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Villasmil: Elecciones españolas y las heladas del corazón

 

Españolito que vienes al mundo te guarde Dios; una de las dos Españas ha de helarte el corazón. 

Antonio Machado

 

Una característica que no debe pasarse por alto al momento de analizar la sopa de letras fragmentada y dividida en que se ha convertido el sistema de partidos español es una diferencia fundamental entre la derecha y la izquierda: mientras que Podemos (hoy, aliados con los antiguos comunistas en Unidas Podemos) surge con el ánimo y la intención de “asaltar el cielo”, de superar en el liderazgo de la izquierda al, según ellos, viejo y corrupto partido socialista (PSOE), a la hora de los pactos y de las coaliciones los podemitas han sido muy pragmáticos. No tienen ningún prurito a la hora de ayudar a los socialistas a formar gobierno en el parlamento. No es precisamente ese el caso de la derecha.

VOX es creado por Santiago Abascal, un antiguo líder del Partido Popular en el País Vasco y quien si bien no ahorra insultos e improperios contra la izquierda, también es bastante generoso a la hora de arremeter contra sus antiguos compañeros del PP. Para Abascal –y ello no es poca cosa- su relación con el PP, en lenguaje de la llamada teoría de juegos, es un juego “suma cero”, implica la destrucción de sus rivales. Es cierto que pactaron en Andalucía, aunque solo para arrebatar la joya de la corona regional de manos socialistas. Pero España, como un todo, en la longitud y alcance de un proyecto de poder, es algo distinto.

Para Podemos, en cambio, su relación con el PSOE es un juego “suma variable”. De lo que se trata es de superar a los socialistas, de producir un “sorpasso” electoral que coloque a los podemitas en una posición de supremacía, con un PSOE venido a menos, pero no necesariamente destruido e inexistente. Los podemitas son realistas y pragmáticos. No es fácil derrumbar totalmente a un partido fundado en 1879 (por cierto por otro Pablo Iglesias, nada que ver con el actual cacique de Podemos).

Para Podemos, la diferencia con el PSOE es más de fines que de medios. Para VOX su diferencia con el PP es tanto de medios como de fines.

Otra diferencia esencial es de rango cultural-político, y es fundamental para el equilibrio de fuerzas no solo partidistas, sino además las mediáticas, académicas y culturales que participan en el debate español sobre su sociedad, sus valores, su futuro. VOX, la ultraderecha, es vista como “anticonstitucional”; Unidas Podemos no.

Un triunfo de Podemos y del Partido Comunista es haber logrado estatus de partidos “constitucionales” a pesar de que su proyecto se centra en la destrucción de la Constitución de 1978 y de las instituciones por ella creadas, que le han dado a España cuarenta años de prosperidad, de inclusión en Europa (ya África no comienza en los Pirineos, como rezaba un viejo dicho).

Una de las áreas donde ello más se refleja es en la política internacional, donde Unidas Podemos mantiene una irrestricta y firme postura de apoyo a Nicolás Maduro y obviamente a la longeva tiranía castrista. Recientemente, en el caso venezolano, una vez más prefieren apoyar a los verdugos que a sus víctimas. La ideología (y al menos en el caso de Podemos, los intereses crematísticos) es más importante que las vidas humanas. Nada nuevo bajo el sol, desde Lenin esa es la conducta esperada y esperable de todos ellos.

¿Es posible y ciertamente deseable una España que no “hiele el corazón” de sus habitantes, los españolitos, como se señala en la oración del gran poeta Antonio Machado con la que se comienza esta nota? El grado de enfrentamiento entre las fuerzas políticas que se está dando allí es un fenómeno que se está haciendo global; la política de ataques y trincheras es lo que abunda. Ya hemos señalado que los ejemplos contrarios son pocos, por desgracia, como es el caso alemán, donde ante las dificultades Angela Merkel ha podido conducir y liderar un gobierno de coalición entre sus correligionarios democristianos y sus rivales históricos, los socialistas democráticos del SPD.

No queda otra cosa que insistir, una y otra vez, en la necesidad de cordura, de sentido de Estado, de no quedarse en las ambiciones enanas y cortoplacistas. Evitar seguir pisoteando valores para insistir en una razón propia y única, que vale por encima de las razones de los demás. Ya decía Octavio Paz que “para hacerse antipático basta con tener razón antes que los demás”. Lo que sucedió durante la campaña británica del Brexit es un ejemplo histórico de semejante desgracia.

En España, las intransigencias vienen por la derecha y por la izquierda. Pocos hablan de la necesaria unidad, del respeto a la diversidad cultural, de la necesidad de proteger el rico patrimonio de sus regiones y provincias. Y es que lo que viene detrás de todos estos desencuentros y negatividades es la puesta en duda de los valores fundacionales de la identidad nacional –necesariamente democrática- de la España de hoy -no la de hace ochenta años, cuando los odios de la guerra civil-. Lo más irónico es que Casado, Sánchez y Rivera se consideran políticos de centro, olvidando que no se puede ser un verdadero centrista a golpes de intransigencia y sectarismo; pero es que para ellos la apariencia, la simulación, son más importantes que la realidad, porque de hecho son su realidad. Con ellos, la insensatez tiene doctrina, y todos disfrutan viviendo su propia posmentira.

El lenguaje es hoy palabrería hueca para halagar a los propios o un arma arrojadiza para insultar y descalificar al contrario, que es todo aquel que no acepta sin condiciones mis verdades. Mal están las cosas cuando el terreno común de diálogo ciudadano ha sido secuestrado por agitadores, insidiosos y charlatanes. Superar estos odios y divergencias es la tarea fundamental de toda democracia, en especial, ante el último resultado electoral, la española.

 

 

 

 

Un comentario

  1. Más claro imposible. Los tres candidatos (y sus grupos respectivos) que se han presentado como candidatos de sus partidos, no son de centro sino de extremo disparate. Así lo probaron con broches de oro en sus dos debates sucesivos por televisión. Puro efectismo, puro buscar votos a como diera lugar. Archipopulistas que parecían sacados de la misma familia de Iglesias que se ufanó ¡de llamarlos a botón… a que se comportaran! Mal momento pasa la muy madre patria.

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