Venezuela acapara el debate literario del Hay Festival
Escritores como Santiago Gamboa, Mircea Cartarescu o Héctor Abad claman en Cartagena de Indias por la democracia en el país caribeño
Con un ojo puesto en el embravecido mar Caribe y otro en la frontera, los participantes del Hay Festival de Cartagena miran estos días hacia la tensa Venezuela. Los acontecimientos de las últimas semanas contagian una sensación entre preocupada y esperanzada dentro de este foro que reúne a más de 150 creadores de todo el mundo en Colombia. La gran mayoría se muestra muy temerosa sobre lo que pueda ocurrir, pero con un deseo unánime que ha tronado estos días en encuentros, charlas y debates: democracia para el país vecino. Cuanto antes y sin sangre.
Para empezar por los más próximos, los escritores colombianos han decidido unirse con vistas a crear puentes con los que reconstruir el destrozo del tejido social, económico, político y cultural que ha supuesto en los últimos años la dictadura de Nicolás Maduro. Diversos frentes han abierto iniciativas comunes de diálogo. Uno de ellos es el Primer Encuentro Binacional de Letras Colombia / Venezuela, al que ha sido invitado el escritor Santiago Gamboa. Se celebrará en marzo y abril en Bogotá y Caracas respectivamente y el escritor lo define como un gesto de conciliación desde el mundo de la creación.
Gamboa reclama una salida digna para los actuales cabezas del poder, pero salida y, a ser posible, urgente: “No hay que retarlo, si invitar a Maduro a que abandone con cierta dignidad su puesto para evitar un baño de sangre”, asegura. Solo así podrán empezar a reconstruir un país devastado por la, dice Gamboa, “incompetencia de sus mandatarios”.
Pero no solo cabe buscar sombras y temor en mitad del camino. Moisés Naím prefiere hablar de luces y mostrar cautela. “Muchas cosas se están haciendo bien y creo que es lo que debemos resaltar en estos días. Para empezar, y ya que estamos en Colombia, poner en valor la acogida de este país a los venezolanos. En ningún momento ha sido alentada la xenofobia hacia las ingentes cantidades de desplazados en los últimos meses y no se ha producido tensión en ese sentido a diferencia de otros estados fronterizos”. Así empieza a enumerar la situación el analista político y escritor con una novela recién aparecida ahora: Dos espías en Caracas.
Después, Naím destaca otro factor positivo: el propio Juan Guaidó. “Representa el inesperado consenso que ha conseguido movilizar a una comunidad internacional apática y a una oposición dividida. Además, hay que dejar claro que este es un proceso puesto en marcha por venezolanos dentro y fuera del país, sin injerencia exterior”.
El optimismo de Naím contrasta con el miedo de la mayoría de consultados. El novelista cubano Leonardo Padura solo espera que la salida para la gente común sea la mejor y menos traumática: “Un enfrentamiento resultaría desgarrador”, asegura. Pero entra dentro de las predicciones realistas y las precauciones más urgentes, tercia Juan Gabriel Vásquez: “Hay que mitigar y evitar el sufrimiento de la gente”.
El autor de El ruido de las cosas al caer celebra el consenso que parece iluminar hoy a derecha e izquierda sobre Maduro y la herencia del chavismo: “Repasando columnas mías de 2007, al tiempo que entonces denunciaba los desmanes de Álvaro Uribe en mi país, también lo hacía sobre Hugo Chávez. Y resultaba impopular. Parte de la izquierda padecía el mismo síndrome que en su día les impidió condenar a Castro o Stalin, sobre todo en Europa. Eso ya no ocurre. Existe un acuerdo general acerca de la naturaleza del régimen en Venezuela. Una dictadura que ha destrozado en el ámbito cultural a un país que fue referencia en el arte, la música, la edición y la literatura”.
Héctor Abad Faciolince se fija en el escenario más teatral: “Tenemos un presidente atado a una iconografía ridícula, con su banda y su retrato de Bolívar al fondo, que no se atreve a salir del palacio y un supuesto usurpador, según ellos, al que vitorean en la calle. Ojalá no acabe la cosa como Fuenteovejuna o como fue el caso de Ceaucescu en Rumanía. Además, una intervención militar sería indeseable. Tendría que irse por su propio pie evitando un derramamiento de sangre”, afirma el autor de El olvido que seremos.
Como si hubiera escuchado la alusión a su país de Héctor Abad, por Cartagena de Indias ha aparecido estos días el rumano Mircea Cărtărescu muy atento a la situación. Con la amenaza de un círculo maldito que no deja de repetirse, el autor de la trilogía Cegador, describe un repugnante contagio de décadas: “Los países comunistas influyeron en esos regímenes latinoamericanos y ahora volvemos a vivir en quienes pertenecimos a ese bloque un ascenso del populismo y el autoritarismo”. Habla de Polonia y Hungría, sobre todo. Pero también de Rumanía. “Esos experimentos han provocado la ruina total y la anulación del ser humano porque no buscan ciudadanos, sino esclavos sometidos. Su objetivo es destruir a la gente”.
Que Maduro es un tirano ofrece hoy pocas dudas en la comunidad internacional por quienes defienden los derechos humanos y la democracia. La mexicana Lydia Cacho lo pone por delante: “Lo es…”. Pero de lo que no se muestra tan segura es del recambio: “Temo que se repita la historia y que prevalezca la hipocresía en la comunidad internacional. La derecha liberal no es la única salida. Ojalá la libertad gane la batalla, pero de verdad. Maduro es un déspota y Venezuela necesita elecciones pero para consolidar una democracia, no otra radicalización en sentido contrario”.
BIANCA JAGGER: “NO OLVIDEMOS A NICARAGUA”
Bianca Jagger anda en Cartagena de Indias para alertar de la tragedia que también vive su país de origen: Nicaragua. Pero el destino de ese pequeño trozo de tierra centroamericano con seis millones de habitantes depende desesperadamente de lo que ocurra en Venezuela: “La sangrienta dictadura de Daniel Ortega ha sobrevivido en mi país gracias a Chávez y a Maduro”, comenta Jagger, muy comprometida por la defensa de los derechos humanos y las libertades desde la fundación que preside con su nombre. “Cuando allí logren establecer la democracia y elecciones libres, inspirados en un líder como Juan Guaidó, recuperaremos nosotros la nuestra”. Con un pequeño obstáculo a considerar: “En Nicaragua, la oposición la encarnan los estudiantes, campesinos, periodistas. Los partidos políticos no tienen ninguna credibilidad después de haber llegado a pactos para perpetuar a Ortega en el poder. Habrá que empezar por buscar una alternativa fuerte”, asegura.