Una Bitácora Cubana (XLVII)
Al momento de escribir esta bitácora el mundo luce en llamas. A las guerras que de tan constantes se nos hacen ya costumbre, ubicadas en zonas lejanas de nuestra región, como Siria o Sudán, vemos con asombro cómo las democracias de América Latina se ven hoy a la defensiva, bajo un ataque donde se unen las fuerzas usuales del socialismo marxista, cuyo origen es La Habana, el centro económico de negocios irregulares es Caracas, y cuyos puntos de encuentro son el Foro de Sao Paulo y el recientemente creado Grupo de Puebla.
La derrota –no otra palabra debe usarse – del ejército y las fuerzas del orden en México, en enfrentamiento armado con un narcotráfico superior en potencia de fuego y en capacidad táctica y estratégica, debe ser causa de la mayor alarma. La insólita llegada de la tiranía venezolana al Consejo de Derechos Humanos, nos desnuda las carencias y decadencias éticas que prevalecen en la ONU, órgano necesario pero en los momentos insuficiente y poco alerta ante lo que está pasando en el mundo, con los populismos y autoritarismos cada vez más agresivos.
1) Ante ello, los Estados Unidos anuncian un nuevo grupo de sanciones al castrismo, por su apoyo a Maduro. Las medidas han entrado en vigor el pasado lunes 21. Leemos en nota de 14ymedio:
“El objetivo de las nuevas sanciones es hacer que ‘el régimen cubano sea responsable por la represión del pueblo cubano y su apoyo al régimen de Maduro en Venezuela’.
«El régimen cubano niega a su gente las libertades fundamentales mientras que mantiene a Maduro en el poder usando sus fuerzas cubanas de seguridad y de inteligencia», afirmó el Ejecutivo estadounidense en el borrador de la normativa.
De acuerdo a ese documento, a partir del lunes, EE UU prohibirá al resto del mundo vender a Cuba artículos que contengan un 10% de componentes estadounidenses, lo que supondrá un cambio sustancial pues hasta ahora se podían exportar productos que tuvieran hasta un 25% de piezas hechas en EE UU.
Asimismo, se establece que solo podrán venderse en Cuba aquellas infraestructuras de telecomunicaciones que faciliten el ‘libre’ flujo de informaciones entre el pueblo cubano.
También se prohíbe a compañías y ciudadanos estadounidenses comprar ‘artículos de promoción’ del sistema político cubano, aunque se permitirá su adquisición si proviene del sector privado.
Por regla general, EE UU permite donaciones de material científico, cultural y educativo destinado a ‘apoyar al pueblo cubano’; pero, ahora, ha incluido una excepción en la normativa vigente para dejar claro que ni el Ejecutivo ni el Partido Comunista de Cuba pueden beneficiarse de esas concesiones”.
La respuesta de la tiranía fue la usual, estrambóticamente negadora de la realidad, de cualquier responsabilidad de su parte. Lo evidente es que desde su llegada a la Casa Blanca, los Estados Unidos han endurecido su postura frente al gobierno de la Isla, ha reducido su personal diplomático, restringiendo los viajes de cruceros y limitando la posibilidad de viajar a Cuba de los ciudadanos estadounidenses. Un hecho de gran importancia es que, en palabras de John Kavulich, presidente del Consejo Comercial y Económico EEUU-Cuba
“las nuevas sanciones suponen ‘otro nuevo paso más cerca’ para que tanto Venezuela como Cuba sean incluidos en la lista de países patrocinadores del terrorismo que elabora el Departamento de Estado, de la que la Isla salió en 2015”.
