Velásquez: Un encuentro entre autócratas
En su primera visita a América Latina, el presidente de Irán Ebrahim Raisi, sostuvo encuentros con los 3 autócratas de America latina: Nicolas Maduro, Miguel Diaz-Canel y Daniel Ortega.
Esa gira del presidente de Irán, si bien no levantó el polvorín que esperaban, tampoco pasó desapercibida ya que esta responde más a intereses iraníes que a los de América Latina. No hay que olvidar que Irán se encuentra en la búsqueda de apoyo, en este caso de países amigos, que le permitan atenuar el aislamiento económico al que se encuentra sometido.
Esta visita la veo más como un intento de que esas relaciones tomen nuevos bríos para llevarlas a los niveles en que estaban cuando el bloque bolivariano estaba liderado por el innombrable Hugo Chávez.
Creo que debemos hacernos tres preguntas fundamentales sobre esa relación: ¿Cómo fue el proceso que permitió el acercamiento de países con historias, culturas y regímenes políticos diferentes? ¿Qué valores comparten los países latinoamericanos con el régimen iraní? ¿Hasta qué punto esas relaciones dependen de coyunturas más latinoamericanas que iraníes? . Responder a estas preguntas es vital para poder comprender lo que realmente está en juego.
Las relaciones bilaterales Irán-América Latina se amplían y consolidan a partir de 2005. No obstante que históricamente tuvieron un perfil bajo, el Irán imperial mantenía vínculos diplomáticos formales con Argentina, Brasil, Uruguay, México, y Venezuela desde 1947. El petróleo, fuente principal de los recursos iraníes, facilitó el contacto con la Venezuela de Carlos Andrés Pérez, fundadora de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
El sha Reza Pahlevi visitó Caracas en 1975, y Carlos Andrés Pérez viajó a Teherán en 1977. Más tarde, la Revolución Islámica de 1979, que derrocó la monarquía, no supuso cambios cualitativos en la relación mutua. Apenas se pueden señalar algunos contactos y proyectos, pero siempre dentro del marco de la OPEP.
Pero la llegada de Mahmud Ahmadineyad a la presidencia de Irán, en 2005, coincidió con el ascenso al gobierno de dirigentes nacionalistas y de izquierda en América del Sur: Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia y, poco tiempo después, Rafael Correa en Ecuador, Fernando Lugo en Paraguay y José «Pepe» Mujica en Uruguay; ya para ese entonces Hugo Chávez Frías estaba en el poder. Ese presidente iraní se desplazó cuatro veces a América Latina entre 2006 y 2010; dos veces más en 2012 y tres entre enero y mayo de 2013. Visitó Venezuela en cada uno de estos viajes, pero también Bolivia (en dos oportunidades), Brasil, Cuba, Ecuador y Nicaragua.
Los presidentes de estos países latinoamericanos devolvieron esas visitas: Chávez estuvo seis veces en Teherán, Evo Morales en dos ocasiones, y Rafael Correa, Lula y Daniel Ortega viajaron en una oportunidad. Esto facilitó la firma de innumerables acuerdos; por ejemplo, en 2007 Irán se integró a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), creada por iniciativa de Venezuela. Adicionalmente, Irán y Cuba activaron conferencias económicas conjuntas y Brasil e Irán crearon un foro de diálogo. La saga continúa en 2002: Caracas y Teherán constituyeron una comisión mixta para asegurar el seguimiento de su cooperación, (entre 2000 y 2011 fueron suscriptos 271 tratados).
Paralelamente, Bolivia e Irán pusieron en marcha un mecanismo de consulta política en 2007 (se firmaron decenas de acuerdos bilaterales en ese marco). Lo anterior abrió un amplio abanico de forma de cooperación entre Irán y algunos países latinoamericanos: armamento con Bolivia y Venezuela, energía y petróleo con Ecuador y Venezuela, finanzas con Bolivia, Cuba y Venezuela, inversiones iraníes en Bolivia, Nicaragua y Venezuela.
Como consecuencia de estos acuerdos, aparecieron instrumentos de facilitación de relaciones bilaterales; se suspendió la obligación del visado entre Irán, Bolivia, Nicaragua y Venezuela. Iranair y Conviasa abrieron en 2007 una línea aérea que une semanalmente Caracas, Damasco y Teherán. El Banco Industrial de Venezuela y el Banco iraní Edbi crearon una filial común en 2009, mientras los países del ALBA organizaban ferias comerciales en Teherán.
