Villasmil: De que vuelan, vuelan
Las sospechas se han hecho realidad. No es que no existieran señales visibles y obvias para todo el mundo que quisiera verlas, pero la organización Freedom House las ha confirmado. Aprovechándose del coronavirus, algunas democracias han establecido asimismo una especie de cuarentena política y jurídica, y dictaduras y autocracias siguen cometiendo todo tipo de abusos contra los derechos ciudadanos.
Es una auténtica “pandemia represiva”, contra los derechos humanos y las instituciones democráticas, como la división de poderes, la libertad de expresión, los parlamentos, el poder judicial.
El reporte se titula Democracy Under Lockdown (Democracia en cuarentena). Quizá sea el momento de recordar que Freedom House es una organización no gubernamental fundada en 1941, con sede en Washington D.C., que promociona la democracia, la libertad y los derechos humanos.
Según el informe “la pandemia del COVID-19 ha profundizado la crisis de la democracia en todo el mundo, sirviendo de pantalla para que diversos gobiernos alteren e interrumpan procesos electorales, silencien a los críticos y a los medios de comunicación, y debiliten las responsabilidades y rendiciones de cuentas que se necesitan para proteger los derechos humanos así como la salud pública”.
En África donde están previstas en los próximos cinco meses hasta diez elecciones, en varios países (por ejemplo, Uganda, Costa de Marfil y Guinea Ecuatorial) se están cambiando las reglas y modificando constituciones, comisiones electorales y cortes supremas para beneficiar a los actuales detentadores del poder.
El documento, hecho público hace pocos días, apoya de forma clara la hipótesis de que el COVID-19 está exacerbando los ya 14 años consecutivos de retroceso de la libertad en el mundo.
Gracias al COVID-19 el estado de la democracia y los derechos humanos ha empeorado en al menos 80 de los 192 países sometidos a análisis, e identifica cinco pilares mayores de toda democracia que están bajo amenaza: transparencia gubernamental, libertad de prensa y de expresión, elecciones creíbles, protección de grupos vulnerables y abusos del poder gubernamental.
Lo peor, según Sarah Repucci, una de los coautores del Informe, es que “las leyes y prácticas que se están imponiendo van a ser muy difíciles de revertir”; “el daño a los derechos humanos durará mucho más que la pandemia”.
Bueno, díganle eso a los ciudadanos cubanos, venezolanos y nicaragüenses, bajo dictaduras que antes de la pandemia ya sometían a sus poblaciones a condiciones absolutamente inhumanas. En Venezuela la tiranía acaba de aprobar, ilegalmente, una monstruosa “Ley Antibloqueo” que significa la destrucción ahora sí completa del basamento jurídico y constitucional de la nación.
Freedom House también menciona aquellos países que sí se han comportado positivamente, como la sorprendente Túnez, que a pesar de una grave crisis económica ha brindado ayudas a refugiados y a miembros de minorías sociales, o Georgia, uno de los países con más bajos porcentajes de fallecidos por coronavirus.
Estemos claros: estos abusos comenzaron mucho antes de la pandemia; lo que han hecho algunos autócratas o aspirantes a serlo es aprovecharse de las condiciones sociales y económicas especiales creadas por el virus chino para avanzar agendas autoritarias, incluso en países de Europa occidental, como es el caso del Gobierno Sánchez-Iglesias en España.
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Según se reporta en “Democracy Digest”, existe otro hecho a destacar: el informe valida y comparte las preocupaciones expresadas en una carta abierta “A Call to Defend Democracy” (Un llamado en defensa de la democracia), escrita conjuntamente por IDEA (Suecia) y por el National Endowment for Democracy (NED, EEUU), y que ha recibido ya el apoyo y la firma de 73 instituciones pro-democráticas en el mundo, así como un amplio listado de líderes políticos y sociales, incluyendo trece ganadores del Nobel y 62 antiguos jefes de estado y de gobierno.
Porque a pesar de los pesares, y del poder de sus enemigos, la democracia es resiliente; según el presidente de NED, Carl Gershman, hoy asistimos a una “batalla de narrativas entre países autoritarios y democracias”.
Freedom House no se queda solo en la denuncia; hace asimismo algunas recomendaciones a los gobiernos y a las sociedades civiles para proteger los derechos civiles y las libertades ciudadanas:
-Asegurar que las medidas de emergencia son responsables, proporcionales y limitadas en el tiempo. Deben ser informadas y comunicadas con claridad, promulgadas de forma transparente, legales, y servir a un propósito legítimo proporcional a la amenaza a enfrentar.
-Garantizar que los medios de comunicación libres e independientes puedan funcionar, y que la gente pueda tener acceso a informaciones basadas en hechos.
-Apoyo a elecciones libres y justas que respeten la salud pública: No, por ejemplo, la payasada inconstitucional que intentan realizar Nicolás Maduro y sus acólitos y mercenarios el próximo 6 de diciembre. Las que se puedan en verdad realizar, deben dar todo tipo de oportunidades para el mantenimiento de la distancia social, con medidas como el voto anticipado, voto por correo, y otras formas remotas de voto que permitan garantizar la integridad y protección de la salud ciudadana.
-Suministrar financiamiento de emergencia que permita a las organizaciones pro-democracia y derechos humanos continuar con su trabajo.
-Identificar los abusos a los derechos humanos, condenarlos y responsabilizar a sus perpetradores: como acaba de hacer la misión de la ONU sobre el genocidio que está ocurriendo en Venezuela.
-Combatir la corrupción en los esfuerzos contra el COVID-19: son varios los casos nacionales en que inmensas sumas de dinero para la compra de equipos de todo tipo se destinaron a otros fines, se produjeron compras con sobreprecio, o de materiales deficientes, todo ello con el fin de llenar los bolsillos de miembros y amigos del régimen que ven, inescrupulosamente, la pandemia como la vía más corta hacia la riqueza personal.
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Mientras, el mensaje de “doblegar la curva” ha buscado, en muchos países, solo doblegar la esperanza ciudadana, ante un panorama desolador que ofrece libertades cercenadas, economías depauperadas, sociabilidad deshecha, poder político omnipresente. Cuales brujas macbethianas, los autoritarios y genocidas de que vuelan, vuelan.
Vivimos hoy en un momento para millones de seres humanos ya no de miedo, sino de pánico. El miedo es conocido, se puede superar. El pánico, en cambio, es paralizador e irracional por naturaleza.
Dispuestos a defender nuestros derechos, no olvidemos nunca que al COVID-19 no lo podemos ver, su rostro es invisible, aunque deja huellas. Pero a los políticos autoritarios y genocidas sí podemos verlos y reconocerlos, y juzgar sus odios, violencias y latrocinios. Ya les llegará su momento de pánico.