Venezuela: éxodo y oportunidad
Los países que reciben a los migrantes tienen la oportunidad de plantar bandera contra el racismo y la xenofobia que reina hoy en algunas potencias de Europa y en Estados Unidos.
La última oleada inmigratoria desde Europa hacia América del sur se produjo al finalizar la segunda Guerra Mundial. Cuando millones de europeos expulsados por los efectos de la violencia y el hambre buscaron en esta región un lugar en el mundo. Las condiciones cambiaron a partir de la década de 1960. Países tradicionalmente receptores de estos flujos poblacionales como Argentina y Brasil dejaron de recibirlos, pero un país fue la excepción: Venezuela.
El petróleo y la demanda de mano de obra, permitieron que Venezuela se transformara en una nación de inmigración. En 1971 el total de la población nacida en el exterior era de 583.352 personas (el 5,46 % de la población del país), pasando, en 1981, a 1.048.320 (el 7,2% de la población total).
Entre 1961 y 1981, 560.000 extranjeros se regularizaron en Venezuela, una cuarta parte europeos, otra cuarta parte colombianos ,y el resto de otros países , en especial de América del Sur, la mayoría argentinos , chilenos y brasileros exiliados de las dictaduras militares de sus países. Venezuela fue un país generoso para esos migrantes forzosos, de los cuales alrededor de 40 mil argentinos se beneficiaron de esta política abierta al extranjero.
A partir de la década de 1980, debido a la merma de los ingresos petroleros, se comenzaron a observar los efectos recesivos que incidieron en la disminución de los flujos migratorios hacia Venezuela hasta la actualidad.
Esta disminución de las inmigraciones fue paulatinamente acompañada por una creciente emigración de venezolanos hacia el exterior que eclosionó en la última década alcanzando a un millón y medio en la actualidad. Sólo entre 2015 y 2018 el número de migrantes venezolanos hacia otros países de América Latina habría aumentado un 900% según datos de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones).
La falta de comida y agua, la creciente inseguridad, las enfermedades, la carencia de medicamentos y la hiperinflación más grande del mundo son las principales causas de su éxodo. Mientras tanto, en el marco de otra emigración, la del dinero, se ha podido verificar que miles de millones de dólares han sido invertidos en distintas zonas del mundo por ex funcionarios y militares chavistas.
Control policial en Cúcuta, Colombia, a ciudadanos venezolanos. EFE/Schneyder
En América del Sur, Colombia es el mayor receptor con 870.000 venezolanos, Perú con 350.000, Chile con 106.000, Argentina con 95.000 y Brasil con 50.000. A pesar de esta explosión migratoria, los venezolanos han sido recibidos, en general, por los diferentes países de la región, con un amplio espíritu de hospitalidad, incluyendo la aplicación de las mismas facilidades de movimiento y residencia que prevé el Acuerdo del MERCOSUR a pesar que Venezuela nunca llegó a adherir a este instrumento regional.
No obstante, ocurrieron hechos aislados de xenofobia, como lo sucedido en el estado brasileño de Roraima, donde la afluencia de venezolanos supera el 10% de la población, y donde las faltas de respuestas del Estado Nacional, en términos de ayuda humanitaria y de distribución de esa población hacia otros estados, produjo lamentables hechos de violencia.
En la Argentina, frente a la gran afluencia de esta migración (la mayor en número en 2018 frente a otras nacionalidades), la Dirección Nacional de Migraciones ha implementado un sistema de trámite electrónico que agiliza la radicación y obtención del DNI y ha establecido una vinculación con diferentes provincias para la ubicación de migrantes en función de la demanda insatisfecha de mano de obra de las mismas.
Los venezolanos del nuevo éxodo: de clase media a donaciones.
De acuerdo a una encuesta realizada por el Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo de la UNTREF en la Argentina, sobre 1.200 casos, el 70% son menores de 35 años; el porcentaje de mujeres es similar al de varones; y el 77% tiene estudios terciarios, de post grado y doctorado. Destacándose la presencia de más de 4 mil ingenieros, muchos de ellos especialistas en petróleo Ante la necesidad de asumir posiciones conjuntas frente a este aluvión inesperado de migraciones, los gobiernos de América del Sur reunidos en la ciudad de Quito durante el 3 y 4 de septiembre de 2018 elaboraron la “Declaración de Quito sobre Movilidad Humana de Ciudadanos Venezolanos en la Región”. En ella se reconocen los esfuerzos de los gobiernos y de organismos internacionales como la OIM, para acoger adecuadamente a los ciudadanos venezolanos; provisión de asistencia humanitaria; acceso a los mecanismos de regularización migratoria (con todo tipo de documentos); combate a la trata de personas y tráfico de migrantes; lucha contra la violencia sexual y de género; protección infantil; y rechazo a la discriminación y a la xenofobia.
Esta declaración, y el consenso de los gobiernos, es un ejemplo para una parte del mundo desarrollado, donde la xenofobia y el racismo se han transformado en la principal bandera electoral de políticos oportunistas, donde, se suponía-erróneamente- que esos prejuicios habían sido enterrados hace 70 años.
Lelio Mármora es director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo (IPMA), Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF)