Villasmil: Heridos, confundidos, divididos
“Heridos, confundidos y divididos”. Con esas palabras caracterizó Juan Guaidó este domingo 11 la situación de los dirigentes de la tiranía. Y tiene absoluta razón.
Como también está herido y confundido un grupo de opinadores antipolíticos, perennes críticos en las redes sociales de Guaidó y que se ubican dentro del propio campo opositor; a veces parece que para ellos nuestro presidente es culpable hasta por respirar. Ciertamente, ha cometido errores, están a la vista de todos. Lo importante es que los reconozca y que aprenda de ellos. Ahora, es evidente que Guaidó está demostrando poseer más empatía, más corazón y más coraje que sus enfurruñados críticos opositores.
Aclaremos que hay que defender el derecho de crítica, nutriente fundamental de todo debate político. Pero el mismo no puede convertirse en arma de aquellos que solo disparan visiones negativas, que practican puro fundamentalismo analítico. Son actores que quieren cubrir con un manto inatacable, cual si fueran hechos, los que son simplemente sus opiniones. Les encanta jugar un papel donde supuestamente no deben rendir cuentas; una muy anti-política indignación activa desde una supuesta superioridad crítica. Se interesan en la política pero no con la lógica de ciudadanos responsables, sino como actores/observadores enfurecidos cada vez que los hechos no coinciden con sus prejuicios.
En el fondo son nihilistas: la creencia de que todo es posible con solo desearlo, conduce a la creencia de que la acción ciega (no importa cual; lo importante es actuar) es lo que redime.
La política realmente democrática, por pluralista, consiste más en el contraste de matices que en el choque de esencias. Matices que frecuentemente se expresan en diversas propuestas sobre políticas públicas: que si A prefiere una mayor libertad económica, mientras B opina que el Estado debe jugar un papel mayor; que si C quiere unas relaciones exteriores centradas en la defensa de la democracia y los derechos humanos, mientras D prefiere que se prioricen las relaciones económicas.
Recordemos que la palabra esencia significa “conjunto de características permanentes e invariables que determinan a un ser o una cosa y sin las cuales no sería lo que es”. Diferencia en materia de esencias las hay con los enemigos de la democracia, con quienes quieren destruirla, o beneficiarse de ella por medio de la corrupción.
Los demócratas tenemos diferencias “esenciales” con el régimen desde el primer día de la llegada al poder de Hugo Chávez. Como la tenemos con quienes hoy apoyan y le quieren dar respiración artificial al cadáver del castro-chavismo: Cuba, la guerrilla colombiana, Rusia, China, Turquía. Cada uno de ellos, por cierto, puede ser acusado de cualquier cosa, menos de defender las ideas democráticas. Y siendo el castro-chavismo pavoso, hoy podemos ver que cada uno de esos autoritarismos está teniendo problemas: en Rusia y China, las protestas sociales son cada vez más visibles. Moscú y Hong Kong son dos plazas donde la rebelión ciudadana en defensa de sus derechos es notoria. El turco Erdogan, a pesar de haber querido hacer una triquiñuela electoral para no reconocer el triunfo opositor en la emblemática alcaldía de Estambul, volvió a perder en la repetición dichas elecciones. Los problemas del monarca heredero de los Castro, Miguel Díaz-Canel, están asimismo a la vista de todos.
Uno de los mayores errores que cometen una y otra vez los cultores del “anti_guaidoísmo” es una falla elemental en todo mal análisis estratégico: la visión de túnel. Según esta, todo problema solo tiene una causa y una solución, no más. Se desconoce la complejidad del entorno, las fortalezas y debilidades de todos los actores, su naturaleza. Por ello, les debe parecer chino cada vez que el presidente de la Asamblea Nacional afirma, por ejemplo, que “todas las opciones están abiertas”. Para ellos, solo debe haber una opción, preferiblemente simple, como soplar y hacer botellas. Pues no; enfrentar una tiranía con las características particulares que la castro-chavista posee requiere coordinación extrema de tácticas, esfuerzos y acciones locales, regionales e internacionales. Y uno puede enmendar la ruta, eso es lo verdaderamente estratégico. No hay formulación estratégica seria que no deba ser sometida a revisión. Si en febrero la negociación no estaba en la agenda, ello no quiere decir que no pudiera asomarse luego –aunque solo fuera como opción táctica, para demostrar al mundo que la verdadera intención de Maduro y compañía, en Oslo y Barbados, era ganar tiempo-.
Una segunda falla es el voluntarismo ciego. Para los “voluntaristas” lo que importa son los objetivos, los medios para conseguirlos son lo de menos. Si se propugna la ayuda militar extranjera, pues ya está: no importa que se manipule el artículo 187 de la Constitución, y se le quiera dar un significado que no tiene. Abundante bla-bla, un sinnúmero de tuits y mucho whatsapp, pero escaso análisis. Pocos argumentos y muchas capitulaciones estratégicas.
Tercero: no existen “estrategias a la carta”: toda estrategia debe ser forzosamente integradora. Esa capacidad de aglutinar, de sumar voluntades apoyando su propuesta estratégica, es un éxito de Guaidó que al parecer sus críticos no le perdonan. Como tampoco le aceptan que no esté informando, con minucioso detalle, sobre cada uno de los pasos del lado democrático. Exigir información al líder es fundamental, pero infinita información es igual a cero información: para que sea útil es necesario su procesamiento estratégico. Los anti-políticos no analizan ni evalúan información; solo la manipulan.
Una cuarta falla es, como destaca Joaquín Villalobos, centrarse en los eventos y no en los procesos. Lo cierto es que el gobierno hace tiempo que no ve luz; todo le sale mal. Más allá de la profundización de las sanciones internacionales, el verano le está resultando demasiado ardiente y caluroso, cual infierno en la tierra: primero, el Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet; luego, que el propio Pepe Mujica, y el candidato presidencial del Frente Amplio uruguayo hayan afirmado que el gobierno de Maduro es una dictadura; asimismo está el nombramiento de la nueva presidenta de la Comisión Europea, la democristiana alemana Ursula von der Leyen. Y, por primera vez, los que se pararon de la aparente mesa de negociación fueron los representantes de la dictadura (aunque probablemente intenten regesar pronto). Para colmo, la reunión continental y mundial del socialismo en el alicaído Foro de Sao Paulo, fue un rotundo fracaso.
Mientras que los demócratas tenemos a un presidente que ha insistido con su verbo y con sus actos que para él la política es la única herramienta posible de liberación de los que nunca han tenido poder, los autoritarios están cada día más heridos, confundidos y divididos.
Como le respondiera, de forma interrogativa, Juan Guaidó a la periodista Gladys Socorro: “Te lo pongo sencillo: ¿ellos tienen más gente que antes? No. ¿Ellos tienen más recursos que antes? No. ¿Ellos tienen más poder que antes? No. Entonces, ¿cómo vamos?”.