Difuntos en ejercicio
La oportunista candidatura de Henri Falcón ha demostrado blandura de gelatina; el “Evangelio según Henri”, sus sermones y palabras de campaña son solo afirmaciones superficiales, tópicos y lugares comunes que suenan como discos rallados; imaginación y creatividad no son conceptos que le sean amistosos. Por ello sus propuestas parecen mercancía de segunda mano.
Veamos algunos ejemplos de los mensajes que se publican en su cuenta en Twitter:
“El optimismo y la fé (sic) son clave para superar los momentos difíciles, vivimos tiempos donde es necesario la fortaleza espiritual con Dios y salir renovados con energías y esperanzas a luchar por la vida, por la familia, por el país”.
“#Venezuela fue bendecida con grandes bellezas naturales y paisajes únicos en el mundo, un potencial que debemos desarrollar para generar empleo y riquezas que contribuyan a sacar al país de la crisis estructural que estamos viviendo”.
“Siempre estaremos comprometidos con el sector productivo, generaremos políticas económicas que estimulen la producción nacional y ofrezcan garantías a los inversionistas ¡Venezuela necesita producir!”
Mientras, sus sargentos en las redes sociales no descansan en su lúgubre trabajo, que consiste en insultar e increpar a quienes en la oposición critican la traición falconiana. Eso, suponemos, en el tiempo libre que les queda luego de consultar diariamente sus encuestas pret-a-porter, cual madrastra de Blancanieves frente a su espejo.
Su campaña –al igual que la de Maduro- parece un oficio de difuntos; ambos candidatos de la anti-política están atravesando su particular vía crucis. Estos apóstoles del neo-chavismo, que al parecer mantienen una lucha intestina contra el viejo chavismo por ver quién prevalece en el poder, darían cualquier cosa por salir de la camisa de fuerza en la que están debido a sus carencias y tramoyas, harían lo que fuera por tan solo unas migajas de autenticidad que sirvieran para maquillar la trayectoria de su campaña, realizada principalmente con la demagogia al uso (aprendida por ambos de su maestro Chávez) y a lomos de mentiras, en especial sobre el supuesto apoyo popular del que gozarían. Por eso se les ve desarbolados e inquietos; buscan derrotar la realidad ¿cómo? Con mucho ruido y agitación. En el caso de Maduro, al menos cuenta con los votos que producirán los carnets de la patria y las brujas machbetianas del CNE, y el apoyo teledirigido desde La Habana –al menos por ahora- ¿pero con qué cuenta Falcón?
De su particular desastre, hay muchas lecciones que la oposición democrática podría aprender y practicar, simplemente partiendo de aquellas ocasiones en las que la oposición partidista conectó con la esperanza ciudadana.
Sin duda alguna, por ejemplo, la necesidad de controlar, domar los egos. El ego falconiano es de tal naturaleza, que un hombre que como gobernador en ejercicio perdió por paliza –con el peor resultado de la oposición en todo el país- frente a una candidata paracaidista, no política, y encima militar, cree que puede lograr el mayoritario apoyo nacional para derrotar a Maduro, con su CNE, su TSJ, su Plan República y su Asamblea Prostituyente.
Otro hecho, ya entrando en lo colectivo, es la ruptura unilateral de la Unidad a consecuencia de la ambición sin límites de Falcón y compañía. Por ello, la Unidad posee hoy una herida, y ellos son la infección que la causó. Henri Falcón encabeza un escándalo que quiere disfrazarse de esperanza.
¿Los mejores momentos de la MUD, hoy en proceso de reconstitución dentro del llamado Frente Amplio? Cuando no solo se citaban sino que asimismo se cumplían dos principios fundamentales: la Unidad por encima de cualquier diferencia táctica o estratégica, y la defensa de la Constitución, no su indiferencia frente a ella. Era una MUD conducida para darle cimientos reales a la esperanza ciudadana.
En sus horas de gran popularidad la MUD fue más, mucho más que la suma de sus partes. Pero los dirigentes partidistas cometieron un terrible error de percepción: creyeron que el apoyo que millones de ciudadanos le daba a la MUD –en especial en el ya mencionado diciembre de 2015, cuando las victoriosas elecciones a la Asamblea Nacional- les pertenecía a ellos, cuando en realidad el apoyo a la MUD –motivado primordialmente en el rechazo a la dictadura chavista- no era automáticamente transferible y mucho menos de duración eterna.
El cementerio mundial de partidos políticos está lleno de organizaciones que en su momento creyeron que el voto popular era de su absoluta propiedad, que el voto se podría tratar como mera mercancía, no como expresión de civismo.
Por ello no hay que olvidar nunca que entre demócratas, los votos no se exigen, los votos se ganan.
La dirigencia partidista opositora podría haber conservado los apoyos y la popularidad de los que gozó si se hubiese mantenido firme en defensa de la constitución, como sí hacen la gran mayoría de las naciones democráticas que se enfrentan unitariamente a la dictadura chavista.
Allí tiene la oposición partidista un ejemplo a seguir –el grupo de Lima, la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá-: respeto a la constitución, rechazo de la ANC con sus decisiones y convocatorias ilegales, enfrentamiento sin dudas ni vacilaciones a la dictadura, y unidad de propósitos y de estrategias.
Falcón podría estar jugando el rol de Arias Cárdenas, quién el 11 de abril de 2002 manifestó que Chávez era un asesino para luego convertirse en representante del régimen en la ONU, New York bien vale una «arrastrada» habrá pensado él. En el caso de Falcón estaría menos claro su propósito, si se lanza sabiendo que perderá solo logrará barnizar de «legitimidad» del régimen de Maduro, cosa difícil para un gobernante que diariamente se empeña en demostrar lo contrario. Ahora bien, si se lanza creyendo que va a ganar entre sus motivaciones sin duda está la crematística, al contar con el apoyo de Francisco Rodríguez para quién entre sus motivaciones (sino la única) es salvar a los tenedores de «bonos del hambre», constituidos por inversores de Wall Street y de la nueva oligarquía criolla, los llamados boliburgueses, éstos últimos no conformes con robar al pueblo venezolano mediante la corrupción, pretenden obtener aún mas ganancia ahora en la esfera del capitalismo financiero.
Falcón cree que los votos son suyos porque los venezolanos estamos atrapados y nos veríamos obligados a votar por él. Lo mismo pensó Rosales con respecto al Estado Zulia (su «feudo»,) lo indicado hubiese sido que defendiera a Guanipa el gobernador electo por los zulianos a quién le fue arrebatado el triunfo. El creyó que los votos opositores zulianos le pertenecían, pero éstos le cobraron su traición doble, ya que no debió participar en esa pantomima que fue la repetición de elección en dicho estado.