2) Sin sorpresas, como corresponde a las prácticas del régimen castrista, el día 10 de octubre la Asamblea Nacional del Poder Popular nombró prácticamente por aclamación al heredero de los Castro, Miguel Díaz-Canel, como presidente de Cuba. Los millones de ciudadanos con derecho a voto ni siquiera fueron previamente informados, mucho menos consultados, de la decisión. A los teóricos “electores” se les entregó una lista, que ellos debían ratificar, y cumplidamente así lo hicieron. No faltaba más, discrepancia es una palabra prohibida en el lenguaje castrista. Para Reinaldo Escobar, en 14ymedio
“En cualquier nación donde los electores eligen a su presidente las posibilidades de éxito de los candidatos se miden por sus éxitos y sus fracasos y por la credibilidad que merezcan a sus votantes. En Cuba resulta difícil, incluso, especular, porque todo puede depender del estado de ánimo de un anciano que tiene el poder de cambiarlo todo en el último minuto”.
Estemos claros: en tal elección, la biología determina a la política. Y la biología a su vez es determinada por la necesidad de mantener el poder a costa de lo que sea. Para ello el mensaje siempre será uno de solidez totalitaria, y de continuidad del proceso. El titiritero mayor, Raúl Castro, se aseguró de que no hubiera sorpresas, casi tomando como suyas las palabras del último dictador hispano, en estos días exhumado, de dejar todo “atado y bien atado”.
Mientras, en la calle, la gente, indiferente a las miserias de la política revolucionaria, se preocupa sobre todo por sus problemas del día a día, como el transporte o la alimentación, a los que se suma un sistema de salud en decadencia, con una epidemia de dengue que reconocen todos menos los funcionarios del Gobierno.
La llegada de Díaz-Canel no puede ser más gatopardiana. Una puesta en escena de supuesto cambio generacional para que en el fondo nada cambie. Es significativo que en los requisitos para ocupar los cargos que fueron votados, solo al presidente de la República se le exige tener menos de 60 años y más de 35.
Para colmo, Raúl Castro ya adelantó lo que vendrá: el recién estrenado en el nuevo cargo de «presidente de la República de Cuba», Miguel Díaz-Canel, seguirá rigiendo los designios del país aún cuando termine los mandatos que le corresponden según la Constitución, tal como lo ha hecho hasta ahora él. Destaca además la nota al respecto, publicada en Diario de Cuba, que
«Cuando él cumpla sus dos mandatos, si trabaja bien, y así lo aprueban el Comité Central de nuestro Partido y el órgano supremo del poder del Estado, que es esta Asamblea de la que formamos parte, él debe mantenerse», dijo Castro.
Aún con cargos nuevos y una estructura de Gobierno reformada en la Constitución, el general dejó claro que no habrá cambios en el horizonte. (…)
Para el general, «el compañero Díaz-Canel no es un improvisado, a lo largo de los años ha demostrado madurez, capacidad de trabajo, solidez ideológica, sensibilidad política, compromiso y fidelidad hacia la Revolución».
Avaló que «su ascenso a la máxima responsabilidad estatal y gubernamental de la nación no ha sido fruto del azar ni de apresuramientos».
Admitió que con toda intención se previó su tránsito por diferentes responsabilidades partidistas y gubernamentales”.
Sobre todo esto, Cubanet publicó un excelente editorial (“Cuba y la continuidad de la dictadura”), que compartimos a continuación:
En fecha tan significativa como el 10 de octubre, a 151 años del inicio de las Guerras por la Independencia del colonialismo español, una nueva farsa electoral ha acontecido en Cuba, encabezada por la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). Sin la menor oposición, como ha sido habitual durante sesenta años, fueron confirmados los principales cargos políticos de un país que ha tocado fondo bajo el oportunismo, la ceguera y el inmovilismo de sus dirigentes.
Todo se mantiene igual dentro de un sistema obsoleto y contradictorio, que habla de votar por “candidatos”, en plural, cuando en realidad solo existe un aspirante a ocupar cada puesto que influye directamente en el futuro de la nación. No hubo sorpresas, ni variaciones en el discurso. Según el mandatario designado por segunda vez, Miguel Díaz-Canel, la culpa sigue siendo del “imperialismo”; la “coyuntura” ha sido superada al menos en su momento más crítico; y todo el pueblo ha mostrado su absoluto respaldo a las acciones dictadas por un gobierno no electo, que presume de popular.
