«Venimos a luchar por nuestro trabajo»
Las protestas contra Sánchez se extienden a los barrios obreros de Madrid, como Carabanchel, tradicionalmente de izquierdas
En el barrio de Opañel, en Carabanchel, no hay tiendas de lujo ni grandes marcas, pero las protestas iniciadas el domingo pasado en Núñez de Balboa han llegado a esta zona madrileña, tradicionalmente de izquierdas. «No hemos cobrado el ERTE y venimos a luchar por nuestros puestos de trabajo», asegura Emilia, que hace hincapié en que las protestas ya no entienden «de clases sociales ni ideología». «Queremos que se nos oiga, estamos agotando los ahorros en pagar el alquiler y comer. En casa no nos hacen caso, a ver si lo conseguimos saliendo a la calle. Necesitamos trabajar», continúa ella, con la olla en mano, en la plaza de Valle de Oro.
El caso de Manuel es parecido. Su hijo tiene 30 años y fue padre cinco meses antes de que el coronavirus azotase Madrid. «Era camarero y se ha quedado en paro porque ni siquiera reparten a domicilio», cuenta este hombre, de 58 años. «¿Qué país le voy dejar a mi nieto si no salgo a protestar? ¿Qué le doy de comer?», reivindica, echándose las manos a la cabeza y mirando de reojo la bandera de España que lleva colgada en su espalda. «Esto no es el barrio de Salamanca. No somos empresarios, somos gente humilde que necesitamos una solución, que tenemos que salir adelante», dice el residente antes de pasearse por la plaza y unirse a los cánticos de los vecinos congregados.
«Libertad» y «Sánchez dimisión» fueron las consignas más laureadas en una concentración que no tuvo la afluencia de público vista en otras zonas de Madrid, como Núñez de Balboa, Ferraz o el paseo de la Castellana. Todos ellos respetaron aquí las medidas del estado de alarma, como la distancia de seguridad, y portaban mascarillas. Los que no llevaban la olla y la cuchara en la mano, aplaudían desde las esquinas de la plaza a los demás, mostrándoles su apoyo.
En el barrio se han vivido momentos de tensión entre los manifestantes (a la derecha de la plaza) y los vecinos contrarios (a la izquierda). «El pueblo unido jamás será vencido», les gritaban los vecinos contrarios. «Sanidad pública», pedían. Mientras, uno de los concentrados le decía que iba a perder su negocio, motivo por el que protestaba. «Peor sería si estuviese muerto», argumentaban desde el otro bando.
En Carabanchel, en las elecciones generales del 10-N, el PSOE fue el partido más votado, con un 31%. En cuanto a las municipales del 26 de mayo, arrasó Más Madrid, llegando a cosechar en algunas zonas el 42% de los votos. Tan solo hubo una que se le resistió: el reducto comprendido entre la calle de Argüeso y la calle de Portalegre, donde el PP desbancó al partido de Manuela Carmena obteniendo el 30,05% de las papeletas vecinales.
El movimiento Resistencia Democrática, creado por los vecinos de Núñez de Balboa, fue el que inspiró al resto de barrios a salir a la calle, tras varias semanas golpeando las cacerolas en los balcones y ventanas de sus viviendas. Según recogen los creadores, «no está vinculado con ningún partido político, sino que caben todas las ideologías, con excepción del comunismo que intenta llevar a España a la quiebra económica y dictadura chavista». «Hacemos un llamamiento al pueblo, para que no abandone la lucha y salga de su confinamiento político para inundar las calles y los balcones con el grito de la libertad y la prosperidad», subrayan los organizadores.
Al paseo de la Castellana, Núñez de Balboa, Plaza de España, Pinar de Chamberí y Aravaca, donde se venían sumando adeptos a las caceroladas, se han unido barrios obreros como San Blas, destacando la calle de Suecia y la calle de Yècora con Arcaute; Tetuán; Las Rosas; Aluche y Villaverde.