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Monday, Monday: Una despedida habanera al Buena Vista Social Club

19thu3web-master768Omara Portuondo canta con el Buena Vista Social Club mientras la cortina desciende en su último concierto en La Habana. Crédito Sven Creutzmann/Mambo Photo, via Getty Images

Esta nota, que queremos compartir con ustedes en la sección musical de los lunes, narra la despedida del ya legendario grupo de artistas cubanos agrupados bajo el nombre «Buena Vista Social Club», que en su momento le dio nueva vida a los recuerdos de una música que ha estado siempre presente, a pesar de los accidentes de la política: la música cubana. 

El nombre «Buena Vista Social Club» perteneció originalmente a un club muy popular en La Habana, ubicado en Marianao.

Según Ry Cooder (uno de los impulsores del proyecto «Buena Vista Social Club»), «la sociedad cubana y caribeña e incluso la de Nueva Orleans, estaba organizada alrededor de estos clubes sociales. Había clubes de envolvedores de cigarrillos, o de jugadores de béisbol, y jugaban cartas y practicaban deportes y tenían sus mascotas, como perros. En el caso del Buena Vista Social Club, allí se reunían músicos, como en los clubes de los EE.UU. Además, organizaban bailes y otras actividades vinculadas.«

Décadas después de que el club cerrase, se realiza la grabación de un disco con ese título, en 1996. En el mismo participan diversos músicos cubanos con muchos méritos y una amplia trayectoria en la isla, pero algunos sencillamente poco conocidos fuera de Cuba, o lejos de los ambientes amantes de la música de ese país. Su éxito fue mundial. Wim Wenders grabó las presentaciones del grupo en Holanda, en 1998, y la que hicieran poco después en el neoyorquino Carnegie Hall. El filme lleva el nombre del grupo, y fue nominado a diversos premios, incluyendo el Oscar a Mejor Documental. 

Por si no lo has visto, o quieres volverlo a ver, aquí tienes el video completo:

Algunos de los músicos sacaron sus propios álbumes. Así, el nombre «Buena Vista Social Club» se convirtió en un paraguas que abarcaba sus presentaciones y lanzamientos en colaboración, además de relacionarse con una etiqueta que buscó recordar y mostrar la llamada «Edad de Oro de la música cubana», entre la década de 1930 y la de 1950.

Un problema ha sido que varios de los miembros del grupo, Manuel «Puntillita» Licea, Compay Segundo, Rubén González, Ibrahim Ferrer y Pío Leyva murieron pocos años después, a los 73, 95, 84, 78 y 88 años, respectivamente; Licea en 2000, Segundo y González en 2003, Ferrer en 2005 y Leyva en 2006.

Entre los que permanecen activos, y participaron en esta despedida, están Omara Portuondo y Eliades Ochoa.

A continuación, la nota del New York Times, con los detalles del concierto final en La Habana. 

Marcos Villasmil / América 2.1

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Una despedida habanera al Buena Vista Social Club

LA HABANA – «La revolución es invencible», dicen las paredes pintadas a lo largo de las calles de La Habana, como si pudieran desterrar la duda a través del acto de insistir, en letras mayúsculas de color rojo.

Pero la que realmente es invencible en Cuba es Omara Portuondo, de 85 años de edad, la diva del Buena Vista Social Club, luciendo un vestido rojo, improvisando y abriéndose paso en el escenario, mostrando a un público rugiente que el retiro y la muerte no son de su interés.

Ella es la misma cantante cuyo rostro mira fijamente, con encanto, en los gastados LPs  de la época de  Batista que se venden a los turistas en la Plaza de Armas de La Habana. Ella está todavía presente, todavía es capaz de conseguir que un teatro entero se ponga de pie y cante con ella, «Bésame mucho» y «Quizás, Quizás, Quizás,» con un simple movimiento de sus brazos.

Omara Portuondo, en concierto en Canadá, canta «Dos Gardenias», y «Bésame Mucho» (la acompaña Emilio Morales en el piano): 

La Sra Portuondo, una leyenda para los cubanos, es un miembro original de la exitosa grabación conocida como el Buena Vista Social Club. Durante los últimos dos años, ella y sus compañeros de banda supervivientes Barbarito Torres, Eliades Ochoa y Guajiro Mirabal han estado de gira con una nueva versión del viejo grupo, llamada Orquesta Buena Vista Social Club. La llamaron «La Gira del Adiós«, y concluyó el sábado y el domingo del pasado fin de semana en el Teatro Karl Marx de La Habana.

Los miembros de la banda eran ya de edad avanzada hace dos décadas, cuando el mundo fuera de Cuba los descubrió por primera vez, una de las razones que hicieron del proyecto algo increíble. El tiempo y la memoria parecían haber eclipsado a los músicos cuando Ry Cooder y un productor musical británico, Nick Gold, los unieron en 1996 para grabar un álbum. Esa colección de música de baile cubana de las décadas de 1930, 1940 y 1950, realizada por un grupo improvisado de músicos de toda la isla, fue tan popular que produjo una gira mundial, algunos premios Grammys , un concierto en el Carnegie Hall, y una película. A continuación, discos y giras adicionales: un fenómeno mucho más fácil de saborear que de explicar.

Buena Vista Social Club» interpreta «El cuarto de Tula».

