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Una vez más, incumplimiento del plan

malmierca011116El ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca.

Ocurre tantas veces que nadie se sorprende de que la economía cubana incumpla los planes este año también, y que el Producto Interno Bruto (PIB) crecería —si crece— por debajo del plan anunciado a bombo y platillo.

Si algo ha demostrado el Gobierno «socialista» cubano durante más de medio siglo es su incapacidad congénita para establecer planes de la economía nacional fundamentados, realistas y alcanzables: cuando no es por una cosa es por otra, pero siempre hay una razón, o varias, por las cuales se incumple, y siempre se alegan razones externas: condiciones naturales, «actividades enemigas», crisis económica mundial.

Nunca el Gobierno declara, ni lo hará, que los incumplimientos se deben a la elaboración de planes fantasiosos, con objetivos inalcanzables, y sin aseguramientos materiales,  financieros y jurídicos imprescindibles. Planes caprichosos que siempre aprueba antes que nadie el «inmortal« Partido Comunista (PCC) por medio de su Buró Político y, en ocasiones, su Comité Central, mediante conciliábulos secretos y esquemas oscurantistas, que posteriormente pasarán al Gobierno para que parezca que se revisan y «perfeccionan». Y finalmente, cuando todo está decidido, se informa a los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, muestrario de focas amaestradas que reciben la orden de aprobar lo que se les ofrezca, sea lo que sea, y que tras algunas preguntas básicamente retóricas y algunos ajustes absolutamente insignificantes e intrascendentes, levantarán alborozados sus brazos para aprobar por unanimidad y aplausos el correspondiente plan, asumiendo que «ahora sí» se cumplirá y el país avanzará hacia el socialismo próspero y sustentable oculto detrás del arco iris.

Nunca la dictadura reconoce que la existencia de diabólicos mecanismos, reglas y disposiciones partidistas y gubernamentales improvisadas, siempre en base al populismo y la demagogia y no a verdaderas experiencias de cómo gestionar y dirigir actividades económicas en cualquier país del mundo, son una de las mayores trabas a la eficiencia y efectividad del funcionamiento de la economía. Un país donde el Segundo Secretario del PCC, institución que dice ser la máxima instancia de dirección en la nación, «explica» a los campesinos cómo y cuándo sembrar papas, malangas y boniatos, y un Vicepresidente del Consejo de Ministros discute cuánto debe costar un plátano verde en una carretilla en las calles habaneras, o cuánto debe cobrar el dueño de un taxi colectivo privado a una persona interesada en moverse hacia determinado destino.

Nunca, en ninguna circunstancia, el régimen ha tenido la vergüenza o la decencia de reconocer que los planes no se cumplen, además de por estar mal elaborados y por los perversos mecanismos económicos y administrativos desfachatadamente establecidos, por la evidente ineptitud y falta de preparación y conocimientos de muchísimos inútiles burócratas que, bajo el pomposo cargo de «dirigentes», obtenido por lealtad más que por  capacidad, participan en la ejecución de los planes día tras día y van complicando las cosas cada vez más hasta convertir en prácticamente imposible, no ya el cumplimiento del plan, sino ni siquiera de algunos objetivos y metas que resultan muy sencillos para muchísimos países del mundo.

¿Cómo cuales? Como el vaso de leche diario para cada cubano. O mejorar el trato y el servicio a los clientes. O aumentar el transporte por ómnibus tanto en La Habana como el interprovincial. O garantizar a precios accesibles un pedazo de calabaza para cada cubano que desee comprarlo. O ir a la farmacia a comprar medicamentos que no estén «en falta». O comprar vestuario y calzado a precios acordes con los salarios establecidos por el Gobierno. O… diga usted.

Nada de lo mencionado son lujos burgueses ni veleidades de sociedad de consumo, sino condiciones elementales de subsistencia en casi cualquier país del planeta. Menos en Cuba, paraíso de los trabajadores, o en Corea del Norte. O en la Venezuela chavista, alumna aventajada del castrismo.

La explicación del régimen por los incumplimientos de esta vez correspondió al cacique a cargo del comercio exterior y la inversión extranjera que no acaba de aparecer. Dijo que el incumplimiento se debe a «dificultades financieras coyunturales» y al «endurecimiento del bloqueo» y su carácter «extraterritorial», y también a la crisis económica global. Al menos ahora no culpó al huracán Matthew o la sequía; tal vez ese pretexto quedará para Raúl Castro o para el año que viene.

Ya son 57 años con la misma cantaleta y ofreciendo explicaciones ridículas por cada incumplimiento. Ahora aparecerán «periodistas» autorizados e «intelectuales orgánicos» a justificar lo injustificable y explicar la antimateria y las radiaciones ultravioleta.

Sin embargo, sería muy fácil no solamente explicar el desastre sino comenzar a darle solución a tantas adversidades: lo primero que habría que hacer sería cesantear a todos los «dirigentes» del Partido y el Gobierno.

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