Víkingur Ólafsson: el pianista avezado
Nombrado el Glenn Gould de Islandia por el “New York Times”, el artista de 34 años se ganó el reconocimiento mundial por sus interpretaciones originales de los grandes maestros de la música clásica.
El primer encuentro de Víkingur Ólafsson con un piano fue en el vientre de su madre. La mujer completaba su título como solista en la Universidad de las Artes de Berlín; en ese momento tenía seis meses de embarazo y el vientre le daba contra el instrumento en el recital en solitario. Esa es la imagen primigenia del niño con la música: antes de nacer ya existían él y su instrumento.
Su mamá se convirtió en su instructora de piano, los álbumes familiares están llenos de fotografías de Ólafsson con los brazos arriba, luchando por alcanzar las teclas de un piano que está muy por encima de su cabeza. El niño, guiado por el oído, antes de iniciar el habla pasa horas junto al instrumento. “Vi el piano principalmente como un juguete, simplemente el mejor juguete del mundo, como un niño. Todavía lo hago en realidad”, dijo en una entrevista para un diario de Islandia, su país de origen.
En 2017, treinta y tres años después del recital de la mujer embarazada frente al piano, el niño se ha convertido en una de las insignias musicales de su país, ha ganado más de cinco premios nacionales, su reconocimiento traspasó las fronteras y el mismo Philip Glass lo invitó a trabajar en uno de sus proyectos.
Sus interpretaciones particulares de los distintos maestros de la música clásica le han merecido ovaciones y críticas. “La forma en que escuchamos música dentro de nuestras cabezas es muy diferente de cuando escuchas la reproducción”, dijo para una entrevista en el New York Times momentos antes de presentarse en el Festival de Mozart de Nueva York.
Durante su adolescencia, el músico comenzó a escuchar a los grandes pianistas de la historia. Él mismo reconoce la influencia de esas grabaciones de los años 30 y 40. Desde grandes clásicos como Clara Haskil y Dinu Lipatti hasta los románticos poetas del piano como Benno Moiseiwitsch, Sergei Rachmaninov, Josef Hoffman, Ignaz Friedman y Alfred Cortot. “Recuerdo haber escuchado incesantemente las grabaciones de Friedman de Chopin y haber intentado imitarlas, con muy poco éxito debería agregar. Así que mis influencias tempranas vinieron de direcciones muy diferentes”.
Durante esa época, el aprendiz de músico pasaba horas escuchando las grabaciones de los clásicos. En una ocasión contó haberse sentido afortunado de no haber tenido que vivir en ese momento la explosión de la internet, así solo tenía tiempo para la escucha y la práctica sin compararse con nadie en Youtube. Cuando no estaba en casa absorto en sus discos, estaba buscando la manera de entrar en la ópera. En casi todas las ocasiones lograba colarse cuando finalizaba el primer acto, así pasaron muchos años antes de lograr comprender Die Walküre de Wagner.
Ólafsson estudió en la Juilliard School de Nueva York. Allí, bajo la influencia de Jerome Lowenthal y Robert McDonald, obtuvo la titulación de licenciatura y maestría. “En mi adolescencia y principios de los 20, como estudiante en Juilliard, tuve dos grandes maestros de piano que, ahora me doy cuenta, se podría ver que venían de direcciones muy diferentes: Robert McDonald, el clasicista, con su increíble sensibilidad para las proporciones musicales, forma y arquitectura, y Jerome Lowenthal, el espíritu musical más libre, maestro de lo espontáneo”, dijo para Arcana.
En 2014 trabajó con el maestro del minimalismo estadounidense Philip Glass. De este período Olaffson comenta que no solo aprendió de la experiencia musical de Glass sino de su disciplina para el trabajo. Después de haber tenido un extenuante día de trabajo, el maestro lo invitó a cenar en Gotemburgo a la medianoche; después del último brindis Glass solicitó la factura y junto con ella una taza de café grande. Ólafsson, alarmado, le preguntó cómo podía dormir tomando café tan tarde, a lo que Glass contestó: “¡Pero, Víkingur, no he tenido tiempo de componer hoy! Siempre compongo cinco horas al día y lo haré ahora en mi habitación de hotel”. Un hombre de 78 años dispuesto a posponer el sueño para componer lo hizo sentir absolutamente viejo a sus 29 años.
No es casualidad que su álbum debut, Breathtakingly Brilliant Pianist, sea un homenaje al cumpleaños número ochenta de Philip Glass. Desde entonces firmó con Deutsche Grammophon para la producción de sus discos. El talentoso pianista ha estrenado seis conciertos para piano hasta la fecha, más recientemente el nuevo concierto para piano de Haukur Tómasson con NDR Elbphilhamonie Orchester y la Filarmónica de Los Ángeles bajo Esa-Pekka Salonen en 2017. Ólafsson también es director artístico de Vinterfest en Suecia y el galardonado Reykjavík Midsummer Music, del cual también es fundador.