En los conciertos de la sala Karl Marx, se mostraron imágenes con recuerdos de los difuntos miembros del club, en una pantalla detrás de los músicos, confiriéndole un cierto espíritu de tristeza a la noche. Pero los cabeza de cartel, con acompañantes lo suficientemente jóvenes para ser sus nietos, mostraron cómo la muerte puede ser irrelevante cuando se trata de música.

Sin embargo, fue difícil evitar una sensación de pérdida inminente. Lo mismo podría decirse del país para el cual el Buena Vista Social Club se ha convertido en una importante fuente de exportación cultural. En la era del presidente Obama y de Raúl Castro, una mejora de las relaciones  ha traído nuevas preocupaciones. Cuando se está produciendo el arribo de los norteamericanos, cuando los barcos de crucero se apoderan del puerto de La Habana, cuando décadas de hostilidad son sustituidas por un cálido abrazo, entonces, ¿qué? Olvidemos por un momento  las presiones generadas sobre la infraestructura, ¿cómo podrá la nueva embestida turística afectar el alma cubana?

Nadie puede hablar por los cubanos, pero me imagino que a muchos les dicen que su alma nacional estará muy bien, sobre todo por la palpitante salud de su música. La abundancia de jóvenes vestidos a la última moda, de padres jóvenes y  de niños bailando en los pasillos del Teatro Karl Marx dejó claro que El Buena Vista Social Club no es exactamente un concierto exclusivo para personas mayores.

Si va como turista a La Habana, es posible que escuche que tocan los martes y los sábados en cierto hotel, o todas las noches a las 9:30 en tal club. Pero no se deje engañar. Todo tipo de música fluye por las calles de La Habana, pero el Buena Vista Social Club ya no tocará más.

El concierto del sábado fue el primero en muchos años realizado en Cuba por los miembros principales del grupo. El del domingo iba a ser el último. Cualquier despedida futura tendrá que adaptarse a las agendas de los músicos. La Sra Portuondo, por ejemplo, se va de gira de nuevo este verano.

El disco inicial, «Buena Vista Social Club», completo:

Traducción: Marcos Villasmil

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LA NOTA EN EL NEW YORK TIMES:

A Havana Farewell to the Buena Vista Social Club

Lawrence Downes – New York Times

HAVANA — “The revolution is invincible,” say the painted walls along the streets of Havana, as if they could banish doubt through the act of insisting, in red block letters.

But what really is invincible in Cuba is Omara Portuondo, the 85-year-old diva of the Buena Vista Social Club, in a red dress, vamping and shimmying on a stage, showing a roaring audience that fading and dying are of no interest to her.

She is the same singer whose face stares out in torchy glamour on the tattered, Batista-era LPs sold to tourists on the Plaza de Armas in Havana. She is still here, still able to get an entire theater to leap to its feet and sing with her, to “Besame Mucho” and “Quizas, Quizas, Quizas,” with a simple wave of her arms.

Ms. Portuondo, a legend to Cubans, was an original member of the recording phenomenon known as the Buena Vista Social Club. For the last two years she and her surviving bandmates Barbarito Torres, Eliades Ochoa and Guajiro Mirabal have been touring with a new version of the old group, called Orquesta Buena Vista Social Club. They called it the “Adiós Tour,” and it ended on Saturday and Sunday night at the Teatro Karl Marx in Havana.

The band members were already old two decades ago, when the outside world first discovered them, which is part of what made the project so amazing. Time and memory seemed to have eclipsed the musicians when Ry Cooder and a British music producer, Nick Gold, brought them together in 1996 to make a record. That collection of antique Cuban dance music of the 1930s, ’40s and ’50s, made by a makeshift group of musicians from across the island, was so popular it led to a world tour, some Grammys, a Carnegie Hall concert, a film, then spinoff records and spinoff tours: a phenomenon far easier to savor than to explain.

At the Karl Marx concerts, scrapbook images of the departed Club members were shown on a screen behind the musicians, lending a spirit of sweet sadness to the evening. But the living headliners, with accompanists young enough to be their grandchildren, showed how death can be made irrelevant where music is concerned.

Still, it was hard to escape a sense of imminent loss. The same might be said of the country for which the Buena Vista Social Club has become an important cultural export. In the era of President Obama and Raúl Castro, warming relations have brought new concerns. When the Americans descend, when the cruise ships seize Havana Harbor, when decades of hostility are replaced by a warm embrace, then what? Never mind the strain on infrastructure, how might the new tourist onslaught affect Cuba’s soul?

No one else can speak for Cubans, but I imagine many would say their national soul will be just fine, not least because of the pulsing health of their music. The abundance of hipsters and young parents and children dancing in the aisles at the Teatro Karl Marx made it clear: The Buena Vista Social Club is not exactly an oldies act.

If you go as a tourist to Havana, you may hear that they perform Tuesdays and Saturdays at this hotel, or every night at 9:30 at that supper club. But don’t be fooled. Music of all kinds pours from the streets in Havana, but the Buena Vista Social Club is no more.

Saturday’s concert was the first in Cuba in many years by core members of the group. Sunday’s was to be the last. Any future hello-goodbyes will have to fit the musicians’ schedules. Ms. Portuondo, for one, is going out on tour again this summer.

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