Verónika Mendoza, la versión andina de Podemos
«Sí se puede, por supuesto que se puede!», arengaba Verónika Mendoza ante una repleta Plaza Dos de Mayo, centro histórico de las luchas por los derechos de los trabajadores en Lima. «¡Kausachun [Viva, en quechua] Lima de todas las sangres, Kausachun Perú!». Era su último mítin antes de la primera vuelta de las elecciones que se celebran hoy en Perú.
Jóvenes universitarios, mujeres, sindicalistas y personas de la tercera edad le respondían «Kausachun Vero» y «Sí se puede» a viva voz a los cambios profundos que propone el plan de Gobierno del Frente Amplio. Mientas, una orquesta andina tocaba los primeros acordes del tradicional huayno «Qué linda flor», adoptado como himno por Verónika Mendoza y cantado en quechua por la propia candidata en honor «a la mujer valiente y con oportunidades».
Keiko Fujimori y Verónika Mendoza se disputan hoy el voto femenino. Ambas son ex congresistas, jóvenes y madres. Aquí acaban las coincidencias entre la hija del ex dictador, con un programa de derecha populista, y la líder izquierdas, cuya renovación de discurso invita a las comparaciones con Podemos y convierte al Frente Amplio en su versión andina.
Desde el inicio de la campaña, «Vero» dejó atrás el lenguaje de ONG que la caracterizó como congresista a expresiones directas en las que el voto con ilusión y esperanza pasó a ser el eje central. En marzo, el propio Pablo Iglesias se encargó de dejar claras cuáles son sus preferencias en las elecciones peruanas en un vídeo en el que saludaba a Mendoza. «Te lo digo por experiencia: sí se puede», le decía a la candidata de la flor. «Gracias, Pablo Iglesias, por este saludo que nos envías desde España y por este mensaje de aliento para hacer realidad el cambio», le respondía «Vero» por Facebook. «Sí se puede», reafirmaba.
Su imagen dulce y su voz suave contrasta con un programa de Gobierno que propone una nueva Constitución que sustituya a la de 1993, impuesta por Alberto Fujimori tras el autogolpe de Estado; endurece las sanciones por contaminación y los impuestos a las empresas mineras; y se opone al Acuerdo Transpacífico (TPP)por sus implicaciones en la salud pública. Ofrece declarar las medicinas de interés público, pensiones para las mujeres, duplicar el sueldo de los profesores y subir considerablemente el exiguo sueldo mínimo.
«Yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto, decía Micaela Bastidas [heroína nacional], y nosotros ya no tenemos paciencia para seguir aguantando más», proseguía para referirse a los Papeles de Panamá, que mencionan a candidatos actualmente en carrera como Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, el ex ministro y ex funcionario del Banco Mundial de 77 años con el que disputa el segundo puesto en esta primera vuelta.
Es hija de un profesor y campesino cuzqueño y una ciudadana francesa que llegó como turista al Perú. Creció en el distrito rural de Andahuayllas, en Cuzco, y maneja perfectamente el quechua. Estudió Ciencias Políticas e hizo un postgrado en la Sorbona de París, donde conoció al actual presidente Ollanta Humala, que por ese tiempo era agregado militar en la embajada peruana en Francia, y a su esposa Nadine Heredia, que se convertiría en una amiga muy cercana.
Con ellos gestó la fundación del Partido Nacionalista y a su regreso a Perú trabajó en su Comité de Apoyo Internacional, una oficina que dependía directamente de Nadine Heredia. El haber cargado sus agendas se convierte ahora en uno de los principales argumentos en su contra. La primera dama, ex amiga de Mendoza y hoy enemiga acérrima, es investigada por el Congreso y la Fiscalía por un supuesto lavado de activos de aportes partidarios en 2006 y 2011, donaciones consignadas en sus agendas. Denuncias periodísticas afirman que la letra de Mendoza también está en las agendas investigadas. La candidata en un primer momento lo negó, para después dijo que sí pudo haber escrito en alguna ocasión. » Es algo tan banal que no lo niego, podría haberse dado (…) como algo casual, que me pidieran hacer el apunte y que yo lo hubiera dado», declaró a los medios el 1 de abril.
En las elecciones de 2011, Mendoza postuló por el número 1 en Cuzco, plaza fuerte del nacionalismo, y logró una curul en el Congreso por el partido de Humala. Sin embargo, en 2012, cuando el Gobierno cambió el timón hacia la derecha, renunció a la bancada nacionalista e integró con otros ex nacionalistas una bancada independiente. Entre las razones de su denuncia estuvo su rechazo a la actuación del gobierno en los conflictos sociales de Conga (Cajamarca) y Espinar (Cuzco), en los que las protestas en contra de dos minas por contaminación se saldaron con víctimas mortales.
El jueves, Nadine le dedicó a su ex amiga tres incendiarios tuits. «Quien traiciona? Cuidado con personas que se apartan por otra ideología, motivan conflictos sociales, tiran la piedra y esconden la mano», dijo Nadine en referencia a la propuesta de Mendoza de que sean las comunidades indígenas quienes decidan sobre los proyectos mineros.
La carta de renuncia de Mendoza al nacionalismo -y a la amistad de Nadine- hoy parece profética. «El gobierno ha seguido una senda que lo ha alejado progresivamente de los objetivos y principios de la Gran Transformación [el plan de gobierno de Humala]», escribió. » El Perú urge de una gran transformación. Mi compromiso y mis esfuerzos antes, ahora y siempre van en ese sentido».
Al contrario que Ollanta Humala, que cambio simbólicamente su camiseta roja por una blanca que le permitió ganar las elecciones contra Keiko Fujimori comprometiéndose con una hoja de ruta centrista, Mendoza promete que ella no cambiará su plan de gobierno. Y lo dice mientras viste una camisa roja y unos pantalones vaqueros.