la “Tarea Ordenamiento” ha sido incentivar la protesta ciudadana, según reseña Emilio Morales, en Diario de Cuba:

 

“El primer trimestre del 2021 ha sido desastroso para la economía cubana. La tercera ola del Covid-19 ha regresado la cuarentena al país, cerrando aeropuertos, el transporte entre provincias, municipios y estableciendo el toque de queda en numerosas ciudades.

Para tapar el caos las autoridades tratan de esconder la realidad de la pandemia falseando cifras de la cantidad de fallecidos, obligando a los médicos a escribir certificados de defunción con causas de muertes por neumonía, bronconeumonía o influenza en vez de la causa real — Covid-19—, y vendiendo la idea de que varias vacunas de producción nacional están en camino y que seis millones de cubanos serán inmunizados antes de septiembre.

La tercera ola de la pandemia ha impedido el arribo de turistas y ha cortado la principal vía de envío de remesas: la ruta informal. Al mismo tiempo, ha hecho colapsar el sistema de salud, el cual tiene serios problemas estructurales, con la mayoría de los hospitales cayéndose a pedazos y con una escasez de medicamentos e insumos sin precedentes en la historia de la salud pública cubana.

A esto hay que sumar el aumento de la escasez de alimentos y otros productos de primera necesidad, lo cual se hace cada vez más visible en las redes minoristas. (…)

La nueva generación no comparte la estrategia suicida de los octogenarios de aferrarse al estúpido atrincheramiento ideológico. Prefieren la libertad, la liberación de las fuerzas productivas, la posibilidad de generar riquezas en su propio país, la libertad de pensamiento, la inclusión y las oportunidades para todos.

La nueva generación no quiere un Periodo Especial II. Quiere zafarse de una vez por todas de las cadenas del castrismo, quiere construir con sus propias manos el porvenir en su propio país, en un ambiente de leyes que permita las oportunidades para todos, sin mafias militares que controlen las riquezas del país, sin dirigentes tecnócratas mediocres y obedientes a esa mafia maléfica que se ha adueñado de la Isla.

Si algo tiene que saber el pueblo de Cuba y esa nueva generación es que hay un exilio grande y poderoso listo para el rescate del país. Si algo deben saber el pueblo de Cuba y la nueva generación es que el exilio cubano es la fuerza más poderosa que existe para reconstruir el país con una solución entre cubanos”.

 

 

Congreso donde una vez más la rigidez se disfraza de flexibilidad. (EFE)

 

2 – Sobre el VIII Congreso, Armando Durán, en excelente nota publicada en nuestra página, califica este pasado fin de semana como ‘histórico”. Unos extractos:

 

“(…) Para muchos, estos próximos cuatro días marcarán el principio del fin de la revolución. Para el oficialismo, la continuidad de aquel desafiante discurso pronunciado por Fidel Castro hace exactamente 60 años, en pleno apogeo de la guerra fría y a solo 90 millas náuticas de Estados Unidos, para proclamar, como respuesta anticipada a la inminente invasión de Bahía de Cochinos, el carácter marxista-leninista de su revolución. (…)

Esta implacable condena aritmética a los gobernantes cubanos, agudizada por los costos sociales causados por las incipientes reformas económicas, obligan ahora al Partido, órgano supremo del poder político en la Cuba marxista-leninista desde hace 60 años, a reflexionar sobre el peligro actual de un colapso aun peor que el venezolano y sobre la urgente necesidad de acelerar los cambios para superar las agobiantes contradicciones entre el deseo de aferrarse a la ideología que les ha permitido el ejercicio de un poder político y social absoluto, y la urgente necesidad de remozar a fondo el antiguo y fracasado sistema económico y social. Sin poner en peligro, por supuesto, la concepción marxista-leninista de un Estado de partido único y total control social. (…)

El reto, por supuesto, es inmenso. Ninguno de los nuevos jerarcas del Partido, en primer lugar Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba desde hace tres años, es un funcionario particularmente disciplinado del aparato partidista, todos ellos grises desde todo punto de vista. (…) ¿Podrán, aunque sea muy discretamente y con un pañuelo en la nariz, reproducir en Cuba el modelo chino de un Estado con dos sistemas, uno de implacable rigidez política, el otro de gran elasticidad en materia económica?

 

Mientras, Macky Arenas, en su más reciente “Periscopio Cuba”, comenta que

 

“El todavía primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), Raúl Castro Ruz, confirmó este pasado viernes que abandonará su cargo al frente de ese organismo, tal y como había anunciado desde hace varios meses. Deja su tarea como primer secretario del Comité Central del PCC, pero continuará militando “como un combatiente revolucionario más…”. Es obvio que deja todo bien amarrado pues sostuvo que las políticas del PCC deben ser actualizadas, siempre dejando claro que no habrá sistema político en la Isla que no tenga a ese organismo como fuerza suprema. Quedará Díaz Canel y todo cambiará para que todo siga igual. 

Al octavo Congreso del PCC lo llamaron el congreso de la incertidumbre  pues la gran pregunta que se hacen muchos es si el llamado «congreso de la continuidad» dará paso a cambios estructurales inclinados al mercado y la democracia o insistirá en el camino de una economía estatal planificada y la ausencia de derechos. Los expertos dicen que se trata sólo de un traspaso burocrático. Por su parte, EEUU reitera que no habrá cambios de políticas hacia Cuba, al tiempo que se escuchaba al senador Rick Scott alertar acerca del retiro de Raúl Castro: “Es una distracción, una artimaña”.

