Democracia y PolíticaHistoriaMarcos Villasmil

Villasmil: Churchill y los viejitos

Sir Winston Leonard Spencer-Churchill vivió, como pocos, una vida rica en aventuras, y su carrera política mostró altibajos extraordinarios. Tuvo desde joven una gran personalidad. Inspiraba rechazo o simpatía, pero no dejaba indiferente a nadie. Y en el infight, en el cuerpo a cuerpo, era un seductor nato.

Una de las mejores anécdotas de Churchill –entre muchas geniales- está la de una entrevista que concede a un fotógrafo, de 30 años, cuando Churchill acababa de cumplir 80. Luego de fotografiarlo, el joven le dice “Sir Winston, espero fotografiarlo nuevamente cuando Ud. cumpla 90 años”. La respuesta del genial político: ¿Por qué no? Ud. parece ser bastante saludable”.

En esa materia de tener la respuesta necesaria ante cada situación, no dejó títere con cabeza: en una ocasión durante la Segunda Guerra, discutiendo acerbamente con Charles De Gaulle acerca de una operación militar según Churchill muy costosa, el francés le reclamó con estas palabras: “Ustedes los ingleses pelean por dinero, deberían aprender de nosotros los franceses, que luchamos por el honor y la dignidad”. Churchill, muy calmado, respondió: “Bueno, cada quien pelea por lo que le hace falta”.

 

Winston Churchill y Charles de Gaulle

 

Se mencionan siempre sus logros en los años de la victoria aliada durante la Segunda Guerra Mundial; significativamente menos, sus aciertos luego de volver a ser Primer Ministro, al ganar las elecciones en 1951 (Churchill, nacido en 1874, estaba por cumplir 77 años). Su secretario privado, John (“Jock”) Colville, afirmó entonces: “Todavía domina el gabinete, ahora más Buda que Aquiles”. Churchill hizo dos promesas fundamentales de campaña que el gobierno laborista de Clement Attlee no había podido realizar: eliminar la libreta de racionamiento y una amplia política de construcción de viviendas (su lema: “Cien mil casas por año”.) No solo eliminó el racionamiento, sino que en los tres primeros años se concluyeron 300.000 viviendas, y para 1955, año en que Churchill renuncia y le cede el cargo a Anthony Eden, el total construido llegó a ¡un millón!. Con razón el responsable del programa, Harold Mcmillan, pocos años después (en 1957) sería Primer Ministro de un nuevo gobierno Conservador.

Se destaca también de Sir Winston su capacidad oratoria; para el historiador Andrew Roberts (autor de la más reciente y para muchos la mejor biografía del estadista británico) “habría sido un gran tuitero, sus mejores pensamientos caben en 280 caracteres”.

Otra lección del más grande político democrático del siglo XX que convendría a los políticos de hoy: contrario a lo que algunos dicen, la política no va exclusivamente sobre las emociones. Él tenía un carácter muy emocional, pero sus discursos colocaban siempre a la razón por encima del corazón. A esta Europa presa del populismo le iría bien prestar atención al mensaje racional y lógico –acompañado, eso sí, con un buen empaque emocional- de los discursos de Churchill. 

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Ahora le toca el turno a los viejitos actuales.

En estos tiempos de coronavirus es evidente un desprecio hacia la vida de los mayores que ha salido a la luz vergonzosamente en muchas naciones; incluso, se ha usado interesadamente en campañas electorales, como la gringa, donde un tema retorcido una y otra vez por el actual presidente-candidato ha sido la edad y debilidad de su rival Joe Biden (por cierto, actualmente de 77 años, la misma edad de Churchill al comenzar su segundo gobierno mencionado arriba).

Tan absurdo y estúpido es alabar a una cohorte humana exclusivamente por su edad (“por ser mayor tiene más experiencia”), como hacer lo contrario, cantar loores por el simple hecho de que por ser joven “tiene más energía”. Cada quien es cada cual, o como quizá habría dicho el filósofo Immanuel Kant de haber sido consultado: “Es gibt Menschen für alles” (hay gente pa’ todo).

 

 

Kant

 

Pero la verdad verdadera es que hay que afinar el uso de la lupa a la hora de sacar conclusiones. Es bueno, entonces, el equilibrio, el balance, juventud y experiencia, currículo y creatividad. La política no está hecha para ser dirigida por jardines de infancia o por ancianatos gerontocráticos -como la extinta Unión Soviética, por cierto, y demás países comunistas-; Ronald Reagan disfrutaba echando el chiste de que él quería sinceramente negociar con los líderes soviéticos, pero que no le daban tiempo, se morían uno tras otro (durante su gobierno fueron cuatro: Brezhnev, Andrópov, Chernenko y Gorbachov). 

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Llama entonces la atención de que ante la emergencia de salud y el reciente susto sufrido por el presidente empresario gringo se hicieran cálculos sobre quién viene después, y si se enferma fulanito, le toca a menganita…¿Saben cuál es el cuadro de dirigencia de la política gringa hoy? El pre-candidato opositor interno a Joe Biden con mayor popularidad, Bernie Sanders, tiene 79 añitos y sufrió un ataque al corazón en plena campaña. En cambio, la compañera de fórmula de Biden, la candidata a la vicepresidencia, Kamala Harris, solo está en sus 55 primaveras.

Mientras, el actual vicepresidente Mike Pence es todo un pichoncito, un crío de apenas 61 años. Pero luego, en el orden al bate sucesoral viene –para horror Republicano- Nancy Pelosi, la Speaker de la Cámara de Representantes, que tiene 80. Y sus dos segundos en la Cámara a lo mejor jugaban metras con ella de niños: Steny Hoyer, tiene 81, y Jim Clyburn, 80.

Después de Pence y Pelosi viene Chuck Grassley, presidente Pro Tempore del Senado, con 87 años (y quien se ha negado a hacerse pruebas sobre el coronavirus). Asimismo en el Senado (controlado por los Republicanos) el líder de la mayoría, Mitch McConnell, tiene 78.

Finalmente: las edades combinadas del actual presidente, la Speaker y el líder de la mayoría senatorial es 232 años. En contexto, la Constitución que creó el sistema fue escrita hace 233 años.

 

            El Gabinete de Guerra de Winston Churchill

 

En comparación, el Gabinete de Guerra de Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial (ocho miembros, edades contadas a finales de 1940), tenía un promedio de 57,8 años. Experiencia pero con mucho que dar todavía, sin duda alguna (aparte de Churchill, de los otros siete salieron dos futuros Primer Ministros) .

Una paradoja de estos tiempos: el poder político se deja o bien en manos muy gerontocráticas, o en su opuesto, en manos jóvenes en algunos casos absolutamente ignorantes o irresponsables. No se combinan experiencia y juventud, como sí hizo Churchill en la guerra mundial.

La realidad es que Winston Churchill solo hubo uno.

 

 

 

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