El régimen ha hablado de garantías y transparencia, presentando la nueva Carta Magna aprobada el pasado 10 de abril como un asidero legal que protege los derechos de cada ciudadano cubano; excepto de aquellos que disienten.
Esa verdad no escrita se mantuvo fuera del despliegue demagógico, y mientras se han repetido las palabras “pueblo”, “derechos” y “democracia”, el incremento de la represión contra el periodismo y la sociedad civil independientes en Cuba ha seguido cobrando víctimas al margen de la citada Constitución, que reconoce en el artículo 54 “la libertad de pensamiento, conciencia y expresión”.
El abogado y periodista de CubaNet, Roberto de Jesús Quiñones Haces, ha sido condenado a un año de cárcel; sentencia arbitraria que le fuera impuesta tras un juicio amañado y violatorio de sus derechos civiles. Por denunciar las condiciones de insalubridad y mala alimentación que sufren los reos, hoy se halla a merced de un “consejo disciplinario” que podría castigarlo de la manera que estime conveniente, no habiendo leyes que regulen estas prácticas propias de verdugos al servicio de dictaduras.
Cuba acata la inútil continuidad de su modelo unipartidista en la misma fecha en que Carlos Manuel de Céspedes decidió, allá por 1868, arriesgarlo todo para modificar el sino de la nación. Así destruye un régimen totalitario el significado de aquel estallido patriótico, que hoy comparan con una representación electoral rayana en la locura.
En Cuba sigue imperando una dictadura que juega con la voluntad popular a la vez que se autoproclama gobierno democrático. El régimen no ha hecho más que ajustar las amarras para que el país entero se hunda en un abismo de miseria total, maquillado de epopeya revolucionaria y aprobado por unanimidad”.
3) El destacado economista Elías Amor Bravo llama la atención al hecho de que el Gobierno ha hecho una nueva maniobra para controlar los procesos económicos, estrangulando literalmente a la iniciativa privada. ¿El título de su nota? “El Estado castrista se hace con el negocio de las “mulas”.
Las libertades económicas en Cuba han dado un paso atrás. Lo peor es que las medidas adoptadas por el régimen castrista, anunciadas este martes en la Mesa Redonda de Randy Alonso, no van a servir para enderezar el deficiente rumbo de la economía cubana y tampoco van a proporcionar las divisas que se quieren conquistar a la población. Por el contrario, pueden hacer mucho daño a la maltrecha economía, y en contra de lo que afirman los dirigentes comunistas, no van a mejorar «los servicios y la adquisición en plaza de productos y artículos de uso duradero para el hogar».
(…) Uno de los pocos espacios para el ejercicio de las libertades económicas, el calificado con el término despectivo de mula, traer artículos inexistentes en el país, procedentes del exterior para su comercialización interna con las correspondientes licencias de trabajo por cuenta propia y pagando los preceptivos impuestos, ha tocado a su fin. De este modo, las personas naturales que habían conseguido un pasaporte español, por la ley del abuelo, y podían salir libremente del país hacia Panamá, República Dominicana e incluso España para llenar sus maletas con mercancías que después se vendían dentro de la Isla a otras personas, ya no podrán dedicarse a esta tarea, al menos en lo relativo a bienes de equipo. (…)
El régimen castrista ataca y elimina todo vestigio de libertad económica, creación y acumulación de riqueza, por primitivo y rudimentario que sea. Detestan el enriquecimiento de las personas. Quieren a los cubanos pobres, dependientes de la canasta normada del Gobierno y sometidos al poder político comunista. No quieren agentes económicos fuertes en la sociedad civil amparados en el funcionamiento del mercado libre, los derechos de propiedad privada y la libertad de elección.
Quien ha puesto fin a esta actividad inaugurada en tiempos de Raúl Castro ha sido Díaz-Canel, que tendrá que hacer frente al malestar que esta decisión puede suponer y, sobre todo, la paralización de numerosos servicios y actividades que dependían de las mercancías suministradas por las mulas. Y lo ha hecho creando una fantasmagórica comisión gubernamental integrada por representantes de 14 organismos estatales que, durante unos meses, ha realizado un diagnóstico del asunto, desde la perspectiva comunista y totalitaria.