La prensa de Miami lo llama “Descarado hasta el final”, pues Castro tuvo el tupé de decir sobre las tiendas MLC: “Son para incentivar las remesas”.

 

Como es obvio, la prensa le dio un amplio despliegue analítico al Congreso; veamos algunos ejemplos importantes:

 

Para Yoani Sánchez, en 14ymedio:

 

¿Congreso o funeral? En Cuba, nunca se sabe

“El cónclave ha tenido toda la solemnidad de un funeral político para una generación que se despide de sus altos cargos, pero ha dejado pocas señales optimistas para la vida nacional que atraviesa su peor crisis en este siglo. (…)

 

La irrupción en el Buró Político de Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, exyerno de Castro y jefe del consorcio militar que controla gran parte del negocio del turismo en la Isla, apunta a que las prioridades del saliente líder del Partido son evitar que un giro reformista desmorone el sistema y que su familia termine por perder la gestión de los más suculentos trozos del pastel económico nacional.

“Emprender la ruta de los cambios implica desarmar un sistema marcado por el voluntarismo, la ineficiencia y la intolerancia; el castrismo ha terminado por erigirse en una forma de comportarse. De ahí que poco importa si el apellido que le da nombre ya no estará en las actas o los documentos. Mientras los herederos del poder no desmonten tal legado, será como si ambos hermanos todavía estuvieran al mando de la nave nacional. (…) No basta el panegírico de despedida de Raúl Castro este viernes ante una, cada vez más menoscabada en número y ascendencia social, organización partidista. El verdadero fin de la era de los Castro pasa por extirpar ese constante odio al otro, a la prosperidad, a la riqueza y a la libertad que una familia logró colar en el ADN de todo un país.

Las próximas semanas, en la medida en que se publiquen más detalles del evento, habrá unos pocos que se froten las manos, muchos que terminen por armar la balsa para emigrar y otros más que encenderán la vela por la nación que sigue expirando”.

  

Reinaldo Escobar, en 14ymedio destaca que

 

Sin ningún Castro entre sus altos cargos, renovado en más de un 20% el Buró Político y con la desaparición del cargo de segundo secretario, así ha quedado conformada la cúpula del Partido Comunista de Cuba en su Octavo Congreso. Al Comité Central (CC) ingresan 55 nuevos rostros entre los que destacan Manuel Marrero, primer ministro, y Lázaro Álvarez Casas, titular del Ministerio del Interior, que sin haber figurado previamente en el CC ascienden, además, al Buró Político. Entre los nuevos miembros figuran el exespía Gerardo Hernández Nordelo y nueve generales se suman a los militares que ya estaban.

 

En opinión de Manuel Castro Morúa, en Diario de Cuba:

 

El desafío sigue siendo el de pasar de una Constitución de molde soviético a una Constitución cubana. Modificar ese Artículo 5 cuyo origen, según el discurso de ayer del general, aparece a ratos en el pueblo, a ratos en el PCC mismo, y en verdad fue concebido y redactado por Fidel Castro, es crucial para que en el espacio público se reflejen los rostros plurales de Cuba. Es la única garantía de que la nación deje de ser un Partido, y abra paso a lo nacional. (…) El discurso de Raúl Castro en el VIIl Congreso del PCC acaba de desconectar a Cuba del Partido Comunista”.

Mario J. Pentón, en El Nuevo Herald, opinó que

 

Decepción, escepticismo o prudencia son las reacciones entre quienes esperaban que el congreso del Partido Comunista en Cuba impulsara cambios profundos que sacaran a la isla de su peor crisis en décadas”.

En palabras de Rafaela Cruz, en Diario de Cuba:

 

“El hombre nuevo cubano no sirve ni siquiera para el castrismo mismo; el daño antropológico es tan profundo que imposibilita incluso el desarrollo del régimen que lo creó. (…) el hombre-masa castrista le teme al cambio, sobre todo si tiene que dar él el primer paso. El hombre-masa castrista, tal como querían los Castro, es oveja, no pastor. El hombre-masa actual no sirve para que el socialismo sea «irrevocable», sin embargo, la única manera de crear un hombre diferente al actual es, precisamente, desconfigurando el socialismo: para salvar al socialismo hay que acabar con el socialismo… menuda contradicción”. (…) Así que, pensando en Raúl, despidamos el artículo parafraseando a Evian Guerra, narrador deportivo de la Serie Nacional de Béisbol que con gran entusiasmo «canta los jonrones» al grito de: «se va… Se va… Se va… A esaaaaa… ¡Díganle adiós!»

 

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El llamado Congreso de la incertidumbre, el Congreso de la continuidad, el Congreso de las expectativas, de las oportunidades perdidas, fue más de lo mismo: cambiar caras, pero dejar las mismas máscaras, las mismas intenciones totalitarias. Como afirmara el economista Elías Amor, “Se trata de una continuidad sin cambio”“Es como un viejo disco rayado que repite una y otra vez el mismo fragmento de una canción”.  

Una canción que ya casi nadie canta, mucho menos acompaña. Una cosa debe quedarnos clara: la Cuba de 2021 no es la de hace veinte, treinta o sesenta años.

Mientras, cerremos esta Bitácora recordando una vez más las medidas a mantener siempre: uso de mascarillas, distancia social, evitar espacios cerrados y, de tener que salir, al regresar lavado inmediato de manos.

Que Dios nos proteja a todos. 

Marcelino Miyares, Miami, 23 de abril 2021

 

 

 

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