Este es el marco fundamental en las relaciones entre ese país y Latinoamérica.
La visita del Presidente Raisi se da en medio de tensiones entre Occidente y el mundo no libre, no solo por la guerra en Ucrania, sino también por el enfrentamiento global por los valores democráticos, frente al autoritarismo exhibido por este país sin ninguna vergüenza, así como por los socios latinoamericanos de Irán.
Hay un detallazo en esta relación, y es que los países latinoamericanos no gobiernan de la misma manera que los ayatolas gobiernan a Irán, es decir, no conciben la política de la misma manera, pero sí comparten “las declaraciones contra el imperialismo americano y la voluntad de mostrar que son posibles las alianzas alternativas”. En resumen, y sin entrar en asuntos relativos a la ideología o a los principios que sustentan la acción del gobierno iraní, se puede constatar que la defensa de la soberanía es más importante que cualquier otro tema, el hilo conductor que pudiera permitir un acercamiento con los algunos gobiernos latinoamericanos.
Esa pequeña diferencia en la manera de hacer política me permite afirmar que, nada ni nadie puede garantizar la continuidad en el poder de gobiernos soberanistas de izquierda, al menos en América Latina. En el caso iraní, se puede suponer que mientras los ayatolas mantengan el poder, cualquier gobierno que surja se seguirá apoyando en la Guía de la Revolución, manteniendo las líneas generales de la política interior y exterior. Este no es el caso de América Latina ya que las políticas internas y externas de la región están a merced de procesos electorales de naturaleza distinta y cuyos resultados pueden suponer orientaciones muy diferentes.
Sin la continuidad de los gobiernos actuales, por supuesto, ese vínculo se quebraría, en países como Venezuela, Nicaragua, Brasil y presumiblemente en Cuba, no solo el marco de la política económica sino también la diplomacia soberanista que la acompaña. Otro gallo cantaría si la permanencia de esos gobiernos se extendiera en el tiempo. Una muestra de lo anterior la encontramos en la Nicaragua sandinista que había tendido puentes en la misma dirección de la Revolución Islámica, pero que se suspendieron cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), perdió las elecciones en 1990.
En el caso puntual de Venezuela, Irán, desde 2020, ayuda a aliviar parte de la escasez de combustible en el país, así como la restauración de las refinerías petroleras, la comercialización de petróleo en el mundo para evitar las sanciones y, la muy estrecha cooperación militar con la dictadura chavista.
Pero en esta gira, podemos encontrar puntos que no son muy entendibles en una visita de un jefe de Estado a varios países de la región. Es el caso de Brasil que no estuvo en la agenda de Raisi en su gira por America Latina, siendo que el Presidente Lula esta trabajando para que Irán se incorpore al grupo de los BRICS, y es Lula da Silva el que está trabajando en la creación de una moneda que sustituya al dólar estadounidense como medio de pago internacional. Propuesta coincidente con la postura iraní.
Posiciones principistas como una nueva organización del mundo, socavar la influencia de las grandes potencias y, la construcción de un modelo de gobernabilidad global, ampliando las capacidades de decisión tanto en la diplomacia como en la economía la comparten, de una forma u otra, los gobiernos latinoamericanos definidos como bolivarianos, y también otros, como Argentina o Brasil.
No obstante estas relaciones Irán-América Latina, a pesar de sus avances, no son globales, y estos países mantienen relaciones comerciales más fuertes con las principales economías del mundo que con los países en desarrollo y no va a ser fácil revertir esta situación ni en el corto y menos en el largo plazo ya que el desarrollo de la cuarta revolución industrial va creando un ambiente de consolidación del modelo vigente y de su respectiva profundización.
A partir de ahora ¿qué podemos esperar?
Este encuentro entre autoritarios estuvo plagado de mensaje políticos como: nuestros países tienen “un enemigo común”, en alusión a Estados Unidos. Se hablo acerca de que esa relación no era tradicional, sino más bien una relación estratégica con intereses y enemigos comunes. Durante la visita a Venezuela se firmaron 25 acuerdos, con lo cual suman 300 entre los dos países.
Respondiendo a la pregunta anterior, es difícil predecir y solo el tiempo lo dirá ya que como sucede en estas visitas de Estado hay acuerdos que no están en blanco y negro. Pero solo imaginarlos puede provocar mucha preocupación en el mundo, tales como el Uranio que se produce precisamente en uno de los países visitados, la exportación de armas y la utilización de estos países como puente para la exportación del terrorismo.