Esta comisión de sabios comprobó lo evidente. Las mulas tenían éxito en sus funciones porque aprovechaban las decisiones erróneas de los planificadores de la economía para ocupar espacios de atención a las necesidades sociales. Eso que precisamente desprecia el régimen castrista, pero que es la base del funcionamiento de las economías. Mientras que el régimen dedicaba cuantiosos recursos económicos (llámese subsidios a empresas ineficientes) para asegurar, con escaso éxito, a la población productos básicos de alimentación, aseo personal y limpieza, las mulas empezaron a traer electrodomésticos del exterior, básicamente porque habían desaparecido de las tiendas en Cuba, y pese a su elevado precio, resultaba necesario comprarlos. Detrás de esta actividad había negocio. Investigar las cuentas de los bancos del Estado era fácil. Obtener información de delatores, también. Si se añade a esta situación la escasez estructural de divisas de la economía, los dirigentes comunistas entonaron la guaracha de Carlos Puebla, tantas veces escuchada en estos 60 años «y se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar». Más de lo mismo.
Los dirigentes comunistas quieren hacerse con el control de las divisas que salen del país como consecuencia de esta actividad de las mulas, y quieren destinarlo a las importaciones de materias primas para la industria (tratar de comprar petróleo a precios de mercado y no depender de Venezuela) y a las empresas ineficientes dependientes del Estado, que han mostrado en numerosas ocasiones su incapacidad para atender la demanda de manera sostenible. La cuestión es cómo hacer que el flujo circular de la economía funcione de este modo. (…)
Además, pienso que se equivocan, si creen que esta medida sirve para potenciar la industria cubana. La industria y los consumidores se benefician cuando pueden comprar los artículos que les suministran las mulas, logran más productividad y eficiencia en la atención a los clientes, o en el caso de los consumidores, pueden disfrutar de alimentos conservados en frío. No existe forma de potenciar industria alguna cuando hay que esperar de forma indefinida a que el Estado proporcione lo que se necesita. (…)
El presupuesto del Estado se encuentra prácticamente agotado, con un déficit que se encarama por encima del 11% del PIB y que deja poco espacio para este tipo de aventuras. Si algo necesita la economía cubana no es protección o subsidios sino una progresiva apertura al mundo, y con este tipo de medidas, no se consigue este objetivo prioritario. (…)
4) Como tema final de esta Bitácora, la imprescindible mención a los derechos humanos. En tal sentido, celebramos el nacimiento de una nueva organización para contabilizar las violaciones de los derechos humanos en la Isla: “el Centro Cubano de Derechos Humanos”, que dará continuidad a la “Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional”. Destaca 14ymedio:
En su declaración fundacional se expresa que el objetivo del «pequeño grupo es recopilar los testimonios de las violaciones de derechos humanos que el régimen dictatorial cubano lleva a cabo a lo largo y ancho de la Isla; así como relatar los problemas sociales y aquellos que devienen de la crisis ‘coyuntural’ que está viviendo el país en estos momentos».
Al frente de esta organización, como coordinadora, se encuentra Kirenia Yalit Núñez Pérez, antes asistente de Elizardo Sánchez en la CCDHRN; realizando la labor de supervisora aparece la exprisionera política Martha Beatriz Roque Cabello.
En su primer informe, fechado el primero de octubre, el CCDH reporta de manera diferenciada la cantidad y nombres de presos políticos, los arrestos, allanamientos, regulaciones migratorias y hostigamientos. Además comenta sobre diferentes problemas relacionados con la actual crisis que vive el país. (…)
Roque Cabello explicó que al cierre de cada mes se dará un informe con todas las denuncias o al menos la mayor parte de ellas y añadió: «En estos momentos no se puede esperar a que la gente se entere de los hechos por las denuncias individuales que aparecen en las redes sociales, sin que haya una entidad con la suficiente credibilidad que las agrupe».
Marcelino Miyares, Miami, 23 de octubre de 2019